Capítulo 14: Soledad

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El Santuario, Grecia

Teneo despertó en su cama. Sísifo y Aldebaran se encontraban a los pies de la cama hablando en voz baja.
-¡Sofía! ¿Dónde está Sofía? - Se agarró la cara con las manos, las imágenes de lo sucedido acudieron a su cabeza. Los gritos de las mujeres y niños corriendo mientras los espectros se abalanzaban sobre ellos. Luchar sin parar hasta desvanecerse. Ver la cara de Sofía sobre él para luego verla caer por aquel acantilado.

Aldebaran le dio un vaso de agua. -Descansa- Sísifo miraba preocupado a Teneo. Mientras Tauro había estado inconsciente había gritado varias veces el nombre de Sofía. Sísifo tenía un mal presentimiento. Después de que Teneo malherido apareciese de la nada en el Templo de Atenea, Sísifo había mandado a El Cid con su legión de Santos para buscar supervivientes y averiguar qué había sucedido.

Tres días después Teneo se encontraba en el salón del Patriarca con el resto de caballeros dorados. Había entregado su informe de lo que había sucedido en Italia. Cuando narró la parte donde Sofía lo había encontrado se vino abajo. Había muy pocas posibilidades de que Sofía hubiera sobrevivido a la caída. Se realizó un funeral y se colocó una lápida con su nombre para recordarla al lado de los demás santos caídos.

Sage había pasado noches enteras en Star Hill tratando de encontrar su constelación, pero está había desaparecido. No entendía como podía haber malinterpretado tanto las estrellas.

*Tres meses después*

Sísifo sentado detrás de su escritorio, acariciaba el colgante que un año atrás le había regalado Sofía. Se negaba a creer que ya nunca jamás volvería a verla. Las lágrimas caían por su rostro. Hacía un año, ella se había presentado ante él con un hermoso vestido de terciopelo violeta y su cabello suelto; y le había pedido acompañarla al pueblo. Sonrió tristemente al recordar la fiesta. Recordó la mañana del cumpleaños de ella. El suave tacto de su piel y su aroma a rosas. Fue la última vez que la tuvo para él.

***

Albafica se arrodilló ante su lápida y dejó un hermoso ramo de rosas rojas, las favoritas de ella. Sabía que su cuerpo no reposaba ahí, pero todos los días le llevaba flores como cuando ella estaba en casa y despertaba cada mañana. Quería creer que allá donde estuviese, también habría rosas rojas. Durante las primeras semanas se unió a todas las batidas de búsqueda. Pero Sage acabó dejando de mandar santos en su búsqueda, su constelación ya no estaba en el firmamento.

La echaba muchísimo de menos. Hasta que la conoció, la soledad había sido un hecho que había aceptado. Había elegido su sangre venenosa y poder servir a Atenea en vez de una vida rodeado de gente a la que querer. Pero ella le mostró lo que era el amor y ahora ella ya no volvería. La soledad se le hacía insoportable. Recordaba el último día que pasaron juntos y se aferraba a ese recuerdo.

***

-¿Cuando vas a volver al Santuario?- Deuteros miraba a su gemelo. El cual estaba concentrado construyendo un embarcadero en la Isla. Deuteros suspiró. Aspros cuando no estaba buscando a Sofía, estaba construyendo algo en la Isla. Aspros la había llamado Isla Sophia.

Deuteros también echaba de menos a Sofía, seguramente no había ni una sola persona en el Santuario que no la echase de menos. Pero sabía que lo que pasaba en la cabeza de su hermano era algo mucho peor. Aspros se odiaba a sí mismo. Jamás olvidaría lo último que le dijo: «Si te vas, no te molestes en volver. Hemos terminado

Aspros con el martillo golpeaba con furia hasta que la tabla se partió. Se negaba a creer que ella no iba a volver jamás. «Seguro que estaba en alguna parte y simplemente no podía ponerse en contacto». Cada noticia que llegaba hasta él sobre el posible paradero de Sofía, ahí iba él.

Aspros odiaba al Patriarca por haberle dado permiso a Sofía para partir, odiaba a Sísifo por haberla llevado a hablar con el Patriarca, odiaba a Albafica por separarla de él y odiaba a ese espectro que le había arrebatado la vida. Pero lo que más odiaba era aquella guerra. Aquella guerra que había destrozado sus vidas.

***

Aspros estaba sentado en la playa, contemplando el mar cuando su hermano apareció a través de un portal.

-El Patriarca nos ha convocado. Te interesa escuchar lo que tiene que decir.- Aspros miró indiferente a su hermano. Deuteros exasperado agarró a Aspros por los hombros y desaparecieron a través del portal.

Todos los caballeros se encontraban en dos filas, unos frente a otros. Esta vez era Deuteros el que llevaba la armadura y Aspros se mantenía apoyado en una columna.

Atenea entró en la sala, todos los caballeros hincaron una rodilla al suelo.

-Mis queridos caballeros tenemos al fin noticias de quién está detrás de todo ésto. Por fin podemos ponerle cara al mal que nos acecha. Es un dios al que nunca nos habíamos enfrentado, el dios del caos y de la oscuridad, Seth.- Todos los caballeros se sorprendieron. Había cientos de dioses, griegos, romanos, nórdicos, monoteístas. Pero les sorprendió que un gran dios de miles de años atrás hubiera surgido ahora y con qué propósito.

Se oyeron unos pasos acercándose. Un guardia entró rápidamente en la sala y habló con el Patriarca. Sage palideció pero asintió tenso.

La puerta se abrió y nadie podía salir de su asombro. Todos miraban a aquella mujer que tiempo atrás había llegado para ganarse sus corazones. Su hermoso cabello rojizo caía suelto por su espalda hasta su cintura. La armadura de Águila había cambiado, mostrando el tallado del ave sobre uno de sus hombros y unos guanteletes de plata relucían en sus manos antes desnudas y unas espinilleras de Plata cubrían la parte inferior de sus piernas.

Se acercó hasta el Patriarca y Atenea e hizo una reverencia. Atenea se arrodilló juntó a ella y la abrazó. -Bienvenida del Reino de los Muertos. Renaciste como el Ave Fénix. -Sofía sonrió a la diosa. Atenea se levantó y abandonó la sala seguida del Caballero Pegaso, el cual le guiñó un ojo antes de salir.

Sofía miró al Patriarca directamente. Sus ojos se habían oscurecido y el turquesa tenía tintes del color de la sangre. Su piel antes bronceada se asemejaba al alabastro blanco. Sofía habló: -Deseo una audiencia privada. - Sage consternado asintió. Ordenó a todos los caballeros que se fuesen.

Aspros permanecía en la misma posición, pero en su interior un cúmulo de emociones luchaban entre sí. Deseaba abrazarla, pero la mujer que había ante él había regresado distinta. Sus ojos no mostraban calidez, su sonrisa no llegaba a su alma, su actitud fría y distante le causaba una gran tristeza.

Sofía sin girarse a mirarlo le pidió que se fuese inmediatamente. Aspros se molestó, al fin y al cabo ella no tenía autoridad para hablar a un Caballero de Oro así. La mirada de advertencia de Sage, le hizo morderse la lengua y abandonó la sala.

***

Anochecía cuando Sofía salió de la sala del Patriarca. Miró el cielo estrellado y sonrió. Había prometido que volvería y lo había cumplido. A sus pies se extendían todas las casas de los santos. Sus luces iluminaban las escaleras de piedra que llevaban hasta la arena y a las afueras del Santuario.

Se dirigió a la Casa de Piscis, atravesó el jardín de rosas demoníacas y entró en su jardín. Albafica estaba apoyado en una de las columnas de la pérgola y la miraba intensamente.

Sofía sin mediar palabra se tiró a sus brazos. Una intensa presión en su pecho hizo gemir al santo y la apretó fuerte contra él. Las armaduras chirriaron al rozar la una con la otra. Sofía empezó a reírse a carcajadas. Albafica contagiado por su risa acabó riéndose también.

-Albafica, gracias. Gracias por rezar por mí todo este tiempo. Tus rezos me trajeron de vuelta, consiguieron que no me perdiese en el Más Allá. - Sofía acarició la mejilla del Caballero. -No volveré a dejarte sólo, Albafica.- Albafica sonrió con tristeza, había entendido el significado de sus palabras. Ella estaría siempre a su lado, pero no le amaba. Él la amaría por siempre, si ella era feliz, él lo sería. Se juró a sí mismo que siempre velaría por ella ahora que había regresado.

-Debo irme. ¿Nos vemos mañana?- Sofía le miró sonriendo y el Santo se perdió en la profundidad de sus ojos. Albafica asintió y la vió marchar con una sonrisa. Después de muchos días de oscuridad, la luz había vuelto.

**Las imágenes multimedia aquí publicadas no me pertenecen. Créditos a sus respectivos autores. **

Más allá del tiempo [Saint Seiya: TLC] [FINALIZADO] #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora