Capitulo 15 (Editado)

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Capítulo 15



Después de dejar el último fajo de billetes en la mesa y viendo las sonrisas de todos, por fin sintió que podía irse. No lo negaba, estaba deseando eso desde que lo habían llamado informándole que todo estaba listo, como siempre pensó.
No habían tenido complicaciones, o no del todo, pero estaba más que acostumbrado y los presentes aún más. Actuaban como si nada hubiera pasado, y más que una actuación era lo que en realidad sentían: que nada pasaba.

Su mente siempre estaba en otro lado, mejor dicho, en alguien en específico. Y estaba loco, una locura hermosa que lo había acompañado desde que la observó por primera vez, pero que se había convertido sin darse cuenta en una demencia perjudicial. Había intentado de mil y un maneras borrarla, pero era imposible, así que simplemente la dejaba estar en su cabeza haciendo lo que quisiera con él. Ahí, en su mente, atormentando su alma con recuerdos y sensaciones imposible de borrar, por mucho que probará en otros lados sin darse cuenta siempre volvía a ella, volvía a caer por ella. No importaba el daño que le hiciera, no importaba cuánto hubiera sufrido por su engaño, ella siempre ganaba, siempre lograba volverlo loco.

—Yo sí tengo algo que decir. —Carmelo dijo con ímpetu.

—Me importa una mierda. —respondió con tranquilidad mientras observaba su celular con ansiedad.

Su voz sonó calmada, pero estaba repleta de autoridad. Y ante eso; veinte hombres completamente armados esperaban la orden, tranquilos, aguardando el veredicto de su jefe.

—Lo que acaba de pasar en culpa tuya. —Carmelo soltó una maldición sacando su arma y apuntándola en dirección a Dimitri, su pulso temblaba, al igual que todo su cuerpo. En menos de cinco segundos ya tenía ocho armas apuntando su cabeza.

Todo pasó sumamente rápido, pero en el ambiente donde laboraban siempre ocurría esas cosas. Así que cada persona en el lugar actuó de la manera que estaban mas que acostumbrado.

—Venga, baja el arma de una buena vez. —uno de los hombres dijo mientras con decisión apretaba su arma sobre la coronilla del hombre. —Ahórranos a todos el numerito.

—Déjalo. —dijo Dimitri que ni siquiera se había molestado en levantar la mirada a verlo. Estaba resolviendo temas más importantes para tener que estar aguantando al tipo que más asco le daba en toda su vida. Al levantar la vista y ver que lo seguían apuntando soltó una maldición. —¿No han oído? ¡Qué bajen las armas!

Y así lo hicieron, a pesar de que Carmelo lo seguía apuntando a él, sólo fue capaz de reír ante eso.

—Todo lo que ha pasado esta noche ha sido tu culpa, ¡tu puta culpa!

Dimitri asintió de pronto mientras reía burlonamente.

—El que debía morir esta noche eras tú, no Enrique. —soltó frio sin remordimiento ante lo que decía. —Sólo estás aquí por voluntad de mi padre, porque eres un total estorbo para todos los negocios.

Carmelo tomó con más fuerza su arma y de sus expresiones ya avanzadas salió un leve quejido, le habían dolido sus palabras, pero Dimitri sabía que lo que más le dolía era nombrar a su padre.

—Salen mal por tu culpa niño. —los ojos de Carmelo se oscurecieron de rabia. —Porque, aunque lo intentes nunca serás como tú padre.

Y no sólo el hombre sentado en el escritorio se rio antes lo dicho, más de uno lo hizo, porque en realidad no había nada más cierto que lo que acababa de decir ese hombre en ese momento, o bueno en partes. Jamás serían iguales, y su propio padre lo supo siempre, precisamente por eso lo quería junto a él, y al final de todo lo había logrado.

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora