Dulce placer

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¡Aquí una nueva ida de olla de las mías!

¡Inciso! Esta historia entra dentro del universo de ¿Locos o cuerdos?, mi otro OS publicado, y su continuación: Ven.

Podéis leerlo por separado sin problemas, pero son nuestros mismos protagonistas.

Si vais a leer todos, primero leed ¿Locos o cuerdos?  y Ven u os spoileareis parte de la trama :)

¡Muchas gracias por leer y por vuestro apoyo!

Nos leemos al final y en los comentarios ^^











Un gemido bastante sonoro rebota en las paredes de la concurrida sala y hace que todas las miradas se posen en el emisor. Raoul, con la cuchara en la boca, se revuelve en su asiento ligeramente, algo colorado. Qué bueno... Con los ojos cerrados, saborea cada uno de los sabores de la selva negra que les acaban de dar a probar.

Agoney le mira desde la silla contigua, embelesado, le encanta su niño cuando muestra su lado glotón y dulce. Que es siempre. Él ya ha probado la tarta y dará su opinión pero la decisión final quiere que corra a cargo del rubio, que es el más goloso de los dos. A él la tarta realmente le da igual, su boda será perfecta con o sin chocolate en ella.

El rubio abre los ojos y los posa, miel brillante y dulce, sobre los del canario. Se relame los restos que tiene sobre los labios, provocando que los ojos oscuros se dirijan hacia su boca de forma automática. Raoul sonríe y le coge de la rodilla para llamar su atención antes de dar su valoración.

— Me gusta mucho, pero creo que no es esta, demasiado chocolate después de un menú abundante, ¿no crees, amor?

— Sí... ¿Qué crees que le vendría mejor?

— No tanto dulce... Podemos eliminar las de chocolate, ¿no?

— ¿El rey del dulce quiere eliminar las tartas de chocolate? — Le pica Agoney, posando su mano sobre la que reposa en su rodilla y riendo con él. Porque Raoul ríe con su comentario, aunque calla pronto y se revuelve en el asiento.

— ¿Por el bien de la diabetes de los invitados? — Le mira con los ojos encendidos y la respiración algo agitada tras la risa.

— Por el bien de la diabetes de los invitados, mi niño. ¿Probamos la de zanahoria?

— Mmmm sí, la Carrot Cake la siguiente. — Sonríe mientras se gira para decírselo a la chica del catering que les están ayudando con la prueba.

Quedan varios meses para su boda y están ultimando algunos de los elementos de la fiesta. Han llegado al acuerdo de darse tiempo para encargarse de cada detalle con calma, sin prisa. No quieren que se convierta en un foco de estrés en sus vidas y, aunque saben que al final los nervios llegaran, de momento lo llevan de una forma tranquila y calmada.

También llegaron a la conclusión que debían de ayudarse en todo momento cuando uno de ellos estuviera a punto de perder los estribos. Y esa misma mañana Raoul se ha levantado con un nudo en la garganta, manos temblorosas y palabras atropelladas. Para el rubio el menú es uno de los mayores quebraderos de cabeza de toda la ceremonia. Él se toma la comida muy en serio, tanto que quiere que todo sea perfecto para todos los invitados. Por suerte, Agoney siempre sabe lo que necesita en cada momento y ha conseguido, de una manera infalible, eliminar todo rastro de nervios de su cuerpo.

>> Perdona, ¿nos puede a dar a probar ahora la Carrot Cake? - Se dirige a la muchacha rubia que les está sirviendo durante toda la mañana mientras Agoney utiliza ese momento para echarle un vistazo a su móvil, lo que hace que los ojos del rubio se claven en sus dedos durante unos segundos más de lo debido. Esos dedos que no hace tanto estaban jugando con cada una de las cuerdas de su cuerpo.

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