La invitada conoce al emperador

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Techos altos y pasillos vacíos recibieron a Lucy. Las paredes parecían susurrar un silencioso: "vete". Recordándole lo diminuta que era, lo lejos que estaba de casa y lo poco que pertenecía a ese lugar. 

"Lo haría si pudiera" contestó en su cabeza. No había nada que deseara más en ese momento: cruzar el océano para volver a su gremio, a su hogar, donde todos la estaban esperando con ansias.

El primer ser humano que encontraron en la fortaleza, probablemente (Lucy no lo tenía del todo claro, era un palacio bajo los dominios de Zeref después de todo), fue una mucama de su misma edad. Se movía a paso rápido, nadie sabía si por prisa o por costumbre. Dimaria la agarró del brazo bruscamente cuando pasó por su lado. Lucy juraría que la muchacha le respondió una mirada asesina.

— Esta mujer es la invitada del Emperador, ya sabes que hacer —seguidamente se dirigió Lucy—. Voy a avisar de tu llegada.

Una vez pronunció esas palabras soltó su agarre y desapareció. Los ojos amatistas de la criada escanearon a Lucy de arriba a bajo con prudencia. Sus cabellos castaños sujetados en un moño fueron ajustados antes de que comenzara a hablar.

— Señorita yo la guiaré a su estancia. Sígame —informó servicial.

La chica observó la carencia de equipaje de Lucy, pero no lo mencionó. Tiraron recto por el pasillo. Dejando atrás la entrada y la sala de baile. Subieron por las escaleras que hacían un elegante giro a la derecha. Luego recto. Izquierda en la bifurcación. Más escaleras. Primera, segunda, no,... quinta puerta. La mucama se paró frente la quinta puerta, en algún lugar de la tercera planta.

Ya... ni con un milagro se iba a acordar del camino.

— Esta será su cámara durante su estadía en palacio. Le recomiendo que vaya instalándose hasta que venga alguien a recibirla, lo cual no tardará. Por favor, informe a alguien de servicio si algo no es de su agrado. —Se inclinó haciendo una reverencia y antes de que Lucy pudiera agradecerle, ya se había ido.

Todos en el gremio eran amigables y cercanos. Sin etiqueta. Sin formalidades. Sin filtros o jerarquías. Simplemente, eran ellos mismos. Lucy apenas recordaba como era vivir en un ambiente sofisticado. Algunos dirían que las interacciones que podía tener con la servidumbre   eran similares a las que tenía continuamente con sus espíritus (ya que en su mayoría la trataban con cierto respeto, incluso me atrevería a decir con devoción, en algunos casos), no se parecían en nada. Ellos eran sus amigos, e incluso si la mayoría de ellos se dirigían a ella medianamente formal, el fuerte lazo que los unía era cálido y basado en la confianza. Aquí no habría nada de eso. Ni con el personal de servicio, ni con los escudos. Mucho menos con Zeref.

Al abrir la gran puerta doble que la separaba del lugar donde se alojaría durante su inusual estancia. El sutil aroma de la riqueza invadía la habitación. Ornamentos caros. Ventanal gigantesco con vistas al jardín de la fortaleza y el centro de la ciudad. Una cama con dosel, que era como mínimo cuatro veces más grande que la que tenía en su apartamento. ¿Era eso un espejo de plata? Increíble.

— Tiene dos puertas... ¿Que serán, serán? — Canturreó dando saltitos hacía la más cercanas. Olvidándose de todas sus preocupaciones — A que es un baño... Lo sabía. La bañera no está mal... Espera... ¡Eso es un jacuzzi! ¡Un jacuzzi dentro de mi habitación! Vale, Lucy cálmate... —respiró hondo— Vamos a ver que hay en la otra puerta. Tiene pinta de armario. Sip —miró a su alrededor—. No hay armario, así que tiene que ser eso.

Se equivocó. Lo que esperaba al otro lado de la puerta no era un armario, sino un enorme probador totalmente equipado. Lamentablemente, no tenía ni una sola camiseta en los percheros, ni zapatos en las estanterías. Abrió un cajón para cerciorarse. Vacío. Una pena. No iba a poder llenarlo en su vida. Acto seguido, invocó a Virgo para que le diera las maletas y poder ir colocando la ropa.

Invitada (Zerlu) [Fairy Tail]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora