NARRA KAGOME
Mi reloj dice que son exactamente las ocho de la noche cuando salgo de la cafetería. Debería de seguir trabajando pero Sango insistió en que no era nada prudente que lo dejase esperar tanto ¡Fhe! A mí no me importa, fue él quien así lo quiso, sí por mi fuese, lo hubiera dejado sentado en esa jodida silla toda la puta noche... ¡Ahs! Me cae tan mal que despierta mis instintos asesinos.
Está recostado a la pared de el local, con sus ojos cerrados y brazos cruzados. El maletín está en el piso, junto a sus pies. La noche es muy fría, meto las manos en los bolsillos de mi abrigo y me detengo en frente de él, obviamente guardo una distancia lo bastante prudente.
No lo conozco, lo único que se de él es que es un hombre estirado, forrado en billetes y no sé porqué o de qué quiere hablar conmigo.
— Unos minutos más y te hubiera sacado de esa cocina.
Me dice aún con sus ojos cerrados. Ignoro sus intenciones cavernícola y lo observo detenidamente. Rostro perfectamente perfecto, cejas pobladas, de el mismo extraño color de su largo cabello, nariz respingada, labios pequeños y carnosos, mandíbula cuadrada. Una piel tersa, lechosa, sin una sola imperfección en ella...
— ¿Te gusta lo que vez?
Abrió sus ojos y sonrío divertido ¡Uy! ¿El señor Taisho está sonriendo? ¿Eso debería de hacerme sentir alagada? ¡Bha! Tonterías.
Ahora soy yo la que se cruza de brazos y recargo el peso de mi cuerpo en una sola pierna. La cuerda de el bolso se resbala de mi hombro pero no le pongo atención. Así lo dejo. Se incorpora y recoge el maletín.
— Bien, soy toda oídos señor Taisho.
— Tomaremos un taxi.
— ¿En serio? — finjo sorpresa — Y porqué mejor no llama una limusina.
— Lo haré si es lo que deseas.
Okay... Adiós sarcasmo.
Me mira fijamente y sé que la seriedad en su rostro es suficiente para saber que sí lo hará ¡Joder,no! No quiero estar yendo en una limusina a saber a dónde.
— A ver, a ver — muevo ambas manos delante de él — Creo que no estoy entendiendo nada.
— ¿Qué no entiendes?
— Dijo que quería hablar conmigo, no entiendo el porqué tenemos que tomar un taxi.
— Porque no es prudente que estemos en la calle a esta hora.
Golpe número dos. Tiene toda la razón.
Asiento y él se acerca al borde de la acera y alza su mano. Un taxi se detiene justo enfrente de los dos. Abre la puerta trasera y con un gesto de cabeza me indica que entre.
Ay pero qué caballeroso resultó.
Entro y me pego de inmediato a la otra puerta. Me siento fuera de mi caparazón de protección personal. No sé porqué carajos acepté. Debí huir por la puerta trasera. El chófer nos observa atentamente a través de el espejo retrovisor y si ya estoy nerviosa, eso me crispa aún más.
Unos cuantos centímetros me separan de él. Su aroma llega hasta mis fosas nasales y por segundos me siento en las nubes ¡Dios! Huele de maravilla.
Vamos Kagome, no es para tanto, me dice mi subconsciente, lo ignoro. Giro mi cabeza hacia la ventana y observo atenta el paso de la ciudad.
Entrelazo mis manos sobre mi regazo y no las muevo de ahí por no sé cuánto tiempo. Tan ensimismada iba en mis pensamientos que no noté a qué hora llegamos.
Sesshomaru ya está fuera de el taxi cuando me habla. Qué vergüenza. Bajo de inmediato y me paro a su lado. Él le paga al conductor con un billete de cien... Vaya.
Observo a mi alrededor y me doy cuenta que estamos justo frente a el hotel de donde fui echada sin piedad alguna.
El recuerdo calienta mi sangre y siento el inmenso deseo de gritarle una vez más como en aquella ocasión en su oficina, o quizá más fuerte.
Me coloca una mano en mi espalda y me insta a caminar. Quizá estoy loca o es que ya se me quemó el cerebro como a Sango porque sentí una extraña sensación en todo mi cuerpo. Fue como recibir una descarga eléctrica.
Al parecer no solo yo la sentí pues él alejó su mano.
Estando en el vestíbulo, me sentí cohibida y muy avergonzada. Houyo no quitaba sus ojos de mi. Me cabreó el hecho de que Rin apareciera en cualquier momento y me viese en compañía de nada más y nada menos que Sesshomaru Taisho, mi verdugo.
Sesshomaru me tomó nuevamente pero esta vez fue de el brazo. Quise decirle que dejara de hacer eso, que no soy una niña y que me sé el camino perfectamente pero cuando lo quiero hacer ya estamos dentro de el elevador.
Y es estando dentro de esas cuatro paredes metálicas que me doy cuenta que somos un hombre y una mujer, bueno, media mujer. Y que vamos solos. Trago el nudo que se forma en mi garganta y seco mis manos húmedas en mi abrigo. Nunca antes me había sentido tan nerviosa. Será porque es la primera vez que estás en compañía de un hombre y a solas. Habla de nuevo mi subconsciente. Rodo los ojos sin querer y Sesshomaru esboza una sonrisa traviesa.
— ¿Ahora seré payasa?
¡Uf! Demasiado tarde para retractarme. Las palabras salieron como un río desbordado de mi boca y siento mis mejillas ardiendo. Kagome, creí que eras una chica más seria. Y claro que lo soy. Le grito mentalmente a mi subconsciente que no deja de chingar.
El elevador se abre y salimos. Genial, solo hay una habitación en este piso y está de más suponer que es la VIP. Y cómo no ¡Es el dueño! Necesito una cita con el psicólogo o quizá con un psiquiatra para que me saquen esta jodida vocesita de mi cabeza.
La puerta se abre y no puedo evitar silbar como una tonta niña. Lo eres. ¡Ya cállate! La habitación es enorme, hasta parece un apartamento. Lujos y más lujos. Me da hueva describir todo lo que hay aquí así que suficiente con que les diga que este tío está forrado en billetes.
Se quita el saco y desaparece detrás de una puerta a los segundos reaparece. Joder, está... está... ¿Está qué? Bue, buenísimo. Sí, eso ya lo sabía también yo y por eso estás aquí Kagome, acéptalo, el tío te agrada.
— ¿Quieres algo de tomar?
Niego y le agradezco mentalmente que haya interrumpido la dirección de mis pensamientos ya que seguramente hubiera cometido un crimen en contra de mi subconsciente.
—¿ Pero sí te quieres sentar?
Asiento y mueve un sillón hacia mí. Me siento y es tan suave que mi trasero lo agradece. Lo veo inquieta y él solo esboza una sonrisa...
Vaya, será que nunca antes había hecho algo tan banal como reír o es que realmente tengo talento para ejercer la profesión de payasa.
— Revísalo.
Me dice en el momento que me tiende unas cuantas hojas blancas. Las tomo y leo el encabezado.
CONTRATO DE MUTUO ACUERDO
Un momento. Me levanto de el sillón como si haya sido expulsada con un resorte y le estampo las hojas en el pecho. Si no fuera lo suficiente alto probablemente su mejilla tendría la palma de mi mano marcada en ella.
ESTÁS LEYENDO
Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA
FanficTaisho Sesshomaru... Un reconocido empresario, quien recientemente ha perdido a su joven esposa en un accidente aéreo, toma la decisión de viajar a Kioto y sumergirse por completo en los negocios, sin embargo, él no se imagina lo que el destino le t...