Prólogo

344 11 14
                                    

Gustave entró al fuego solo y salió acompañado. Una criatura con el cabello en llamas que lloraba y lloraba entre los escombros hasta que la rescató el que sería su hermanastro.

El incendio ocurrió por culpa de una chimenea mal apagada en uno de los barrios más desterrados de Coney Island, sabiendo que en aquella isla norteamericana todos los barrios eran desterrados.

¿De quién era el bebé? Nunca se llegaría a saber porque la madre murió en el incendio.

-¡Padre!¡Padre!- gritó Gustave mientras corría hacia la casa, vista desde fuera tan mal cuidada y sin embargo en su interior se encontraban ilimitadas bellezas, cabe decir que estas eran bellezas peculiares -.
-¿¡Dónde te habías metido!? ¿¡No habrás ido al incendio!?
-¡Siento decepcionarlo, pero sí!- le respondió el muchacho a Erik -¡Pero fue por una buena razón, lo juro!-y levantó al bebé para que su padre pudiera verlo-.
-¿Te has vuelto loco?- aún habiendo dicho esto, cogió al bebé en brazos delicadamente y entró en la casa seguido de su hijo- ¿Estaba en el fuego?
-Por poco. Se encontraba bajo unos escombros, casi completamente rodeada por las llamas. ¡Sé que fue peligroso por mi parte arriesgarme de esa manera! ¡Pero los gritos, los llantos, no podía dejarlo ahí!
-¡Déjate de cháchara y tráeme trapos! ¡Está sangrando!- de la frente de la pequeña emanaba sangre y parecía estar a punto de perder el conocimiento-.

-Es una niña.
-Lo siento- Gustave miró a su padre, arrepentido-.
-No tienes por qué sentirlo- se mantuvo en silencio por un momento, observando al bebé que ahora dormía entre las mantas sobre una mesita de café- Has salvado una vida, encima una a la que le queda mucho por vivir- volvió a guardar silencio- Mañana buscaremos a su madre, padre, o quien sea- dicho esto, se retiró a su taller-.

Gustave se acercó a la improvisada cuna y observó a la pequeña.
De nariz hacia arriba, hasta un poco más de la línea del pelo, la piel se encontraba roja y negra, quemada.
Aquello le dejaría cicatriz y puede que allí donde el pelo y cabeza se quemaron nunca volviesen a crecer cabellos.

El caso es que nunca encontraron a ningún familiar, ni tutor, ni a jn amigo de familiar que se hubiera hecho cargo de la niña antes del incendio, ni nadie que la conociese.
Esta creció, el cabello quemado le volvió a crecer pero totalmente blanco y la cicatriz era llamativa, como una máscara de algún superhéroe actual pero más grande.

-Ya ha pasado un año...Padre...Dudo que encontremos a nadie que se pueda hacer cargo de Din.
-En eso estás equivocado, sí que hay alguien.
-¿Nosotros?- el hijo miró al padre, esperanzado-.
-Si no queda otra opción- Gustave sonrió y miró a la enmascarada sin máscara que miraba curiosa la conversación-.
-¿Has oído eso Din? ¡Serás mi hermanita!- corrió hacia ella y la levantó en brazos, Geraldine rió-.

★★★★

-¡Padde!
-No Din, es padrre, erre. Inténtalo tú ahora.
-¡Papá!
-¡Ya sabes que no le gusta que le llamen así! Padrre. Padre.
-¡No!-la chiquitina frunció el ceño y dio un pisotón para hacer notar su enfado-¡Pa-pá!
-¡Din! ¡Haz el favor!

-Si tanto insiste, déjala, ¡pero hazla callar! No puedo concentrarme y el cerdo se me va a escapar si sigue llorando de esa forma-después se giró y volvió a su labor: estudiar el interior de un cerdo, manteniéndolo vivo para fijarse en qué dirección iba la sangre y etc-.
-¿No podrías matar al cerdo y ya? Está sufriendo.
-¡De eso se trata Gustave! De no matar al cerdo. Y ahora ¡Silencio!

El joven, ahora con 12 años, cogió a su hermana en brazos y se marchó a la sala de música.
Allí se sentó frente al piano y práctico las lecciones que su padre le marcaba mientras Din miraba con curiosidad cómo las manos del mayor se deslizaban y volaban de tecla en tecla a la vez que él tarareaba esa misma melodía.

-Padre-dijo al fin la menor-.
-Muy bien.

De lo que Gustave no se dio cuenta fue de que ella mencionó a Erik, porque Gustave se parecía a él.

★★★★

-¡Padreee!- la Din de 9 años sonreía con las manos todavía sobre las teclas-¡Mira lo que he conseguido!- el llamado se colocó bajo el marco de la puerta y miró como su hijastra completaba su primera canción, algo muy sencillo, para principiantes, pero desde el primer día que ella se atrevió a tocar una nota él se sintió ya orgulloso-.
-Ahora deberás enseñárselo a Gustave.
-¡Sí! ¡Le va a gustar mucho!
-Si hablas tan alto te oirá.
-Perdón- susurró Din seguido de una risita nerviosa-.

El 18 cumpleaños de Gustave.
Fecha de celebración.
Erik acudía a la panadería y volvía con una glamurosa tarta. Gustave despertaba con nuevos libros junto a su cama. El fantasma tocaba el órgano y el piano y hacía a sus animatrónicos-instrumentales tocar alguna melodía. Este año, el regalo de Din hacia su hermano: Beautiful.

La canción que Christine le cantaba su hijo cuando este estaba triste. Para Din no significaba nada más que una bella canción, para Gustave, significaba su madre.

««««
Holi, sé que esto no lo leerá nadie pero weno, me hace ilusión poner una nota de autora.
Acabo de terminar de ver Love Never Dies The Film y tenía inspiración desde The Phantom Of The Opera, así que debía escribir este fanfic y así hice.
Espero que hayan disfrutado de esta introducción, corta, lo sé, pero es lo que hay y lo que mi mente me proporciona.
~Chauuuuu



Los fantasmas de Coney Island (Phantom Of The Opera/Love Never Dies- fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora