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Bienvenidos y bienvenidas. Suponiendo que están aquí porque les gustan las historias de amor ¿no es así?
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¿Dí en el clavo? Maravilloso. ¿Saben? Yo se muchas historias de esa índole, claro que tanto tiempo en el mundo me ha enseñado toda clase de romance, tragedias y comedias ¿Quieren escuchar una?
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¿Sí? ¡Que dicha! Por favor, acomódense. Justo tengo en mente una de las anécdotas más  maravillosas que vi ¿y saben? ¡Fui participe en ella! ¿No es estupendo? Fungir como una especie de “cupido”. Tan solo recordarlo me provoca escalofríos y muchas ganas de llorar ¡Ah~! El amor viene en diferentes formas, tamaños y razas…

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–Meow– se escuchó, el suave maullido de algún gato callejero –Meeeow– lo repitió. Nada ¡Meeeeow! – y como las ocasiones anteriores tampoco sirvió de nada. Sentado en el muro de alguna casa cualquiera se veía al dueño de aquellos desesperados maullidos, un gato blanco con manchas pelirrojas cuyo cuello era adornado por un collar en color verde ya algo desgastado; junto a una preciosa peculiaridad, no solo su pelaje que se veía sorprendentemente brillante a pesar de su condición callejera, también tenía unos preciosos ojos heterocromaticos, los cuales seguían sin reparos a un joven estudiante de verdosos cabellos y enorme sonrisa.

Oh si, quería llamar su atención pero como siempre había fallado estrepitosamente. Un grave gruñido escapo de su garganta al mismo tiempo que las puntas de sus orejas bajaban hacia los costados. Estaba frustrado, muy frustrado ¡Exageradamente frustrado!

Dio un salto largo de la cima de la barda hasta el piso cayendo con elegancia, dio una última mirada hacia el camino que el peliverde había tomado para ir a la escuela junto a sus amigos, como suponía ya no había ni rastro de su delgada figura y con la vista de la calle ausente de su presencia se fue. Tenía que pensar una nueva táctica para captar la atención de aquel humano, los maullidos no servían y saltar hacía él… Bueno, por alguna fuerza superior terminaba esquivándolo ¡Y sin darse cuenta! ¿Era eso magia humana? ¿O fingía que lo ignoraba? Sacudió su cabeza, alejando esos pensamientos feos ¡Pensamientos malos, Pensamientos malos! ¡No se atrevan de nuevo a aparecer y deprimirlo! Él sabía que su aún no humano no era así, conocía el corazón de aquel escurridizo chico, era puro y amable. Ah, su corazón se llenaba de dicha con tan solo recordar la amabilidad de ese humano. Un sentimiento de nostalgia comenzaba a invadirlo, era tan fuerte que podría jurar sentir el olor de lluvia y tierra mojada picarle la nariz y esa cálida voz que opacaba la incesante lluvia.
Perdido en sus pensamientos no se dio cuenta en que momento había llegado a un pequeño templo solitario, ni siquiera presto atención al camino ¿Será que tantos días visitando el lugar se memorizo el camino e inconscientemente llego? Asombroso. Tomo asiento frente a la entrada del templo, enrollando su cola alrededor de sus patas, con la punta de esta daba pequeños golpecitos al piso. Inhalo y…

“¡Por favor Dios! ¡Te ruego cumplas mi deseo y poder estar a su lado el resto de mis 7 vidas!”

Pidió con fuerza su corazón y un maullido hacía el cielo.
Tantas veces que lo ha pedido. Tantas veces que ha sido ignorado por el ser celestial. Bajo la mirada rendido, frustrado de que sus plegarías fueran monumentalmente rechazadas continuamente ¿Debería rendirse en pedir ayuda divina? No quería pero… ¿Qué más podía hacer para que cumplieran sus honestas plegaría? ¿Algún ritual, traer ofrendas? Podría cazar un ave para Dios como ofrenda ¿Qué tipo de ave le gustara? ¡O quizá un ratón! ¡Aaaaagh! Se sentía tan desesperado.

“¡Dios! ¡Dios! ¡Solo dime lo que tengo que hacer! ¡Yo quiero…! Quiero estar con el humano, quiero estar con Izuku-san.”

Pedía desconsolado. Con su heterocromatica mirada dirigida al piso, su pecho dolía, era como si una piedra de cientos de kilos se encontrara presionando su corazón. Se tragó su dolor junto a esa debilidad momentánea, no podía o más bien, no debía rendirse; se había hecho un juramento que sin importar como o cuanto tardara estaría al lado de ese chico. Porque finalmente había encontrado algo por lo que luchar, algo por lo que dedicar su día a día y que le había dado un motivo de despertar cada mañana. Miro hacía un punto lejano de donde él actualmente se encontraba, específicamente en un árbol cerca de la entrada del templo. Ya se acercaba la hora de retirarse, su aún no humano estaba por salir de la escuela, si no se daba prisa no alcanzaría a verlo por última vez en el día ¿Y porque no? Intentar llamar su atención una vez más. Se puso de pie, dio media vuelta y con paso elegante inicio su caminata rumbo al colegio del peliverde, donde comenzaría su cacería por la atención de su Izuku-san.

Koi suru neko kujikenai [TodoDeku] EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora