Ch5 - "Hipopótamo"

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[Lo he corregido desde el móvil, díganme si hay algún error porque seguramente me he saltado algo]

H-A-R-R-Y

—Harry, vamos— dice pasándome la toalla—, no ha sido tan malo.

Le miro mal, y le escupo a los pies para que de saltitos. Estoy enfadado. Demasiado para lo que me ha hecho.

—¿Eres una llama o qué?— dice y coge la toalla que tengo en la mano para quitarse mi escupitajo—Oh, no calla. Que eres subnormal.

Le saco la lengua y busco otra toalla. Entamos en el vestuario de los chicos de primer año. Digamos y confirmo que es el baño más limpio que hay en todo el instituto.

—Vamos, ha sido una bromita— dice dándome en el brazo con el puño cerrado, sin hacerme daño. Separa la mano con asco y la abre y la cierra, con algo biscoso entre los dedos—. Tío que asco, cámbiate de camiseta o algo so' guarro.

Le miro mal otra vez. Y si las miradas pudieran matar, Jeremy estaría bajo tierra y comiendo lombrices. Niego otra vez. No tiene sentido enfadarse, aunque sea lo más apropiado.

Las flores que le ha quitado Jeremy al chico y las que ha arrancado del jardín están sobre la mesa enfrente nuestras. Según Jeremy, les ha venido bien refrescarse a las flores. Pero yo sigo mirándole mal.

Mi cabello está mojado, a causa del sudor, y no he traído mi shampoo Pantene que anuncia Selena Gomez por la televisión con ese pelazo que ella tiene. Además, noo entiendo como unos tíos tan tochos, llenos de hormonas y sudorosos, escurren sus toallas en un cubo gigante. Jeremy me ha explicado que es por un record que quieren batir entre todos.

Son unos guarros.

Como tú.

—Deberías cambiarte— comenta Jeremy. Le miro con la ceja alzada.

—No tengo ropa aquí— digo, y es verdad. No soy de esos que se cambia en el instituto o se ducha en ellos. Creo que son muy guarros en los baños, y que traerse ropa solamente podría traer bromas no muy buenas.

—Creo que puedo encontrarte algo— dice y no me gusta cuando sonríe. Su sonrisa de tengo un plan, es la peor cosas que puede ocurrir en este mundo.

Es como si tú-ya-sabes-quién sonriera o tuviera nariz. Y créanme, cuando sonríe no trae nada bueno con ello.

(...)

—¡Ni una mierda!— Grito cuando veo lo que me ha obligado a ponerme.

—Pero si te ves adorable— dice pellizcando mi mejilla.

Le vuelvo a mirar mal, e incluso le pego otra vez en el brazo. De igual forma, se empieza reír y a decir lo adorable y hermoso que estoy. Realmente me estoy preguntando por qué soy su amigo.

—No puedo ir con...esto— señalo lo que llevo puesto—, nadie se acercará a mí.

—Tampoco lo hacían cuando ibas vestido normal— se encoge de hombros y suelta una carcajada por su mal chiste.

Me vuelvo a mirar en el espejo del vestuario. Claramente hemos perdido ya dos horas de clase, y rezo porque mi madre no se entere.

Harry, Soy LesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora