23. Arena y aclaraciones

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—Estás bien. Solo has las respiraciones que te indiqué y reposa—indicó el paramédico una vez que guardó sus instrumentos.

Cuando caí, Tom trajo de inmediato a un paramédico que estaba atendiendo cerca de nosotros.

—¡Eres mi héroe!—grito Elena corriendo para abrazarme—¡Eres más mejor que la mujer maravilla!

—Oh, ven aquí Elena—la estrujé en mi pecho—.Pero «más mejor» está mal dicho.

—No interesa.

—Felicidades Anne, eso fue... fue...Wow, te luciste—gratificó Bob con una sonrisa de oreja a oreja.

Me recosté como una morsa en la arena, estaba exhausta y me preocupaba saber si la hermanita de Marco se encontraba bien.

—Ten—Matt me ofreció una botella de agua—. Y Sami ya está bien, si te lo preguntabas—dijo leyendo mi mente.

—Gracias.

Sonrió de lado. Aquí vamos de nuevo.

—Además de sensual, le salvaste la vida a una niña—rodé los ojos—. ¿Qué más sigue? ¿Partirle la cara a un rufián?

—Estoy muy cerca de hacerlo.

Me recosté sobre los codos y vi como Marco abrazaba a su hermanita al borde de las lágrimas. Pronto, él, con la niña en brazos y los que parecieron ser sus padres, se acercaron a mi.

—¡Muchísimas gracias!—dijo la señora llorando—. Si no llegabas a tiempo seguramente se hubiese ahogado—sorbió por la nariz y sus palabras se mezclaban con sollozos e hipidos.

—Me alegro de que esté a salvo—dije sintiéndome realmente bien.

Después de más agradecimientos, y lágrimas, los padres y la pequeña hermana de Marco se fueron.

Me urgía caminar un poco, respirar fuera de toda la opulencia que había a mi al rededor. Comprendieron que necesitaba algo de espacio, los demonios desaparecieron de mi vista junto a Tom y sus amigos.

Me distraía pateando conchas que se pegaban en la arena mientras respiraba profundamente y trataba de no ahogarme tosiendo.

—¿Te molesta si te acompaño?

No tenía idea de como demonios apareció Marco atrás mío con un dejo de complicidad en la voz. Negué con la cabeza y ambos caminamos con el Sol que amenazaba con meterse.

—Creo que ya te agradecí lo suficiente, Anne—puso su brazo alrededor de mis hombros.

—Lo hiciste—reí.

Se puso frente a mi, deteniendo el paseo, nuestros cuerpos estaban cerca. Demasiado cerca. Lo último que necesitaba era toser y escupirle en la cara.

—Te ves muy bien en el sol—halagó de repente.

—¿Gracias?

Sus hermosos ojos verdes hacían un hermoso contraste con su piel canela, y yo sentía que estaba en esas películas de los 90s en la playa.

—¿Anne? ¡Te estuve buscando, corazón!—Tom apareció haciendo a un lado a Marco y tomándome de la cintura.

¿Qué mierda?

—Estábamos hablando, por si no lo notaste—se quejó Marco sumamente irritado.

—Y ahora lo estoy haciendo yo.

Había un gran odio entre ambos, y se podía notar a leguas.

Tuvieron un duelo de miradas, uno como los del viejo oeste. Al parecer ninguno quería desistir, no parpadearon, ni si quiera se inmutaron cuando chasqueé los dedos entre ambos.

Del Amor a la Fama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora