Kissing Practice!

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Doble D estaba nervioso. Se arregló la corbata por milésima vez frente al espejo, se aseguró que su ropa no tenga ninguna arruga, ajustó su gorra y se puso spray de menta en la boca.

Había decidido que hoy era el día. Hoy sería el día que haría lo que su yo de hace algunos años jamás se atrevería (a menos de que haya perdido alguna apuesta): Pedirle una cita a Marie Kanker.

Con el surgimiento de sus hormonas hace ya unos meses, se había dado cuenta de que ella era la causante de que las tales se salgan de control. Algo que no pasaba con cualquier chica. Pero bueno, no cualquier chica se abalanzaba sobre él a cada oportunidad que tenía.

Trató de analizar qué era lo que le atraía y quedó más cautivado en el proceso. Con las observaciones en clase, cuando se aseguraba de que ella no pudiera verlo, comenzó a notar rasgos resaltantes, no solo físicos, sino también de personalidad. Y con ello, Edd llegó a la conclusión de que tenía un problema, especialmente cuando lo besaba y lograba que su cuerpo diera reacciones indecentes. ¿Y cómo se resuelven los problemas? Enfrentándolos.

Con determinación, agarró un ramo de margaritas y salió de su casa en dirección al parque de remolques, aunque, al llegar ahí, las dudas y nervios volvieron a presentarse. ¿Qué tal si solo era un juego para ella? Negó con la cabeza. No, no podría ser un juego con lo celosa que se pone cada vez que lo ve siendo amigable con otra chica. Lo más probable era que no sepa expresar sus sentimientos con palabras. Bueno, solo hay una forma de averiguarlo.

Llegó frente al remolque de color azul que le causaba pavor con solo verlo cuando era niño y tocó la puerta tres veces. Cuando se abrió, soltó el aire que estuvo conteniendo. Pero para su decepción, no fue Marie quien atendió, sino su hermana menor, May.

— ¿Doble D? — su confusión era notable en su rostro, más al ver su vestimenta impecable y el ramo de flores en sus manos. — ¿Qué estás haciendo aquí?

— Sa-saludos, May. ¿Se encuentra Marie en casa? — comenzó a sudar levemente. No importaba que no se trate de su objeto de afección, una Kanker siempre le ponía los nervios de punta.

La rubia dio una rápida mirada hacia adentro y luego se giró hacia él. — No. Pero puedes pasar a esperarla si quieres: Volverá pronto.

— N-no quisiera molestar...

— No es molestia. — sonrió. — Ven, estaba viendo televisión. — jaló de su mano, sin escuchar sus protestas.

Lo metió al remolque, cerrando la puerta detrás de él. Doble D fue a sentarse al sofá, dejando reposar las flores en su regazo. May se sentó a su lado, poniéndose cómoda.

Quedaron en un silencio incómodo, solo el sonido de la televisión que mostraba una película de acción de fondo. Miró de reojo a la rubia, quien no parecía estarle prestando atención, y se aflojó el cuello de la corbata.

— ¿Por qué estás aquí tan arreglado y con esas flores? — habló de repente. — No me digas que vas a invitar a salir a Marie. — dijo con un tono de broma.

Edd no respondió, más solo se dedicó a sonrojarse en su lugar y bajar la mirada a las flores en su regazo. May volteó a verlo, mostrando una mirada de asombro.

— No puede ser, ¡De verdad vas a hacerlo! — exclamó, tomando su silencio como confirmación.

— Bueno... ¿De qué importa que la invite a salir si hay una posibilidad de que diga que no? — murmuró con tristeza.

May tildó la cabeza y lo siguiente que Doble D sintió fue dolor cuando ella le jaló de la oreja.

— ¡¿Qué estás diciendo?! ¡Marie está loca por ti! ¡Claro que te dirá que sí, sin duda alguna!

Pʀᴀ́ᴄᴛɪᴄᴀ Dᴇ Bᴇsᴏs [EddxHarem]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora