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𝑭𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅
𝑪 𝒂 𝒓 𝒈 𝒂 𝒏 𝒅 𝒐 . . .
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Desperté con sudor frío por todo mi cuerpo, había pasado seis meses desde que Furlan e Isabel habían muerto delante mío por culpa de aquel titán, cada vez que intentaba dormir y lo conseguía mi mente se dedicaba a hacerme pasar pesadillas con la muerte de ambos repitiéndose constantemente. Eso provocaba que el dormir para mí se empezase a convertir en un miedo profundo. Esa misma mañana volvió a aparecerse aquella niebla espesa junto a varias gotas cayendo por la ventana como si fuese una carrera y lucharan por llegar a abajo.
-Ganará la del medio...-susurré con cansancio mirando como la gota que había mencionado quedó primera y se juntó con la madera de la ventana volviéndose uno.
Agarré mi uniforme y me empecé a vestir, ya no era lo mismo, Furlan se hubiese puesto a molestarme para que despertase e Isabel se hubiese puesto a joderme la mañana con sus chistes malos y bromas pesadas.
Miré al cielo desde la ventana y todo estaba tapado por grandes nubes grisáceo oscuro, no había ni un hueco para los rayos de aquél sol deslumbrante, me sentía igual que antes, con un vacío que ni el más brillante destello podía penetrar y tapar, no sería lo mismo nunca más. Agarré aquel pañuelo blanco y me lo até al cuello con desgano, luego observé la mesa de madera y pensé en si agarrar o no los escudos de los uniformes de mis únicos amigos, opté por hacerlo y guardarlos en el bolsillo interior de la chaqueta del uniforme, luego los cosería.
-Buenos días soldado Levi, el comandante Erwin decidió que le fuera a ver esta mañana para hablar.-yo asentí con mirada fría y penetrante y me adentré a los pasillos para ver a aquél rubio.
Llegué a la puerta y decidí tocar una vez, desde dentro escuché un firme y grueso "pase" haciendo que abriese la puerta y tras entrar la cerrara.
-Levi, por tus grandes habilidades tanto mentales como físicas me gustaría preguntarte si te gustaría ser capitán de escuadrón de maniobras especiales.-yo pensé mi respuesta y con el ceño fruncido le respondí, aún le guardaba un poco de resentimiento.
-Me da igual.-le dije, claro que no me daba igual, pero debía de mantenerme frío y retador ante él.
-Entonces perfecto, tienes tu oficina en el fondo del pasillo, al lateral derecho, bienvenido.-asentí y volví a salir de la habitación para dirigirme a mi supuesta oficina, al llegar todo estaba cubierto de polvo y lleno de cajas por todos lados.
Comencé a abrir las cajas encontrándome con muebles que debía de montar, luego lo metí todo de nuevo dentro de las cajas y me puse mi ropa de limpiar, no permitiría que mi oficina estuviese llena de mugriento y asqueroso polvo, así que agarré mis materiales de limpieza y me puse a limpiarlo todo. Al sacar todas las motas de polvo de aquél lugar tras pasar nueve barridas por todo el cuarto al fin quedó presentable y un poco reconfortante.
De repente escucho el chirrido de la puerta simbolizando que había sido abierta, era la capitana cuatro ojos.
-Hey enanin, te traigo los papeles que debes de empezar a rellenar de los reclutas que entrarán a tu escuadrón, te los dejo en el suelo.-sonrió ¿Con qué derecho me llamaba "enanin"? Odiaba la gente que se cree tu amigo por solo hablar una vez.
-Está bien, ahora vete.-hizo una mueca y luego se fue volviéndome a dejar solo, agarré los papeles y los puse en la mesa acabada de montar, luego agarré una pluma y un bote de tinta que se encontraban en una de las cajas, me senté en la silla y observé los papeles. Esto me llevaría tiempo.

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Acabé de rellenar todos los papeles y clasificarlos por los que sería en mi escuadrón, al acabar eso me puse de brazos cruzados en la mesa aburrido hasta que dirigí mi vista a un papel que había dejado en el suelo de otro soldado, cuando me levanté para agarrarlo y llevarlo a la mesa para firmarlo lo miré por encima.
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❀ 𝐶𝑎𝑟𝑝𝑒 𝑑𝑖𝑒𝑚 ❀ [ʟᴇᴠɪ x ʀᴇᴀᴅᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora