Capitulo XVII

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Desconcertada por este último episodio, seguí andando sin rumbo por las calurosas calles de Poolvishe. Las aceras estaban ardiendo del insoportable calor.
Sin prestar demasiada atención al gentil hombre de la botella, abrí esta misma y tomé un sorbo. El agua fría resultaba estupenda en un momento como este, asi que seguí bebiendo un tiempo más. 

No pensar en Félix seguía siendo imposible. Me alejé de la casa precisamente para no pensar, pero no era lo que estaba haciendo con exactitud. Ya no quería verlo más, quería olvidarlo por siempre, pero no podía. Él seguía viviendo en mi casa, y no podía echarlo. Aguantaría unos cinco meses más, o tal vez no. 
Di un par de vueltas más y regresé a casa.

* * *

María servía la cena, y en la mesa sentados ya, estábamos los cuatro. De mi lado Drake, y en frente Cassidy y Félix. María se retiró. 
Todos estábamos en silencio, y yo para romper el hielo, pregunté:

-¿Cómo estuvo su día hoy?-

-Muy bien, ¿el tuyo?- preguntó Drake con entusiasmo

-Estuvo bien.-

Cassidy se limitó a gesticular con una falsa sonrisa.

-Félix, mañana regresaré al salir del trabajo a casa, tu tienes turno con el médico 15:40, llego a tiempo.- dije

-Está bien, gracias.- espetó.

Sonreí.

Y así prosiguió la cena, en silencio. Luego, María retiró los platos y cada uno se fué a su habitación. Me debía de acostar temprano hoy.
Revisé por última vez mi casilla de correos, y precisamente había uno, nuevamente sin destinatario. Creí que se habían enquivocado nuevamente, pero grande fue mi sorpresa al descubrir que decía:

"¿Por qué no contestas mi correo, Miranda?"

Definitivamente ahora si estaba dirigido a mi. Decidida a contestar, escribí:

"Disculpa, ¿me podrías decir quien eres?"

Pulsé en la tecla: enviar.

Pensé en las posibles personas que podrían haber enviado ese correo, pero nadie parecía ser la adecuada. Además, casi todos mis contactos estaban agregados en mi lista de amigos... hubiera aparecido el nombre de alguno de ellos.
Apagué el aparato, y me fuí a dormir.

* * * 

Nuevo día. El reloj despertador marcaba las 7:00. Me desperezé unos minutos antes de levantarme por completo. Luego, elegí la ropa adecuada y fui hasta el baño. Tomé una ducha y me vestí rápidamente. En la cocina, María preparaba el desayuno. Mientras, yo hojeaba el periódico de esta mañana. Me salteé la sección de deportes y de anuncios y clasificados. Tomé el desayuno, cogí mi portafolios y las llaves del auto; y partí rumbo a mi nuevo empleo, sonriéndole a una nueva mañana de primavera.

Al llegar, tomé el ascensor y me recibieron muy rápidamente. Me enseñaron la oficina y me presentaron a mis nuevos compañeros. Básicamente, el empleo consistía en convencer a la gente de que comprara el edificio al que le habían echado un ojo, como asi también, hablarles de este y ponerlos al tanto de los precios.
Me sentaron junto a Lola, una compañera. Mi primer día constaba en solo observar y aprender a relacionarme con la gente, y Lola me ayudaba en eso. Luego, el jefe me daría unos papeles con información detallada de cada propiedad, para hablar con fluidez ante la gente y estar más enterada de cada edificio. 

Y así pasó la mañana y luego el mediodía. La hora de almorzar fue de 12:00 a 13:00. Luego, regresé al trabajo y las últimas tres horas pasaron volando. 
Salí del trabajo y guardé los papeles que me había dado el jefe en mi portafolios. Caminé hacia el estacionamiento, tomé el auto y conduje con tranquilidad hasta casa.

Llegué 15:17, según el reloj de la cocina. Fuí hasta mi cuarto y revisé el correo. Tenían intriga del e-mail de aquella persona que hasta ahora desconocía. En la casilla de mensajes, había uno. Mientras lo abría, entrecerraba los ojos como tratando de no querer verlo. Se abrió al cabo de milisegundos y este decía:

"Nicholas, ahora que ya sabes quien soy, ¿cómo estás?"

Nicholas, mi ex novio. Estuvimos juntos unos dos años, nada más. Me engañó con una chica de piel morena, lo recuerdo muy bien. ¿Qué quería? Si sólo hablar, estaba dispuesta a ello; pero no pasaría ese límite. No habíamos terminado muy bien, pero un 'hola' no se le negaba a nadie.

Y decidí responderle:

"No te tenía agregado. Pasó mucho tiempo. Yo estoy muy bien, ¿y tú?"

Y lo envié.

Creí que no contestaría al momento, pero mientras cerraba mi sesión, había llegado su respuesta.

De Nicholas:  "De maravilla. Quería que, nos juntaramos a hablar. Necesito preguntarte algo."

De Miranda: "¿No puede ser por aquí? No lo tomes a mal, no es que no quiera verte".

De NIcholas: "La verdad, no. Pero si quieres saber algo, es sobre nosotros. Herirte fue la peor cosa que pude haber hecho.

Sabía a donde iba esto.

De Miranda: "Eso ya pasó, descuida."

De Nicholas: "Igual, necesito hablar contigo".

De Miranda: "De acuerdo, mañana en Saul's, ¿lo recuerdas?, 17:30 hs."

De Nicholas: "Ahí estaré".

Miré la hora y ya eran 15:29. Me apresuré y cerré el computador. Tomé mi bolso y las llaves del coche. Salí de mi cuarto y Félix estaba esperando en la puerta.

-¿Vamos?- preguntó.

-Si, vamos.-

* * *
El doctor muy paciente, le explicó a Félix los pasos a seguir para su operación. Yo escuché atentamente cada palabra. La fecha sería dentro de un mes, aproximadamente. 
De regreso a casa, ninguno de los dos emitió sonido alguno. Tan rápido como llegamos, Félix fue hasta su habitación, tomó su bolso y se marchó en un santiamé. Trabajo, pensé. Siempre hacía eso...

Me dirigí hacia la cocina y noté en el calendario, la fecha en la cual debía cobrar el alquiler del mes a Cassidy, Drake y Félix. La fecha era dentro de dos días. 
Fuí hasta mi habitación y me tumbeé en la cama. Empecé a recordar los mensajes de Nicholas y su tan extraña reaparición.

Nicholas se había mudado al centro de Poolvishe desde que habíamos decidido cortar, por lo que hace dos años que no lo veía. Donde yo me encontraba no era exactamente, 'el centro'.

Era temprano y no tenía nada que hacer. Asi que se me ocurrió reunir a mis antiguos compañeros de trabajo. Le envié un mensaje de texto a Rachel con el horario y el día, en mi casa; para que ella se lo enviara a Jenn y así sucesivamente. 
Los reuniría un fin de semana.

Terminé con eso y escuché la puerta de entrada. Salí rápidamente de mi habitación, intrigada. Y era Félix, que había regresado. Parecía que yo tenía una especie de instinto que sabía cuando justamente era él.
Y así, sin pensarlo dos veces tomé mi teléfono y salí detrás de él. Esta vez, lo seguiría...

Obra del destino (Completa). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora