Let's get married!

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A Wang Yibo le temblaban las piernas de los nervios y su corazón no dejaba de latir con prisa. El ritmo de éste era inconstante y estaba seguro de que en cualquier momento sufriría un paro cardíaco de la pura emoción si es que era posible. 

El anillo de compromiso que había estado en su dedo anular durante tantos meses, había desaparecido dentro de la caja aterciopelada en la cual le había sido obsequiada mucho tiempo atrás. Su dedo se sentía vacío sin él; sin embargo, en cuanto recordaba que quedaban tan solo unas horas para que una nueva sortija, a juego con la de su futuro esposo, la reemplazara, una sensación nueva de calidez lo envolvía y ayudaba a que su ritmo cardíaco no disminuyera. 

Lo habían dejado solo en la habitación para que se preparara mentalmente, pero no lo estaba consiguiendo. La sonrisa boba en su rostro no quería borrarse y a veces debía pararse del tocador frente al espejo porque verla lo hacía sentir aun más ansioso. Nunca antes se vio a sí mismo tan emocionado. Cada vez que se ponía de pie para despejar su mente, acababa dando vueltas en círculos en la habitación y de repente incluso comenzaba a brincar; estaba demasiado feliz como para quedarse quieto. Ya veía que se rompía una pierna antes de poder siquiera llegar al altar de tanto saltar de aquí para allá. 

—Bien, Wang Yibo, hora de calmarse —dijo a su reflejo en el espejo. Cerró los ojos e inhaló con profundidad, retuvo el aire por un momento y luego lo soltó lentamente. Repitió lo mismo un par de veces antes de estallar en carcajadas que mojaron sus globos oculares. 

¡Maldición! ¡Estaba a punto de casarse! 

Aplaudió sobre sus mejillas, lo cual las enrojeció, y meneó la cabeza de un lado a otro para entrar en razón. Se estaba perdiendo a sí mismo entre tanto regocijo. Los invitados ya estaban comenzando a llegar y llenando los asientos que se habían ordenado exactamente de la forma en la que su prometido lo había ordenado. 

El lugar, que aún no veía, debía estar precioso. El solo saber que todo se hizo y dispuso según Xiao Zhan, el hombre con el que se iba a casar, quería, era suficiente para saber que la capilla sería de ensueño. Su pareja tenía un gusto exquisito... Por eso lo había elegido a él, ¿no era así? Sí, era así. 

Ah, su prometido. No solo la boda sería de ensueño, sino que el propio Xiao Zhan lo era. Se trataba de visualizar a un dios jodidamente ardiente, pero que irradiara ternura al mismo tiempo. Alguien que quisieras que te aprisionara bruscamente contra la pared y que a la vez te llenara de besitos suaves el rostro. Ah, claro, y que podía ser de ambas maneras contigo si se lo pedías (y si te amaba, claro). Después de todo, Zhan era actor, uno de los mejores de la generación. Tan natural, tan centrado... Tan perfecto. Sin embargo, cuando estaba con Yibo era tan él, sin la necesidad de actuar como ninguna otra persona. Juntos eran ellos mismos y no tenían que fingir ninguna de las emociones que se provocaban mutuamente. 

—Ah, Zhan gege —suspiró Yibo. Con los ojos cerrados, estiró los labios como pato y dio pequeños besitos al aire. Se moría de ganas de besar a su pareja en el altar y decir fuerte y claro «sí, acepto», mientras en su interior gritaba: «¡Mierda, sí! ¿Por qué la pregunta estúpida? ¡Por supuesto que acepto, demonios!».

Agradecía tanto, pero tanto, ser tan malditamente torpe. Ahora amaba sus manos de gelatina y su equilibrio cuestionable cuando se trataba de llevar una bandeja entre las manos; de lo contrario, jamás hubiese derramado el capuccino frío doble de vainilla con leche semi-descremada, sin crema y solo una cucharada de azúcar del aclamado actor Xiao Zhan encima de él cuando se dirigía a su mesa, aquella que estaba al fondo y al lado de la ventana

Oh, menos mal que tuvo el atrevimiento aquella vez de coquetear con él mientras le limpiaba el café derramado de la camisa, estando solo ellos dos en los baños para que no se formara un jaleo si alguien lo reconocía. Los lentes oscuros que llevaba solo hicieron a Yibo suspirar más profundo aquella vez y no poder apartar sus ojos de él hasta que se los sacó para regalarle una sonrisa deslumbrante y cegadora. 

MARRY ME, GEGE 結婚 ZHANYIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora