Capítulo 54 _______

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La ignoré y traté de seguir adelante. —Así que

—¿Nerviosa? —preguntó Gran, acariciando un rizo cerca de mi oído.

—No. ¿Por qué? ¿Tú lo estuviste?

—Estaba tan asustada que pensé que nunca llegaría a él sin perder el conocimiento. —Sonrió, con la mirada muy lejos y clara—. Pero llegué. ¿Cómo es que no estás nerviosa?

—¿Qué hay para estar nerviosa? —le dije, pero miré el suelo—. Es sólo Harry. Sé que él me ama, ¿por qué estaría nerviosa al respecto?

Ella me levantó la cara con un dedo debajo de la barbilla. —Estás diciendo la verdad —dijo ante la revelación. Asentí—. Bueno Y yo que pensaba que tendría que estar en mi labor de novia descontrolada.

Me eché a reír. —No es necesario. Entonces, ¿qué es lo primero en la agenda?

—¿Lo primero? —preguntó Rachel y se puso su delantal. Decía: Soy muy impresionante con una imagen de una espátula. Apreté los labios para no reír—. Vamos a meter algo de comida en la panza de la novia.

¿Panqueques o huevos?

—Panqueques —dijimos Jen y yo a la vez, y reímos. Lynne estaba absorta exprimiendo naranjas para zumo. Así que fui y me puse una taza de café. Seguramente no podía arruinar el café, ¿no? Después de haber terminado de cocinar y comer, me llevó a un lado y entregó un libro encuadernado en cuero. La miré con curiosidad y me animó a abrirlo con un guiño. Tenía más de cien páginas de recetas escritas a mano, todo prolijo y ordenadamente, organizado por tipos de alimentos. Sentí que mi boca se abría cuando vi Receta de bollo de miel de Gran.

—¿Gran fue quien te enseñó a hacer esos divinos bollos de miel que hiciste en California?

—Ajá. Me ha enseñado mucho. Hay un montón de recetas de Gran, junto con toneladas de nuestros queridos familiares viejos. Sabía que aprender a cocinar era algo importante para ti, y quería que tuvieras un nuevo comienzo con ello. Y si alguna vez tienes alguna pregunta o algo, me puedes llamar en cualquier momento Me tomó años, cariño, ser una buena cocinera, pero ahora me encanta.

—Creo que a mí también me va a encantar.

—Y te tenemos algo más. —Esperé, sabiendo que me lo diría sin que se lo preguntara—. Es de Peter y mío. —Y me entregó una cajita. La abrí y apareció un pequeño relicario. Se veía como

—Es el medallón de Gran.

—Es igual a ese. —Levantó la mano haciendo que el medallón ascendiera de la caja. Movió el dedo para indicarme que me diera vuelta, levantó el medallón en el aire, y lo soltó suavemente alrededor de mi cuello—. También le conseguimos uno a Jen. Aunque encontrar una foto de Bish fue un reto. —Sonrió con diversión.

Abrí el medallón y había una imagen de Harry que nunca había visto antes. Tenía esa media sonrisa en la que era tan bueno. Levanté la cabeza y dije—: Vaya, muchas gracias.

Sacó el suyo de debajo de la blusa. —Es una tradición Jacobson.

Queremos que continúe con los dos.

Asentí. —Gracias. Es hermoso.

—Simplemente no puedo creer que haya llegado este día —dijo y su voz se quebró. Miró a Jen y luego me dio una pequeña sonrisa antes de caminar hacia ella. La abrazó y Jen suspiró y se echó a reír al mismo tiempo.

—Mamá, tienes que dejar de llorar.

Me reí en silencio.

Comimos unos aperitivos y vimos una vieja película, My Fair Lady, hasta la tarde, cuando llegara el momento de empezar a vestirnos. Me alegré de que no todos parecieran estar haciendo un escándalo. Tu día de boda no debería ser estresante, sino relajante y lleno de risas. Eso fue exactamente lo que hicimos.

Me senté entre Fiona y Jen, y todas nos reímos e hicimos nuestro propio acento de Eliza Doolittle. Fiona era la mejor Eliza Doolittle.

Cuando llegó la hora de vestirnos, eso fue lo que hicimos. Gran había hecho los vestidos de cada una de nosotras de acuerdo a nuestros gustos y medidas. Lynne y yo elegimos un vestido más corto, mientras que Jen y Fiona eligieron los largos más tradicionales. Pero eran todos de color rojo sangre, y tan hermosos como era posible. Yo llevaba mi nuevo medallón y dejé que Rachel me hiciera rizos grandes, y me pusiera pequeños pendientes de diamante. Maria pintó los dedos de mis pies, rojo, por supuesto, ya que era un evento con los pies descalzos.

Cuando me dijeron que era hora de irnos, parecía casi un poco decepcionante. Había estado esperando esto y ahora estaba aquí. Me sentía muy tranquila y lista para ello.

Me di una mirada más en el espejo.

El vestido era precioso. La seda roja brillaba un poco. La longitud llegaba justo encima de la rodilla, pero la parte de la que resultaba difícil quitar la vista era el escote. Se trataba de un escote palabra de honor, pero las mangas eran largas y sueltas. Parecía algo salido de una revista, no algo que una anciana de mal humor había improvisado a último minuto. El collar se podía ver perfectamente con el escote bajo y mi hombro era expuesto de la manera más elegante.

Estaba lista. Esto era todo. La próxima vez que Harry me llamara señora Jacobson, sería de verdad.

Atando Cabos (Harry Styles y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora