ROSAS BLANCAS

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Otro día, otro ramo de rosas recién cortadas del jardín del vecino. Siempre pensó que el día que lo atrapara  lo mataría...

Caminaba cuadras y cuadras, siempre el mismo destino, a la misma hora, con el mismo sentimiento.

El cementerio, su lugar favorito desde la muerte de Ángel. Saludar y charlar un poco con el cuidador de allí ya era costumbre.
Luego en el lugar del aburrimiento, como el lo llamaba, miraba todo a su alrededor.

Observó la tumba, y luego de unos minutos habló.

- ¿Como no te cansas de estar dentro de una caja de madera, sin música sonando o sin videojuegos que jugar, sin WiFi? - Rubén aún no entendía como Ángel termino en un lugar así - 3...no 1000 metros bajo tierra! - exageró, como de costumbre.

El viento movía su cabello, las hojas de los árboles caían sobre la tumba y sobre la calle. Hacia frío, pero Rubén no lo sentía o quizás solo lo ignoraba.

- Rosas blancas... - dejo las rosas sobre la tumba y se sentó a un costado, miro el cielo - aquí arriba hay mejor vista que ahí dentro, eres un tonto por quedarte ahí - se sentía como un completo loco hablándole a la nada - te extraño, no entiendo como, o mejor dicho no quiero hacerlo, pero porque me dejaste solo...no tengo a nadie, solo éramos tu y yo contra el mundo - se sentía totalmente solo, el nudo en su garganta no era buena señal, no quería llorar - deberías disfrutar de esto, las hojas de los árboles son naranja, y se que tiene un nombre ese tono de color pero no soy bueno con esas cosas, así que no me jodas... estamos en otoño y la verdad sigo sin entender como el vecino mantiene sus rosas tan bonitas - comenzó a reír, pero de un momento a otro se detuvo, poniéndose serio.

"Quizás esto ya fue suficiente", pensó mientras volvía a ponerse de pie. Miró las rosas que había cortado. Todo paso tan rápido, la verdad era que él ya estaba cansado de sufrir, ese no era su estilo.

- Estuve pensando mucho esto y, creo que esta será la última vez que vendré - sintió como lágrimas se deslizaban por su mejilla - el vecino ya no tiene tantas rosas, creo que te las traje todas, y quizás pronto me atrape si se las sigo robando sabes... - se le escapó una risa de solo pensar en como se pondría el viejo, limpio los rastros de lágrimas - fue una buena aventura, recuerda asustar al que cuida este hermoso lugar cariño... te amo -

Dio media vuelta y comenzó su camino rumbo al departamento nuevamente. Quizás iría por un café...

•••••••••

Sentado dentro de la cafetería a una cuadra antes de llegar al departamento, Rubén miraba por la ventana a las personas que pasaban de un lado a otro. Algunos con el celular en la mano sin prestar la mínima atención a su camino.

- Algún día uno de ellos se caerá de cara y espero estar ahí para reírme - comento casi sin pensar en lo que decía. Se podría decir que estaba en "automático" como quien dice.

- Pagaría por algo así, te lo aseguro - Rubén dirigió su mirada a la persona que soltó aquel comentario - aquí esta tu pedido y espero que logres ver a alguien caerse -

Rubén se dio cuenta que el chico intentaba aguantar la risa, eso le hizo sonreír inconscientemente.

- No tengo mucha suerte con eso, normalmente soy yo el torpe que cae - riendo un poco por lo que estaba diciendo, pues era verdad.

Ángel siempre le daba un sermón por estar distraído con el celular mientras caminaba, y terminaba sacándole para que Rubén prestara atención a su camino.

El chico, no aguantando más, comenzó a reírse llamando un poco la atención de las demás personas que se encontraban en el lugar.

- Pues déjame decirte que no eres el único torpe, no te das una idea de cuántas veces casi me echaron por torpe... aunque una vez si lo hicieron - al parecer recordaba eso, porque tenía la mirada perdida mientras reía

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