Capitulo 31 (Editado)

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Capítulo 31

Su padre la miraba fijamente mientras ella no dejaba de morderse las uñas con nerviosismo. Quería entenderlo, pero aun así le costaba un poco darle la razón. Él, Gustavo Fernández, se había casado a los veinte seis años, con su madre, la cual en ese entonces tenía veinte. No era una adolescente que le faltaba terminar la secundaria, y él sin duda era un tipo serio para el compromiso. Eran diferentes épocas y él era un hombre machista hasta los huesos que decía que ese era lo que correspondía. Sin embargo, la vida le había enviado una hija la cual como era de esperarse tendría pareja algún día y lo menos que pensó era que se iría de casa a tan temprana edad.
Aunque no se trataba solo de eso, era más el hombre con el que se pensaba ir. Dimitri Petrova, que sí, había sabido ganárselo a su manera, pero aún no olvidaba de que familia venía y en la situación que se encontraba. El novio de su hija aún estaba muy joven y demasiado perdido como para sentar cabeza. Y aunque lo estuviera, seguía siendo un Petrova y esos hombres nunca habían traído nada bueno para alguien.

—Debes entenderme, hija. —su padre la observó con cautela. —Te guste o no, eres una niña aún.

Si ella pudiera borrar alguna línea en el vocabulario de su padre sería esa sin duda.

—Papá, —dijo después de un segundo de silencio. —No soy una niña, creo que debes aceptarlo de una buena vez, ya crecí.

Ante eso su padre suspiro.

—Pará mí siempre lo serás Maya. Debes aceptar eso tú y tratar de comprenderme en las cosas que te estoy diciendo. Todo lo que hago lo hago por ti, por tu bien.

Sus palabras salieron de su boca con mucha sinceridad.

—Intento hacerlo. —había comentado con rapidez. —Sé que estas enojado y estás en todo tu derecho. Yo más que nadie creo que es una locura. —confesó bajando la mirada.

—¿Entonces qué es lo que ocurre? —sus expresiones habían cambiado y su tono de voz sonaba ahora con tanto entusiasmo que Maya tuvo que aguantar la risa que estuvo a punto de salir de sus labios.

Eso era algo totalmente impropio de su padre y sería maleducado de ella.

—Ni yo sé que ocurre papá.

—¿No sabes? —de pronto la mirada de su padre se había oscurecido un poco. —¿Dimitri no te estará obligando a esto?

—¡No! —se apresuró a responder. Eso no podía ser cierto, su corazón latía con fuerza al pensar en ello. —Solo sé que no los quiero perder, a ninguno y siento algo indescriptible dentro de mí que me dice que eso pasará. Que los perderé, que me quedaré sola de igual manera.

Su padre de pronto la había mirado de forma extraña como si no comprendiera sus palabras.

—Nosotros somos tus padres, Maya. —hizo una pausa mientras le acariciaba una de sus mejillas con dulzura. —Jamás nos perderás. Solo queremos tu bienestar, pero si tu decisión es irte con un hombre a los diecisiete años de edad, no esperes que estemos aquí aplaudiéndote el acto porque no será así.

Su hija suspiró mientras movía su cabeza en señal de confirmación.

—Lo sé.

Gustavo le tomó una de sus manos mientras jugaba con sus dedos como cuando era niña y Maya le rogaba que lo hiciera.

—Por otro lado, tu mamá estuvo diciéndome algo muy cierto y es que ya estás a punto de cumplir tus dieciocho. —una sonrisa triste se había formado en el rostro de la joven ante sus palabras. —Esa será una nueva etapa para tu vida, una etapa en donde estés mucho más preparada para tomar decisiones como esta. Solo toca esperar un poco, hija. ¿No crees que es una mejor elección? —le preguntó y Maya sabía que tenía razón. —Sé que los tiempos cambian, pero debes pensar bien las cosas.

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora