6: Un espacio llenándose

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6: Un espacio llenándose
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."Siempre que palpitas yo comienzo a temblar, sé que voy a llorar y tengo miedo"
Mi buen corazón, Amanda Miguel.
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-Está todo controlado, madre.

Adam cruzó la oficina con el móvil en la oreja y se detuvo frente al enorme ventanal. Miró hacia el mar mientras su madre vociferaba al teléfono. Normalmente encontraba calma allí. Pero al parecer hoy no.

–¿Cómo? –preguntó Donna Driver desde Florida–. ¿Cómo lo has
controlado? No puedes esperar que crea que tú te estás ocupando del bebé.

¿Tan inverosímil era? Dios sabía que no podría hacerlo mucho peor que sus propios padres. Ya se estaba arrepintiendo de haber llamado a Donna para revelarle la existencia de su nieto. Pero tenía derecho a saber que su hijo favorito había sido padre justo antes de morir.

–Voy a contratar a una niñera –dijo Adam haciendo un esfuerzo por controlar la furia que parecía cobrar vida nada más escuchar el sonido de la voz de su madre.

Se abrió la puerta que tenía detrás y Adam se dio la vuelta para hacerle a Dom un gesto y que entrara.

–¿Y hasta que la contrates? –le preguntó su madre con tono más alto y exigente. Se estaba arrepintiendo de haberla puesto en altavoz.

–Tengo a alguien temporalmente.

–¿A quién?

Dom torció el gesto y Adam supo lo que su amigo quería decir. Su madre no estaría contenta de saber que Daisy se estaba ocupando del bebé. Donna Driver seguía culpándola del divorcio e incluso de la muerte de Devon.

Insistía en que si hubieran seguido casados, Devon no habría tenido aquel maldito accidente. Su madre era irracional pero inamovible.

–No te preocupes por eso –dijo intentando zanjar el tema–. Está
controlado.

–Lo haría yo misma si no estuviera tan lejos –aseguró.

Dom resopló y Adam le miró con el ceño fruncido. Aunque sí, el
comentario había sido humorístico. Donna no era precisamente una mujer maternal. No los había abandonado, pero había entregado a Adam y a Devon a una procesión de niñeras en cuanto pudo.

–Bueno, tengo que irme a trabajar,
madre –dijo.

–Muy bien. Quiero informes regulares del hijo de Devon.

–Se llama Ben.

Donna resopló.

–¿Como tu padre? ¿Por qué ha hecho eso?

–No sé –confesó Adam.

–Seguramente para fastidiarme –murmuró ella. Porque en su mundo todo giraba a su alrededor.

Adam no tenía tiempo ni ganas de escuchar a su madre despotricar sobre cuánto había sufrido durante su matrimonio y cómo su padre había destrozado su espíritu infantil.

–Te mantendré informada, madre –colgó antes de que ella pudiera decir una palabra más.

Adam aspiró con fuerza el aire y dejó de apretar el teléfono con tanta fuerza para no destrozarlo.
Se pasó la mano por el cuello y trató de aliviar la tensión, pero no funcionó. Nada funcionaba cuando tenía que lidiar con su madre.

Dom suspiró y se reclinó en la silla.

–Y dime, ¿cómo ha ido tu primera noche de papá?

Adam se estremeció.

Afterlines (A Daiver Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora