CAPÍTULO XVIII

460 65 10
                                    

Después de un día tan física y emocionalmente agotador, Star cruzó las puertas de la casa de su hermano, quien se encontraba sentado en la mesa del comedor totalmente inmerso en temas de trabajo.

―¡Meaaan! Ya estoy de vuelta ―anunció su llegada.

―Muy bien... ―él apenas le prestó atención.

―¿A que no sabes con quién he pasado la tarde?

―No, ¿con quién? ―le siguió el juego.

―Con tu querido novio ―ella soltó una risa pícara mientras abrazaba a su hermano por los hombros.

Mean abrió los ojos de par en par. Todo cuadraba.

―¡Con razón no ha respondido a ninguno de mis mensajes...! No le habrás contado nada de lo que sabes, ¿verdad? ―alzó una ceja, con miedo de saber la respuesta.

―Pero ¿por quién me tomas? ―su hermana fingió ofenderse―. Claro que no le he dicho nada. Eso te corresponde a tí y lo sabes.

―Menos mal ―el joven suspiró con alivio―. Ahora mismo no le conviene recordar nada. Solo sufriría más...

Mientras, al otro lado de la ciudad, Plan hacía rato que había puesto un pie en su casa. Tras cenar y relajarse un poco, decidió echar un vistazo al móvil por primera vez desde que se encontró con Star esa misma mañana mientras daba vueltas por la habitación.

Como era obvio, el buzón de voz había sido acaparado por un novio dado de lado durante todo el día, al igual que los mensajes de texto, que superaban las 3 cifras. El joven, en pánico, empezó a formar una maraña de ideas en su cabeza. ¿Seguiría enfadado? Seguro que sí. Mejor esperar al día siguiente. O a la semana siguiente... ¿Cómo haría para disculparse sin desvelar nada de lo que había estado haciendo esa tarde? Star le pidió que no le dijese nada a su amante, así que seguramente ella tampoco lo habría hecho, ¿no? Pues ya está. Boca cerrada.

Con las manos sudorosas, Plan decidió deshacerse del teléfono lanzándolo al otro lado de la habitación. Pero, como si de magia negra se tratase, nada más rozar la cama, el teléfono comenzó a sonar.

―¿Dónde te has metido todo el día? ―oyó la voz de su amante nada más descolgar. Una voz totalmente carente de emociones―. No he dejado de intentar contactarte.

―Yo... Mean, esto... ―aquel que estaba al otro lado del teléfono comenzó a balbucear―. L-lo siento... he estado todo el día... em... limpiando. Sí. Limpiando la casa con mi madre...

―Nunca pensé que serías capaz de mentirme de esa forma ―seguía sin haber rastro de cualquier sentimiento existente―. Y encima con una excusa tan pobre. Dime, ¿quién es?

―¿Có...cómo? ¿Quién es... quién?

―Él. O ella, nunca se sabe.

―Mean, yo no... yo no haría eso...

A Plan se le estaba quebrando la voz poco a poco.

―Já...jamás...

En cuestión de segundos, el joven becario notó cómo iba perdiendo visión por culpa de las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. No quería que todo terminase así, por una mentira piadosa. No estaba listo para perder a Mean y nunca lo estaría. Pero de pronto se oyó una fuerte carcajada al otro lado de la línea.

―Sé que has estado con Star. Me lo ha contado todo.

¡Star! Por su culpa estaba a punto de tirar su relación por la borda.

―¿Lo has pasado bien? No te ha dicho nada raro, ¿no?

No se oía nada al otro lado.

―¿Plan?

Nada.

―¿Estás bien?

Poco a poco, unos sollozos se fueron haciendo audibles.

―¿Estas llorando? Plan, lo siento mucho. No quería hacerte llorar. ¡Lo siento!

Demasiado tarde, el moqueo y el llanto del menor ya eran imparables mientras por su mente pasaban todo tipo de pensamientos melancólicos.

―¡Lo siento! ¡De verdad que lo siento! No llores, por favor.

Con la respiración agitada, se limpió como pudo e intentó tranquilizarse. Pasaron varios minutos hasta que el ritmo de su respiración volvió de cierta forma a la normalidad.

―¿Estás mejor...? ―se preocupó el mayor.

―S-sí... ―casi no se le oía.

―Y... ¿qué tal te ha ido con mi hermana? ―intentó distraerle.

―Bien... Es una persona muy divertida ―esbozó una pequeña sonrisa―. Tienes mucha suerte de tenerla como hermana.

―No creo que tengas mucha razón ―rió―. Es una histérica y solo sabe gritar.

―Pero al menos tienes a alguien...

―Es verdad. Tú no tienes hermanos, ¿no?

Como si no lo supiese lo suficientemente bien.

―Pues... si los he tenido en algún momento... no lo recuerdo... Mi madre no me ha comentado mucho sobre mi infancia...

―Cierto... El accidente...

En aquel momento, la voz del CEO se quebró, pero hizo todo lo posible para que no se notase.

―Cambiando de tema: ¿de qué has hablado con Star?

Mean no se moría de curiosidad precisamente por saberlo, pero necesitaba cambiar el rumbo de la conversación. Al otro lado el menor notó como su cara empezaba a calentarse.

―P-pues... bueno... De nada en especial... He...hemos estado hablando sobre cómo te conocí... y poco más...

Un silencio conocido invadió la línea. Era un silencio en el que no se necesitaba decir nada. Bastaba solo con saber que el otro estaba ahí.

―¿Sigues ahí? ―Plan quiso saber después de unos segundos.

―Tengo unas ganas inmensas de hacerte el amor.

Aquella confesión pilló por sorpresa al becario, quien soltó un pequeño grito ahogado.

―P-pero Mean... Star está en tu casa y en la mía está mi madre... N-no sé cómo...

De nuevo, otra carcajada.

―No he dicho que tenga que ser ahora ―rió―. Pero ten en mente que, cuando te vea, me va a ser muy difícil resistirme ―la voz del CEO cambió drásticamente, intentando transmitir sensualidad.

―No creo que me oponga ―una sonrisa tonta se dibujó en la cara, totalmente roja, del oyente.

―¡Meeeaaaaaaaan! ¡Veeeeeen! ―se oyó a lo lejos.

―Me llama mi hermana ―el otro no lo podía ver, pero el mayor no pudo evitar rodar los ojos ―. Te lo digo en serio: da gracias a que no tienes una. Conmigo tienes más que suficiente.

Y sin más, colgó, dejando a Plan allí solo con sus pensamientos.

La verdad sea dicha, sí, el becario tenía más que suficiente con tener a Mean en su vida. Él le proporcionaba una variedad de emociones que nunca pensó que experimentaría. Y lo más importante: gracias a él, no se ha vuelto a sentir solo.

Él no lo sabía al principio, pero poco a poco se fue dando cuenta de cuánto bien le hacía tener a alguien como Mean en su vida. Y estaba realmente agradecido.

La historia del MeanPlan que no te quisieron contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora