Ojos en la oscuridad

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La mañana llegó con una reducción parcial de agua de los cielos y una luminosidad mayor a la usual. Continuaba lloviendo, aunque fuera en menor cantidad, pero la casa de Thais había sufrido bastantes daños. Algunos por el agua pero otros, como varios platos en pedazos en el piso, por no mencionar arañazos en las paredes y los muebles que al verlas le pusieron los pelos de punta, claramente no eran culpa del clima. Thais, ya estando despierta cuando volvieron a entrar a la casa, no dijo nada mientras Mangel, ahora siendo a quien le tocaba cuidarla, la arropaba en una manta y preparaba algo de comer. Se mantuvo en silencio durante tanto tiempo que incluso llegó a preguntarse si volvería a hablar, pero en medio del crepitar del fuego y del vapor de la sopa, su voz se hizo oír rasposa y débil.

-No quería que vieras eso...-

Mangel la miró de reojo por encima del hombro mientras tosía, tratando de aclarar su magullada garganta.

-Está bien, dudo lo hayas hecho a propósito- le dio vueltas al preparado, y mientras buscaba mas ingredientes notó lo metódicamente organizado que tenía todo, dividido en días -Si... no te importa que pregunte...-

Thais suspiró.

-Temía que fueras a preguntar, pero creo que mereces una explicación después de salvarme, otra vez- sus ojos avellanos le miran desde la capucha que forma la frazada mientras se envolvía mas a sí misma -Lo que viste ahí fue... algo que no pensé que volvería a ver-

-¿Así que sabes lo que era eso?-

Tardó unos momentos en contestar, parecía estar hundida en sus pensamientos pero aun así atenta a lo que decía.

-No exactamente, pero sé que me ha estado persiguiendo desde mi pueblo natal, hasta ahora creí que lo había perdido pero... me ha seguido hasta aquí- cuando le miró había una amarga desesperación en sus ojos -¿Que debería hacer?-

Le gustaría poder decirle cualquier cosa que le tranquilizara, sin embargo el no era ni de lejos el más indicado para aconsejarle sobre cómo lidiar con algo así. No lo entendía ni él.

-No lo sé...- respondió con sinceridad -Pero encontraremos la manera-

Ninguno dijo nada mas mientras el terminaba de preparar la comida y la servía en un plato frente a Thais, la mesa estaba rota, pero aun había una silla donde podían apoyarlo. Pisando restos de cerámica y vidrio, Mangel se acomodó a su lado y la animó a comer, cosa que costó ya que estaba aun muy afectada, pero que consiguió tras mucho insistir. Mientras ella consumía cucharada tras cucharada iba pensando en posibles soluciones para esto, pero salvo por pedir auxilio a alguien que podía o no ser de ayuda, nada le venía a la mente.

Pero era mejor que nada.

-Thais-

-¿Hm?-

-Tengo una idea, pero para eso tengo que irme un rato-

Ella tembló, la emoción en sus ojos gritaba que no quería que se fuera y la dejara sola, pero en lugar de decirlo ella se mordió el labio y se quedó callada, cosa que le estrujó el corazón de la lástima.

-Te prometo que no será por mucho, tengo que hablar con un amigo, apenas pueda volveré y veremos lo que podemos hacer por ti-

Asintió, mirando como Mangel tomaba la espada de donde la había dejado en el suelo, y la guardaba en su lugar.

-Quédate aquí, no tardaré-

Estaba por salir de la maltrecha casa cuando su voz le detuvo en el marco de la puerta.

-...yo también los vi, Mangel...-

Se detuvo un segundo y se la quedó mirando, esperando que dijera algo mas o se explicara, pero cuando se quedo en silencio observando el suelo, decidió dejar esas dudas para después e irse.

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