―¿Yoonie?
Sentí en ese momento cómo se detenía mi corazón por unos segundos―lo suficiente para recordarme que estaba latiendo y continuaba viviendo―, sin embargo, mis ojos parecían que estaban engañándome porque no podía ser verdad, ¿o sí? Es decir, realmente él no podía estar en la misma habitación que yo porque fueron cuatro años los que pasó para escuchar de nueva cuenta dicho apodo―lo siento Hoseok, tus intentos de nombrarme de esa manera no funcionaron―, pero no solamente eso, sino que también habían pasado cuatro años desde que escucho esa voz que se desvanecía de mis recuerdos y solo estaba vigente si lo llamaba a su teléfono.
Comencé a alterarme de tal manera que mi garganta se había secado y cerrado completamente. El llanto parecía próximo, ¿y cómo no iba a estarlo? Tenía cerca mío la persona por la cual había llorado noche tras noche. Estaba a solo unos centímetros la razón por la cual había destrozado mi carrera musical y desquite lo que sentía tras tocar bruscamente en mi piano las melodías que me recordaban a él. Si solo estirara mi mano otro poco, entonces podría tocar a la persona que me había arrebatado el sueño y las ganas de vivir, sin embargo era tan irreal la situación porque fueron cuatro años desde la última vez. Cuatro años dentro de los cuales despertaba como lo había hecho hoy tras la pesadilla de haber perdido a Jimin.
Exactamente fueron cuatro años los que había pasado desde que vi por última vez a Jimin de la forma en cómo lo recordaba, y no solo un cuerpo inerte en un ataúd portando sus mejores prendas y luciendo como si estuviera dormido.
Jimin estaba ahí, mirándome con aturdimiento mientras sus ojos se adaptaban a la oscuridad, pasó sus manos por sus cabellos y soltó un pequeño bostezo mientras jalaba la manta dejando al descubierto la mitad de su cuerpo. Con cierto temor, lo miré detenidamente mientras contemplaba sus facciones con asombro, después de todo, no había cambiado absolutamente en nada. Seguía teniendo sus ojos cuales media luna, su pequeña nariz que terminaba de manera limpia, con elegancia―así como solía ser él al momento de bailar―, los labios carnosos que tantas veces había besado con ternura y pasión; posteriormente se encontraba su cuello―recordé los lunares que había en él―, las clavículas marcadas acompañadas de leves marcas―provocando que me sonrojara―, para llegar finalmente a los botones desabrochados de su pijama―mismos que estaban abrochados al azar y dejaban ver parte de su pecho―, sin embargo, Jimin volvió a cubrirse con la manta hasta esconder la mitad de su rostro en ella.
Sabía que él me estaba mirando con diversión―de seguro tenía una expresión de incredulidad que me hacían ver bobo―, pero yo no podía asimilar el hecho de que parecía tan real todo. Desde las prendas de vestir en mi clóset―que también es suyo, al parecer―, las marcas que había dejado en él por una noche de pasión―quizá hubo más―, hasta la manera en cómo respiraba y sus ojos se hacían pequeños al sonreírme.
Debía ser una jodida broma o, en su defecto, un sueño.
Un sueño sumamente cruel, después de todo.
―¿Jimin? ―me atreví a preguntar en vez de responder a su pregunta.
Algo dentro de mí sabía―y seguiré sabiendo―que al pronunciar el nombre me reafirmaría todavía la realidad del asunto. Era algo involuntario, sabía que igualmente me vería ridículo, pero necesitaba que mi voz se hiciera escuchar tan alto para poder asegurarme que esto es una realidad, una pequeña posibilidad hacia lo que había esperado con ansias desde hace cuatro años.
―Jimin...―susurré bajito mientras me inclinaba hacia él para poder asegurarme que estuviese materializado y no era un delirio mío ocasionado por la soledad―¿En verdad eres tú?
Sabía―para este punto―una de las cosas que diferenciaban al sueño y la realidad, esto era que, encontrándonos en el mundo real podrías tocar y nombrar las cosas por su nombre, sabías que estabas consciente en todo el momento y que tus acciones podrían traer consecuencias, sin embargo, cuando te encuentras en el mundo de los sueños, esto era algo casi imposible de realizar a menos que pudieras manipularlos―como bien son los sueños lúcidos―, pero aún así habrían cosas que te harían saber que se trataba de un sueño. Por ejemplo, dadas las situaciones que hayas vivido en el día, tu mente estará recapitulándolo en un sueño, como si existiera conexión en las actividades del día y las personas con las que te cruzaste; así mismo, sabía que los sueños partían desde las memorias que teníamos acumuladas por años, por lo que, en caso de ser la segunda opción, no estaba de más el asegurarme que realmente fuese de Jimin porque había estado en un trance cuando me adentré profundamente en pensar en él más de la cuenta, podría ser una buena opción, ¿no es así?
Sin embargo, el ver ahí a Jimin, escuchándolo e incluso pudiendo tocarlo...provocó que me quedara petrificando en ese lado de la cama sin poder apartar mu vista de él, como si estuviese bajo los encantos de un ser fantástico y mi única reacción era la contemplación de su ser.
Todo parecía tan confuso.
Confuso y extraño.
Aquello provocó que el menor sonriera a pesar de que seguía con los ojos cerrados, se destapó por completo el rostro mientras soltaba un gran bostezo y se acercaba al mayor.
―¿Quién más sería si no soy yo? ―dijo el menor ocultando su rostro entre mi cuello.
Al sentir el contacto de Jimin tan cerca, me tensé de tal forma que parecía quemar el tacto de Jimin bajo mi piel mientras mi mente trataba de darle una explicación lógica a todo lo que estaba sucediendo.
Costó un poco asimilar lo que estaba sucediendo, pero llegué a la conclusión de que, quizás, no se trataba de un sueño.
Ver a Jimin justo delante de mí provocaba que mi corazón se acelerara rápido, mis nervios los intentaba ocultar a pesar de todo, tal y como había sucedido la primera vez que ambos nos encontrábamos juntos, sin embargo, era la simple presencia del menor lo que me ponía nervioso, pero estos no eran como aquellas veces dentro de las cuales mis nervios se habían activado a la gran atracción que sentía por mi pareja, tampoco al grado de no poder pronunciar palabra alguna, misma acción que se veía reflejada en la tensión que había en mi quijada pues ahí estaría reteniendo sus sentimientos.
Esto era distinto a todo eso por la simplicidad de que Jimin se encontraba...
―Muerto... ― pronunció suavemente mientras mi mente se volvía completamente en blanco y paralizado.
Esto no podía estar pasando porque, cuatro años atrás, Jimin había muerto.
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One More Time. [Yoonmin]
Short StoryY solo fue suficiente que una llamada lo cambiara todo. Si tan solo hubiera visto el camión que se aproximaba amenazante hacia él... La historia pudo haber sido distinta. ¿Qué hubiese pasado si Yoongi le advierte a Jimin de su accidente? ¿Cambiarí...