día no sé cuánto:
me dieron licencia en el trabajo, por suerte. claramente no viajé a ningún lado y todos los días los paso tirada en la cama.
mamá ocultó casi cualquier rastro de valentín de la casa, como si nunca hubiera existido, y en su lugar dejó libros sobre cómo transitar apropiadamente un duelo, como si alguno de esos famosos escritores hubiese pasado por uno.
los rayos que entran por la ventana a duras penas me hacen despertar, supuse que eran como las seis de la mañana, porque en verano el sol sale temprano. miré el reloj que tenía en la mesita de luz, y me dio la razón, eran las seis y cuarto.
"dios, tu lado se siente tan frío" susurré mientras volteaba a ver el espacio vacío de la cama. ahora se encontraba sin su espalda descubierta y su boca entreabierta babeando toda la sábana.
me levanté a regañadientes para desayunar y organizar algunas cosas, ¿qué cosas? ni idea, no tenía nada para hacer... capaz podía arrancar una serie o ver unas pelis, total nadie iba a venir a verme hoy.
abrí la heladera para sacar una leche mientras me frotaba los ojos, me ardían un poco, no sé de qué la verdad, no hice nada como para que me ardieran, pero en fin.
agarré una taza y los cereales de la alacena, y una cuchara del cajón para servírmelos y desayunar mientras veía una serie. agarré el control remoto que estaba en el sillón y puse netflix. después de buscar como media hora puse 'peaky blinders' que la tenía colgada hacia bastante, y comencé a comer.
mi celular comenzó a sonar, lo había dejado en la cocina. puse pausa para levantarme y atender, pero cuando llegué el teléfono dejó de sonar, y en el borde de la mesada estaba esa taza y una cuchara a su lado.
"valen... ¿cuántos años tenés?" pregunté enojada mientras él miraba al piso "vos sabes que soy re ciega y no me ayuda que dejes las cosas en el borde de la mesada... un día de estos voy a romperte la taza pero en la cabeza" rematé cambiándola de lugar.
"tengo veinte pero no entiendo a veces las cosas" susurró con un tono lastimero mientras miraba al piso "pero que sos la más linda del mundo lo reeee entiendo, bombón" acotó mientras me alzaba y hacía dar vueltas por toda la cocina, provocando que mis cachetes se encendieran.
"yo no puedo creer que seas tan nene, de verdad te digo" respondí entre risas "ahora bajame, tarado"
"lupe…"
"¿qué?"
"no sé qué hice para que me dieras bola" comentó con una sonrisa tan grande como una casa, su cabeza ladeada y un brillo increíblemente hipnotizante en sus ojos.
"un amarre seguro" respondí, a propósito, para cortar la atmósfera cursi del ambiente. "deja de mirarme así, me pones nerviosa" acoté pegándole levemente con un repasador de la mesada.
"lupe…"
"¿qué?"
"sos hermosa"
"gracias, vos también"
"lupe…"
"¿qué querés valentínnnnn? sos un pesa..." sus labios estampados contra los míos cortaron cualquier frase que estuviese por salir de mi boca, y cualquier distancia que impidiera la cercanía de nuestros cuerpos.
"lupe, tengamos un enzo" musitó largando destellos de sus ojos y, mientras mis manos acunaban su cara, asentí con la sonrisa más linda y acendrada de todas.
"no te lo puedo creer" murmuré atónita mientras miraba aquellos objetos sobre la mesada. "¿vos me estás boludeando?" Pregunté lastimosamente al aire. "te juro que no es gracioso, da miedo"
una brisa atravesó las cortinas del living y recorrió lentamente mi cuerpo, cada centímetro del mío sintió cada estela del suyo, como si fuese un escalofrío.
"no entiendo, de verdad te juro que no entiendo" musité mientras daba vueltas por la casa. "¿qué estoy haciendo? ¿si te hablo me escuchas?" pregunté rendida para recostarme sobre el sillón.
mis manos se enredaban entre sí y mi cuerpo se convertía lentamente en un frasco de nervios y ansiedad. la habitación estaba vacía, y pasó de sentirse fría a sentirse cálida, pero con el calor de un hogar, con el calor de cuando estaba él.
"creo que ya estoy loca, te juro" susurré tapando mi cara con una almohada "encima la forra de la psicóloga no me ayuda, creo que voy a ir a otra" añadí suavemente "¿vos te das cuenta de que le estoy hablando al aire? dios guadalupe, cada día más pelotuda"
me dirigí al baño para cepillarme los dientes y tomar mis pastillas. me medicaron por un tiempo por las secuelas del accidente, y recién voy un mes de tratamiento.
me acerqué al lavabo y ahí estaba, su cepillo de dientes junto al mío. procedí a lavarme la cara, y vi que las ojeras y las lagañas dejaban al descubierto lo demacrada y mal dormida que estaba. enjuagué mi cara mientras abría el gabinete del espejo para sacar de allí las pastillas.
"¡¿QUÉ CARAJO HICISTE?!" vociferé mientras retrocedía velozmente. la sonriente cara de valentín apareció de forma inesperada en el reflejo del espejo. "¡NO APAREZCAS ASÍ! ¡POR DIOS... ME HACES MAL!" grité entre lágrimas mientras que, a paso rápido, me dirigía hacia la cama.
abracé su almohada y comencé a llorar. me convertí en una cascada, era un mar de lágrimas... '¿por qué pasó lo que pasó?' y '¿por qué a él?' eran las dos preguntas que me carcomían la conciencia desde que pasó el accidente, y no las veía con ganas de irse pronto. eso era lo peor.
"valentín, te extraño y amo todo el tiempo, todos los días, todos los minutos y todos los segundos" sollocé entre las sábanas. "chiquitín, no estoy lista para estar sin vos, ¿por qué me dejaste? ¿por qué te fuiste?" cuestioné al aire enojada.
las lágrimas seguían cayendo por mis ojos y eso me sorprendía, lo lloré tanto que creí que ya no me quedaban más, lo extrañaba tanto. me hacía tanta falta, que el sentimiento de angustia y vacío instalado en mi pecho aquel día no me dejaba pensar y actuar con claridad. acostada en posición fetal, y con su almohada pegada a mi cuerpo, intenté sentir su aroma, pero este ya no existía entre las sábanas, sino que en mi memoria.
"valentín, te juro que no puedo sin vos" confesé. "cada vez que siento que me levanto, caigo con más fuerza... estoy rota, y no me puedo arreglar sola"
las suaves brisas que recorrían la habitación que compartíamos se la adueñaron, y sacaron a flote viejos recuerdos que podían sentirse como si hubiesen sido ayer: la compra del departamento, la primer pelea, el primer arreglo, y el primer beso. valentín era parte de mí, y ya no estaba.
"girasol... por favor, volvé" susurré, tratando de retener las lágrimas que sin consideración alguna salían de mis ojos.
en ese mismo instante sentí que el tiempo se detuvo, y vi ese brillo de siempre, sentí esa caricia que tanto necesitaba envolver mi cuerpo, y eso me alcanzó para aflojar un poco. valentín no tenía que volver, porque nunca se había ido.
lindo día para lagrimear ahre.
la foto d valentín chikito para ponerle onda.