Capítulo XXXIV - La tormenta se avecina, o ¿la vecina se atormenta?

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Abrí la puerta de la casa y caminé sigilosamente. Me tranquilicé cuando entré a la habitación principal y ví a tía Myra aún roncando. Todo había resultado bien. No tendría problemas con mis padres. Aunque no todo era felicidad, yo esperaba estar más tiempo con Jeremy, me pareció extraño el cuento de sus padres, pero yo no soy quién para juzgar a nadie, tengo mis propios secretos. Ahora vería televisión hasta que mi tía despertara y me obligara a hornear pastelitos con ella.

EN CASA DE JEREMY

Había mucha tensión. Aunque era normal que sus padres no se hablaran durante la cena, se podía notar algo de tensión en el ambiente. Usualmente su padre decía algo sobre el clima, o su madre comentaba la comida de la sirvienta, mientras su padre solo bajaba el diario de vez en cuando para mirarla y dar la impresión de estarla escuchando. Pero ahora nada de eso. Reinaba el silencio en el comedor de los Mulder.

Después de cenar, Jeremy se levantó y se fue de allí, prácticamente huyendo. Estaban tan extraños, que ni siquiera su madre le llamó la atención por abandonar el comedor.

REUNIÓN DE LOS MALVADOS

Las chicas llevaban un par de minutos esperándolo, hasta que apareció. Ellas lo miraron divertidas.

—Pensé que las mujeres tardábamos siglos —dijo la chica de los ojos claros en tono burlón.
—Tenía algo importante qué hacer —se excusó.
—Como sea. Vayamos a lo importante —pidió la pelirroja.
—Estoy de acuerdo. Nena, ¿puedes por favor explicarnos esa idea que se te ocurrió? —preguntó el chico a la de ojos claros.
—Claro. Y lo mejor es que estuve mejorándola. —Los chicos tenían una mirada de impaciencia, así que ella tuvo que reprimir su emoción y comenzó a contar el plan—. Hemos hecho todas esas notas para lastimar gente, pero tenemos un enemigo principal. Pienso que si queremos que este golpe sea muy duro y difícil de solucionar, o imposible —Se le escapó una risita—, debemos dejar de atacar a otras personas y buscar el punto débil de nuestro objetivo. Y yo creo saber qué hay que hacer para acorralar a nuestro pequeño problemita. Con lo que vamos a hacer, todo el mundo le dará la espalda.
—Me encanta la idea, pero ¿y si nos descubren? —La pelirroja a veces era demasiado nerviosa.
—No lo harán, niña. ¿Con quién crees que estás hablando?
—No creo que debamos confiarnos demasiado. Hay que actuar con cuidado porque si nos descubren es el fin.
—Bueno, ¿y qué es exactamente lo que vamos a hacer para destruir a nuestro problemita? Ilumínanos.
—Estaba esperando que me lo preguntaran —admitió orgullosa—. Vamos a revelar unos secretitos que tiene por ahí ocultos nuestro estorbo, pero no de la forma convencional.
—¿Ah, no?
—No, nena. Esta vez no nos importa que lo lea el alumnado. Va a haber un mejor público para estas notas. Y van a ser repartidas por el mismísimo director puerquito. —No pudo resistir una carcajada.
—Para eso necesitaríamos introducirlas de alguna manera.
—Es correcto.
—¿Y cómo se supone que haremos eso?
—Una tiene sus contactos, digamos que Sandie no es la única que se acuesta con un profesor.

No vio venir la cachetada que le propinó el muchacho. Lo miró sorprendida y luego su expresión cambió a molestia.

—¿Qué rayos te pasa? —le dijo él.
—Eso te pregunto yo. Quedamos en que no soy de tu propiedad, ni tú eres mío.
—Cariño, estar conmigo es como pertenecer a la mafia, jamás puedes salir viva.

EN CASA DE TÍA MYRA

Me pasé el resto de la noche leyendo libros en mi celular. Aunque mi mente viajó un poco por todos los acontecimientos. Tantas cosas han pasado en tan poco tiempo. Aún recuerdo cuando mi vida era normal. Mis padres no se interesaban en mi, aunque eso sigue igual, ahora se preocupan o fingen hacerlo, por la vez que me escapé para ir a ver a Chris. ¡Ese estúpido! Es un grandísimo imbécil, ¿cómo pudo jugar así conmigo? ¿Por qué me ilusionó si todo era un juego? ¿Será que realmente piensa así, o me quiere de verdad?

Y Jeremy.. yo solo lo he lastimado. He sido muy egoísta. Desde el principio debí contarle que estaba con Chris, debí terminar con él, pero eso no es lo peor, no. Lo peor es que sigo siendo novia de Jeremy y ni siquiera sé exactamente qué es lo que siento por él. Me siento muy bien a su lado, pero no sé si es costumbre, amistad, o que siento amor por él. Mis sentimientos no están claros. Cuando volví a besarlo, yo.. me sentí bien. Extrañaba sus besos, creo que eso puede significar que lo quiero. ¡Dios! Si tan solo supiera cómo hacer para aclarar mis sentimientos.

Fui a lavarme la cara para dejar de pensar en estupideces y para sentirme mejor de ánimo. Tomo la toalla y me seco, pero hay algo que está mal. Hay demasiado silencio. No se oye nada, ni un murmullo. ¿Qué estará haciendo Tía Myra? Creo que lo mejor será bajar a verla. Le gusta que le desee las buenas noches. Creo que es porque es una mujer que vive sola con sus gatos y al estar sin nadie, se siente triste a veces.

Bajé las escaleras. Tía Myra no está en la cocina, pensé que tal vez estaría horneando algo. Tal vez esté viendo un programa de esos dónde te enseñan a tejer, pero no. Tampoco está en la Sala de Estar. ¡Qué extraño!

De pronto me pasó una idea por la mente, pero no. No podía ser posible. No me hice caso, busqué por toda la casa y no encontré rastro de ella. Hasta que tenía que agotar el último recurso. Fui al Estudio donde mi tía se tumba todas las tardes a descansar, y efectivamente, mi mal presentimiento resultó verdadero. Allí estaba ella, acostada en aquel sofá color camello que tanto le gusta, todavía dormida. O.. no.. ¿muerta? —Me reí, tal vez por los nervios—. ¡Dios mío! Los calmantes.. tal vez la dosis que le dí no sea la correcta. ¡Santo Dios! ¡Maté a mi tía!

Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora