Capítulo 10 ~ Tahai

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Capítulo 10

Cuando las chicas llegaron, Florencia vino corriendo a abrazarme y yo la atraje hacia mí por un largo rato. El haberle dicho a Dante me había hecho sentir melancólica. Además, me sentía contenta porque lo estaba haciendo bien por mi hija.

- Te extrañé risitos de oro– Le dije besando su cabeza. - ¿Se metieron al agua? – Ella miraba para todos lados.

- ¿Dónde está Dante? – Me miró.

- Se fue para darse una ducha y llegar a tiempo a almorzar con nosotras – Ella me sonrió muy contenta.

- Nos encontramos con tu novio cuando nos metimos al agua. Estaba con ése niño molestoso – Dijo Flo.

- ¿Cual novio? Yo no tengo novio y lo sabes – Ella se rió.

- Ése que ha ido a vernos al departamento, que se ríe muy fuerte y tiene un hijo muy pesado. – Hizo una mueca.

- ¿Santiago? – Le pregunté.

- Ah sí, nos encontramos con Santiago. – Dijo Nikki – Se acercó a nosotras y estaba con su hijo Tomás. Flo tiene razón, es un pesado ése chico. Que malcriado –

- Pensé que Santiago estaba viviendo en la ciudad – Dije – Aunque hace bastante que no hablamos – Me quedé pensando.

Santiago había sido mi amigo desde que yo me mudé a esta isla. Él trabajaba como administrador de un hotel y había decidido quedarse. Nos distanciamos un poco cuando yo comencé mi relación con Dante porque no se soportaban. Dante decía que Santi tenía un flechazo conmigo y mi amigo odiaba a Dante sólo por ser él.

Santiago era lo opuesto a Dante. Un tipo rubio, alto, ojos claros, de tez blanca y camisa abrochada hasta el último botón. Un "conservador" diría yo. Un "aburrido" decía Nikki.

Él y su hijo Tomás habían ido a visitarnos algunas veces al departamento y Florencia nunca estaba tan contenta con eso.

Tomás tenía un año menos que Flo y era un poco desagradable. Y ya sé que es feo que yo hable así de un niño pero vamos, de verdad lo era.
Florencia estaba acostumbrada a prestar sus juguetes y compartir sus cosas pero Tomás era peleador, gritón y muy muy malcriado. Una vez, él le había dicho a mi hija que su papá se había ido porque no la quería y ella lo golpeó en la cara.

La última vez que fueron a casa, Florencia se había quedado encerrada en mi habitación viendo películas sin abrirle la puerta a Tomás en todo el día. Yo, como madre comprensiva que soy, no la obligué a abrirle la puerta ni a compartir con él porque se lo merecía el muy canalla.
Con mi hija no.


Por supuesto que ése día Tomás hizo un berrinche de aquellos, por lo que Santiago lo tomó y se marcharon.
Agradecí mentalmente a mi hija ya que minutos antes, Santiago se me había declarado poniéndonos en una situación incómoda dado que él sabía que yo no le correspondía.

Esa fue la última vez que lo vi.

- ¡Estoy lista! – Dijo Camila saliendo a encontrarnos después de la ducha - ¿Aún no están listas? ¿Qué esperan? ¡Tengo hambre! – Se quejó y todas corrimos hacia la casa a prepararnos.

Estuvimos listas en 45 minutos y le mandé un mensaje a Dante avisándole donde íbamos a estar.

Al llegar al restaurante, él estaba esperándonos apoyado en su moto mientras el sol de la mañana le daba en la cara y hacía resplandecer su piel morena.

Al final se había decidido por una camisa floreada polinésica.

Cuando nos acercamos, él le quitó las arrugas a su camisa con las manos.

Bajo la luna llenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora