Capítulo 13

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Con tantas personas viviendo en una misma casa, era difícil permitirse un momento para estar sola y pensar, así que Marinette decidió salir a tomar aire después de cenar. Sentada sola en el parque frente a su destruida casa, abrió la caja que le habían entregado y se encandiló con un singular brillo, y cuando pudo volver a ver, una pequeña criatura estaba frente a ella.

—¿Entonces si le derrotamos mi poder podría reparar todo?— le preguntó la azabache a la criaturita, a la que se acostumbró después de un rato conversando —¿Incluso la preparatoria y mi casa?

—¡Sí, eso y todo el resto!— exclamó el kwami, quien se presentó como Tikki —Sé que estás asustada, pero juntas estaremos bien, independiente del daño en los aretes. Acabo de salir de la caja y ya estoy cansada, pero se nota que tú tienes mucho potencial.

—Yo, lo siento... Esto no es para mí— respondió ella cerrando la caja, dispuesta a volver al apartamento —Pero si quieres te puedes quedar conmigo.

Desde entonces, cada vez que hacía un reparto tuvo a ese pequeño ser acompañándola para tratar de convencerla de ser una heroína, y aunque la azabache parecía completamente negada a la idea siempre mantenía la caja con ella. Cada día esa aguda voz la siguió, incluso cuando se escapaba para intentar ver a Luka durante unos minutos, pero ya nunca lo encontraba en casa durante la tarde. La única persona que veía además de sus padres y la familia de Alya, era Chat Noir, quien algunas noches pasaba por fuera del apartamento, la saludaba y se marchaba.

La vida para él no estaba siendo nada fácil. Mantener una lucha constante día tras día cansaría a cualquiera, pero ni siquiera era lo único que tenía que afrontar, pues al tener que permanecer tanto tiempo transformado ahora su cabeza dolía incluso cuando no tenía el traje puesto o simplemente no hacía nada. Los recuerdos en su memoria eran confusos, comenzó a confundir la realidad con sus sueños, un día despertó creyendo que su mamá aún estaba viva y otro creyó que Kagami seguía siendo sólo su amiga, parecía que su mente estaba empeñada en retroceder.

Aunque le costaba pocos minutos darse cuenta de cuál era su presente, las veces que era más difícil era cuando sus sueños o sus falsos recuerdos tenían algo que ver con Marinette. La azabache ocupaba más espacio en su mente que cualquier otra persona, y no entendía por qué, hace muchos días ya había asumido que le gustaba, pero sabía que no habían compartido ni se conocían lo suficiente como para estar enamorado y pensar tanto en ella justificadamente.

—Tal vez mi mente sólo quiere que diga lo que siento— pensó en voz alta, recostado en su cama mirando hacia el techo de su habitación —Ella está con alguien y yo también, pero... Quizá si me expreso y ella me recuerda que no tenemos oportunidad pueda olvidarme de esto tranquilamente.

La mañana siguiente, cerca del mediodía, Chat Noir y Viperion habían logrado impedir que el Ayuntamiento de París fuese destruido, las energías de ambos parecían haberse alineado correctamente ese día y al finalizar la batalla chocaron sus puños con satisfacción y alegría.

Justo cuando ambos pretendían separarse y volver a su propia normalidad, el rubio percibió desde lejos la presencia de Marinette. Sus ojos buscaron toparse con ella hasta que logró verla ahí, avanzando sobre su bicicleta, ligeramente contenta, sin prisa. No llevaba ningún pedido con ella lo que significaba que había terminado con sus encargos y quizá eso le daba a Chat Noir la oportunidad perfecta para hacer algo. No lo pensó mucho y comenzó a avanzar.

Viperion se extrañó al ver como el rubio se había marchado rápidamente sin decirle adiós, y tras observar durante un momento la dirección en la que iba, vio lo mismo que él. Los ojos del héroe se llenaron de tristeza, no porque otro se estuviese acercando a ella, sino porque habían pasado muchos días desde que no la veía y ser capaz de apreciarla avanzar tiernamente sobre su bicicleta lo hizo lamentarse por no haber sido el primero en notar que estaba cerca. Ahora sólo podría ser espectador de la escena.

—Hola pequeña repartidora— dijo Chat Noir cruzándose en el camino de la azabache.

Marinette soltó un grito de impresión y se desestabilizó por completo. Ella preparó su cuerpo asumiendo que caería al suelo, sin embargo el escenario fue perfecto para que el felino pudiese sostenerla entre sus brazos sin dejar que se dañase ningún pelo. En el silencio que se generó en ese momento, ella simplemente estaba concentrada en poner los pies en la tierra de nuevo y él decidió que no tenía tiempo para titubeos.

—Marinette, tú...— comenzó a decir mientras su corazón empezaba a reaccionar con fuerza —Me gustas.

El cerebro de la joven se quedó totalmente en blanco, su cuerpo estaba rígido y sus ojos abiertos como platos, la única reacción en sí misma que podía revelar algo de cómo se estaba sintiendo eran sus mejillas completamente rosadas. Tras verla casi petrificada, los nervios llegaron a Chat Noir y se acercó más ella para darle un abrazo y poder esconder su rostro lleno de vergüenza en su cuello.

Ante tal acto, ella supo que debía decir algo y buscó su determinación en las mismas partes donde nunca había encontrado, pero esta vez sí había un rastro. Era consciente de su relación actual y de que a penas conocía a ese héroe, pero era verdad que permanecía en sus pensamientos más tiempo de lo que cualquiera pudiese imaginar, debía ser sincera con lo que sentía también.

—Yo...— habló ella con su voz temblorosa —Yo creo que...

—¡SEGUNDA OPORTUNIDAD! 


No importa cuándo [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora