❝𝘚𝘪 𝘵ú 𝘵𝘦 𝘷𝘢𝘴 𝘺 𝘴𝘪 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘴𝘦 𝘷𝘢, ¿𝘤𝘰𝘯 𝘲𝘶𝘪é𝘯 𝘴𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘬𝘢𝘣𝘶𝘳𝘢𝘮𝘢𝘳𝘶?❞
Donde Akane estaba enamorada de Obanai, todos los sabían, hasta él, pero nunca hizo nada, nunca lucho por su amor o le exigió que acepte sus s...
❝¿Hay algo que pude haber dicho para que tu corazón pudiera latir mejor?❞
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Notó como el sol empezaba a salir marcando el final de esa batalla, la cual aunque habían ganaron ¿Por qué no se sentía como una victora? ¿Por qué no sentía desaparecer ese vacío que se había formado con todo lo que le había arrancado aquel ser que se consumía en tan solo polvo? Ella, habia dado la vida, su felicidad, su eterna lealtad, su sangre, lágrimas y sudor por acabar la propagación de demonios pero en ese momento tan ansiado... sólo sentía dolor, sólo quería que sus heridas hayan sido tan graves para dejar este mundo junto a sus compañeros Hashiras, si ahora ella moría ¿Volvería a tener esas raras conversaciones con Muchiro? ¿Escucharía de nuevo los regaños de Shinobu? ¿Tendría el derecho de volver a ver la sonrisa de Kyojuro?
Cayó de rodillas al suelo mientras sentía su garganta arder, trataba de enfocar su mirada en la gente a su alrededor, o bueno uno de sus ojos ya que el otro había sido aplastado por una de las lunas demoniacas con la cual lucho. No podía respirar con normalidad, tenía algunas costillas rotas y su único brazo sano soltaba las dos katanas que había sostenido con tanta desesperación aún después de escuchar las muertes de sus compañeros anunciadas por los confiables cuervos, aquellas katanas de color negro y blanco la habían acompañado en muchas misiones, hasta en la última donde una de las dos había sido partida.
Uno de sus brazos no respondía, en algún momento había pensado que lo perdió pero cuando se rindió de batallar había visto que estaba torcido de una forma poco natural, cortesía del fallecido rey demonio que la había lanzado contra una pared. Aunque, se sorprendía que se había levantado como si nada de aquello y siguió la pelea con tanta exasperación y furia, Akane Kobayashi no estaría acabada esa madrugada, ella vería de cerca como Muzan era asesinado, con tanta adrenalina en su cuerpo incapaz de sentir las graves heridas.
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De repente, escucho vagamente los gritos de felicidad y los llantos, la gente celebraba a su alrededor con tanta devoción aquel triunfo de la humanidad, pero ella seguía aturdida y está segura que perdió gran parte del sentido de audición. Su ojo escarlata se posó en la gente que le rodeaba, los cuales serían los encargados de cuidarle y de sanarle. Mantuvo su rostro inexpresivo como era costumbre desde que el sol que iluminaba su vida, su maestro, partió de este mundo pero tan inesperado como aquella victoria la pilar logró sonreír con tanta paz con mirada en frente.
