Algo que siempre caracterizó a mi madre fue que nunca perdía la esperanza, podía derrumbarse pero volvería a tirar otra piedra, nunca sentaría cabeza, supongo que eso es algo que teníamos en común.
Así mismo, ella y mi padre no dejaron de lado sus planes de tener otro hijo, a mi la idea me pasaba como el aire, realmente no me resultaba un gran deseo ni algo que detestara pero no quería que pasara lo mismo que la última vez, no soportaría ver a mi mamá en ese estado nuevamente, y finalmente, llegó el nuevo miembro de la familia, no estuve presente en el parto pero lo recuerdo claramente, eran aproximadamente las siete de la tarde y yo jugaba en un parque fuera del hospital, iba del sube y baja a la resbaladilla y de la resbaladilla a los columpios, encontré una brillante moneda y la arrojé a la fuente, justo en el momento que el agua cristalina se propagaba en bellas ondas y salpicaba gotas puras alguien corrió hacia mi, ''ven a verlo'', fue lo único que escuché antes de salir corriendo.
Emoción, es la palabra que describe mis emociones en ese momento, cuando entré y pude verlo, tan pequeño, frágil, lo más parecido a mi y también tan mio, mentiría si dijera que ya no lloro al recordar ese momento, con estar en su presencia lo supe, que lo amaría toda la vida, que no habría nadie más cercano a mi, ni que me pudiera hacer tan feliz, tenerlo en mis brazos fue el mejor regalo de cumpleaños que pude desear.
Una frenesis de euforia, momento sublime y acendrado.
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El jardín destruido
Roman pour AdolescentsTal vez tengas pensado cómo será el personaje principal de esta historia, alguien con problemas de actitud, una chica rebelde y gruñona, de esas que se sientan solas al final de la clase y justifican sus malas acciones con su pasado. Pues esa misma...