9. Incendio Matutino

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—No, no por favor, no se vayan, estaba disfrutando su concierto.

Empecé a correr hacia ellos, cada vez estaban más lejos. Corrí, corrí lo más rápido que pude.

—¡Por favor!

Sentí como una bola de demolición caía en mi cabeza.

—¡Anne! ¡Despierta! ¡Ya se fueron!—Jack golpeaba mi cabeza con fuerza con una almohada—. One Direction nunca regresará, acéptalo de una buena vez.

—Claro que lo harán, sólo es cuestión de tiempo- dije de mala gana aún con la cara escondida entre las almohadas.

—Cómo sea—se levantó de mi cama dirigiéndose a la puerta—, levántate ya, tu desayuno está listo.

Despegué mi rostro de las almohadas y lo vi sonriéndome en el marco de la puerta.

—¿Anne?

—¿Si?

—No volverán.

—¿Jack?

—¿Si?

—Vete a la mierda.

Le lancé mi zapatilla y se fue riendo.

Odiaba con todas mis fuerzas levantarme temprano, pero debía aceptar que si volvía a dormir, no me despertaría hasta año nuevo, y apenas estábamos en finales de febrero.

La ducha fría con Steal my girl de fondo a todo volumen para camuflar los alaridos que di cuando sentí el agua helada, hicieron que me siento era como nueva.

Bajé a la cocina sintiendo el estúpido calor penetrante en mi cuerpo, además de levantarme temprano, otra cosa que detestaba era el calor; mis piernas se pegaban, me sentía más cansada que nunca y envidiaba el cuerpo de verano que las chicas presumían por Instagram.

Jack ya se había ido y me dejó en la mesa un vaso lleno de jugo de naranjas frescas y al lado un plato con yogurt, granola y miel. Creo que era una indirecta suya que me decía que debía bajar de peso.

Mientras subía las escaleras escuché el teléfono y bajé corriendo a atender.

—¿Diga?

—¿Anne?—Jack sonaba agitado.

—¿Qué pasa, Jack?

—No regresaré hasta las 10 pm.

—¿Y...?

—Y vas a tener que cocinar tú.

—Oh... vamos Jack, que es lo que tienes que hacer.

—Eso no te concierne, querida.

Imbécil.

Odiaba cocinar, preferiría morir de inanición antes que preparar algo de comer, en primer lugar, porque apenas y sabía encender las ornallas; en segundo, porque cuando tenía catorce vi en una novela como aceite hirviendo cayó sobre el rostro de una niña, y finalmente, porque lo único que había aprendido después de ver siente temporadas de Masterchef, fue decorar platos.

Suspiré viendo en mi teléfono algunas recetas fáciles para mamás trabajadoras, la mayoría de ellas me tomaría al menos tres o cuatro horas, pero por suerte aún eran las ocho de la mañana y... ¡y mis clases comenzaban a las ocho y treinta! Dios, ¿por qué el tiempo nunca estaba de mi lado?

Corrí como alma que lleva el diablo a mi habitación para alistar mi material y tender mi cama.

Cinco.

Cinco fueron las caídas que tuve en todo ese trayecto.

Cinco fueron las caídas que tuve en todo ese trayecto

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Del Amor a la Fama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora