Hoy me da la impresión de que todos están en mi contra.
Nada más llegar al edificio donde se encuentran las oficinas de Secrets me he
topado con la controladora de zona azul más imbécil e irracional de toda la ciudad,
aparte de poco educada, encima era difícil de mirar. Lo tenía todo la pobre, fea y
gilipollas.Así que he tenido que coquetear un poco con ella para que al final no me pusiera
una multa. Cuando por fin me he librado, he sentido lástima por el hipotético hombre que salga con ella, vaya cruz.
Pero nada, yo sigo inasequible al desaliento y ahora tengo delante al segurata más tonto del culo que un tipo con prisas se puede encontrar.
Entiendo que deben vigilar el acceso al edificio, sin embargo, podrían tener un poco más de sentido común, pero nada, el hombre no me deja entrar.—Puede llamar al despacho del joven Kyungsoo y comprobar que no soy un peligro —le insisto; no obstante, él continúa erre que erre.
Me aparto y llamo a Kyungsoo, este impresentable se va a enterar. Pero como las
desgracias nunca vienen solas, él no responde y tengo que buscar un plan alternativo.
Y yo, que nunca me he visto en una situación similar, es decir, ir en busca de alguien, no sé ni por dónde me da el aire.—¿Y si llama a su secretaria?
—Ya le he dicho, caballero, que no voy a molestar a nadie. Si no aparece en la lista de citas del día, yo no puedo dejarle pasar. Así que apártese de la entrada.
Entonces me doy cuenta de que una mujer nos observa con una media sonrisa. Está de pie junto a la puerta, fumando. Decir que es despampanante es quedarse corto. Lleva colgada una identificación, por lo que es fácil pensar que trabaja aquí. Ahora bien...
¿me acerco, coqueteo y la medio engaño para que me ayude o le doy una patada en los huevos al de seguridad?
Las dos opciones me parecen legítimas en un caso de apuro como el mío.
Cuando la desconocida apaga el cigarrillo, termino de decidirme. No me hace falta ni ajustarme la corbata, soy muy consciente del aspecto que tengo. Si he tonteado con una controladora de zona azul horrorosa que me inspiraba más bien poco, ¿qué no podré hacer con una mujer impresionante?
Allá vamos...—Hola, ¿trabajas aquí? —le pregunto con educación, reservando una sonrisa
seductora para dentro de un minuto.—He oído la conversación; no hace falta que te esfuerces. Kyungsoo no está en su despacho.
Joder, esto es tener el don de la oportunidad y lo demás son tonterías.—No es por desconfiar, pero ¿lo dices para librarte de mí o porque es cierto?
Ella se acerca, puedo olerla y entrever el encaje de su sujetador debido al escote que luce. «Vale, concéntrate. Puedes recrearte la vista, pero nada más», me recuerdo.
—Soy su secretaria.
Trago saliva. Qué casualidad. Sonrío.—¿Y podrías decirme dónde encontrarlo?
—Como te ha dicho el de seguridad, no damos esa clase de información a desconocidos —me suelta con dulzura, aunque se ha humedecido los labios.
Podría ir más allá, y de hecho en cualquier otra circunstancia no lo dudaría, pero maldita sea, me siento igual que un diabético en una pastelería. Se mira, pero no se toca. Qué difícil es esto.—Soy... amigo de Kyungsoo, créeme, no te meterás en líos si me dices dónde está —
contesto, y ahora parpadea. Lo que me faltaba.—Déjame tu teléfono... lo consulto con él... y te llamo —sugiere melosa.
Inspiro, muy hondo. Que la vamos a liar. No soy de piedra y ella tampoco se
contiene.
Recurro a toda mi fuerza de voluntad. Saco una tarjeta y se la entrego. Ella la coge y
sólo le ha faltado restregársela por el escote. Vaya plan...
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Guardemos el secreto
Romance« ¿Quieres pasar una noche inolvidable? ¿Asistir a eventos exclusivos? ¿Cenar en los mejores restaurantes? ¿Codearte con gente vip? Perfecto, aquí me tienes. A cambio sólo te pido una cosa: a la mañana siguiente ahórrame, por favor, escenas romántic...