Capítulo XXXIII - Algo extraño en nuestras vidas.

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Para Sandie los domingos siempre fueron aburridos, definitivamente éste se ganaba el premio. Si no supiera que los días duran 24 horas, podría jurar que este duró muchas más.

—Presiento que este fin de semana va a ser largo. Sólo ha pasado un día y siento como si llevara un mes en casa de la tía Myra. —Suspiré.

Mi tía estuvo todo el día enseñándome a tejer. ¿Pueden creerlo? Como si a mi me gustara tejer. Pff. Al menos empecé a hacerme un suéter de mi color favorito, el rojo.

Me la pasé viendo la hora en mi reloj de muñeca y pensando la estrategia para escaparme de casa sin que mi tía supiera. No necesito más problemas con mis padres. Porque seguro lo primero que haría si se enterase que me escapo es ir a decirles.

Sigo en mi habitación pensando la manera de escaparme para ver a Jeremy. Lo haré porque lo quiero ver. Y además porque me estoy volviendo loca encerrada. Aunque es estúpido, porque vivo en un Internado —Reí.

Estuve toda la mañana pensando, y al fin tengo una solución. Ya lo verán. ¡Cómo no se me había ocurrido antes!

La Tía Myra gritó mi nombre, o eso me pareció. Sí. Me dice que baje a almorzar, así que es la hora exacta para ejecutar mi plan.

Hizo macarrones con queso, ¡qué rico! Lo malo es que Gilberto quiere comerse mis macarrones. Y no. No estoy hablando del jardinero. Gilberto es uno de los gatos más queridos de mi tía -y uno de los más viejos también-, aunque ella no quiera admitirlo, se nota que le da un mejor trato que a los demás, tal vez porque tiene más tiempo viviendo con ella.

Bien, mi tía terminó de comer, ahora le toca su siesta larga de la tarde. Ella es de esas señoras que están sentadas contándote una historia de su juventud y al segundo siguiente se quedan dormidas. Y uno no puede entender cómo logran relajarse sentadas en una silla. Si yo ni siquiera puedo dormir acostada en mi acogedora camita.

Noté que mi tía cabeceaba y vi la magnífica oportunidad que estaba esperando. Le preparé un té caliente para ayudar a que se relajara y en menos de media hora mi tía yacía en el sofá con el brazo colgando hacia afuera y con la boca abierta.

Bueno, bueno. Mi plan era ése. Simple y sencillo, esperar a que Tía Myra se durmiera como todas las tardes. Y para evitar errores, le puse una pastillita para dormir en su té. Espero que esa sea la dosis correcta, porque no quiero matar a mi tía. Mejor dejo de pensar y me voy rápido, Jeremy me debe estar esperando.

Fui a la habitación y me arreglé rápidamente. Dirigía mis pasos sigilosamente hacia la puerta principal para no despertarla, pero de pronto un ruido procedente del sofá me alertó. Cuando volteé suspiré aliviada. Sólo eran los ronquidos de mi tía. Estaba profundamente dormida, así que no había peligro que se despertara pronto. Y me largué de allí.

La calle estaba húmeda y todo tenía una cierta oscuridad, aunque todavía era algo temprano. No conocía bien ese vecindario, no solía visitar a mi tía. Es obvio que mis padres me habían mandado con ella sólo para tenerme vigilada.

Al fin luego de caminar durante unos minutos, pude encontrar una calle conocida. El parque en el que me había citado con Jeremy no estaba lejos y como ya sabía dónde me encontraba, pude llegar en menos de 5 minutos al lugar.

Busqué por los alrededores y encontré a Jeremy sentado en un lugar algo alejado. Estaba recostado de un árbol y tenía una expresión extraña, como pensativa, o tal vez estaba nervioso. Me le acerqué, a pesar de parecer distraído, se percató de que alguien se le acercaba y giró la cabeza bruscamente. Cuando vio que era yo, bajó la guardia. No sé en qué estaría pensando.

—¡Hey, hola! —le dije en forma cariñosa.
—Hola, Sandie. —Miró su reloj. Parecía que quería decirme algo.
—¿Qué pasa? Te noto algo extraño, ¿ocurre algo? —pregunté.
—Ehm... No —responde dudoso. Lo piensa mejor—. Es que llegaste tarde.
—Pero sólo fueron unos minutos. Y es porque no conozco bien el vecindario donde vive la tía Myra y fue un poco difícil salir de allí. ¿Me perdonas? —Mi rostro adquiere la expresión del gatito de Shrek.
—Sí, lo que sucede es que debo... ir a ayudar a mi mamá. Me pidió un favor y no se lo puedo negar.
—Está bien. Entonces seamos breves para que llegues a tiempo a tu casa. —Le dedico una sonrisa amistosa. Ahora cambia mi expresión por una de ternura, jamás por una de amor. Y lo beso, en los labios. Pero no como antes. Hay algo diferente. Si quiero besarlo, pero... ¿será por costumbre?

Estuvimos conversando un rato y luego, la duda tocó mi mente.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —le dije.
—Sí, claro.
—¿Por qué estabas nervioso cuando llegué?
—¿De qué hablas?
—Noté que te sobresaltaste cuando me acerqué.
—Ah, no es nada. Es que estaba pensando en mi madre. Ha estado triste, aunque no me quiere decir nada, temo que el causante es mi padre, como siempre. Aunque esta vez la veo diferente, supongo que se van a divorciar.
—Lamento mucho oír eso. —Le di un abrazo.
—Gracias Sandie. Te quiero mucho.
—Yo también, Jeremy. —Le doy un beso. Él mira su reloj y vuelve su expresión nerviosa.
—Cariño, son las 8:30pm —me dice. Yo lo miro sin entender—. Recuerda que te dije que mi madre me pidió que la ayudara.
—Creí que había sido tu padre.
—Ssi.. sí. En realidad fueron los dos. Espero que no sea para informarme lo de su divorcio.
—Está bien, voy a estar pendiente de ti, me escribes por cualquier cosa que pase con tus padres, ¿sí? —Jeremy asintió—. Y recuerda que siempre tendrás mi apoyo.

Nos abrazamos y besamos antes de que cada quien tomara su camino.

***Continúa en la parte siguiente..***

Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora