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Mis piernas no daban para ningún paso más, sentía que con cada movimiento me desvanecía, no reconocía mis extremidades, el corazón me latía sin parar y mi cabeza daba vueltas por todo el alcohol que había consumido.

No vuelvo a beber nunca más, pensé.

El aire viciado me estaba asfixiando, si salía del club no iba a poder entrar de vuelta, no tenía pase para la zona VIP, entonces lo mejor que se me ocurrió fue ir al baño a tristes y vagas zancadas. Habré chocado con dos o tres personas en el estrecho pasillo que llevaba hasta mi tan deseado destino, no me disculpé, ellos tampoco, así que supongo que no les habré preocupado o molestado en absoluto. Me alegra, porque no estaba como para que me echasen, o como para iniciar una pelea, o tal vez en el peor de los casos, que me lleven a la cárcel.

Estaba delirando un poco ¿no?

Cuando llegué a la puerta estuve tirando de la manija por un rato, sin conseguir que se abriera, maldije y le pegué una patada de lo frustrada que me hizo sentir.

Se abrió.

—Así que solo había que empujar—dije para mí misma, en un tono de voz considerable, pero la música tan fuerte logró opacar completamente.

No había nadie a pesar de que afuera estaba infestado de gente, luego pude ver un par de pies en un cubículo, y ahí me di cuenta que este aire no es el que buscaba. Estaba viciado también, especialmente por dos personas que gemían al unísono. El buscar aire fresco me estaba alterando más de lo que desearía en ese momento, la bilis subía por mí garganta, sin duda vomitaría, y no lo iba a hacer al lado de dos personas teniendo sexo.

Corrí, o al menos eso traté. No se me ocurrió una mejor idea que ir al baño de hombres, empujando la puerta con una fuerza que saqué misteriosamente, logré entrar. El olor a desinfectante era como la gloria misma, prefería el aroma de un desinfectante rancio y barato.

Me importó nada que hubieran personas usando los inodoros, necesitaba recomponerme.

Qué lindo era el oxígeno, por el amor de Dios.

Apoyé mis manos en el lavabo, rápidamente me eché un vistazo en el espejo. No sé corrió nada de mi maquillaje, todo en su lugar, perfecto. Baje mí torso para quedarme unos minutos en esa posición, con mis ojos cerrados. Malísima idea. Cerrar los ojos hizo que mí cabeza diera muchas más vueltas y casi me tambaleara para un costado.

De repente, sentí una mano en mí cadera, como si me quisiese ayudar a no caerme. Tacto suave, nada demasiado brusco, atrevido o desubicado, aunque sí me asusté y quise ponerme lo más derecha posible, porque recordaba que estaba en un baño en el que no me correspondía estar.

Efectivamente, había un chico ahí, atrás mío, con una mano en su bolsillo y la otra colgando, luego de haber tocado una parte de mí cuerpo.

Qué poco higiénico.

—Disculpa—dije, un poco nerviosa por lo que pudiera hacer, pero viendo bien, parecía tranquilo, para nada perturbado que una chica estuviera en el baño de hombres —, no me siento bien, he tomado mucho y el de mujeres está ocupado, quédate tranquilo que solo quiero un poco de aire y me voy, agradecería que no dijeras nada y hagamos que yo no estuve aquí.

Me miraba, pero no emitía ninguna palabra, ningún sonido. Estaba entrando en pánico, en cualquier momento haría un movimiento, o saldría corriendo para avisarle a alguien que estoy aquí.

Me di vuelta y mi espalda baja quedó pegada al lavabo de mármol, bien frío en mis manos.

— ¿Que estás esperando?— lo miré a los ojos, ahora directamente, ya no más por el reflejo del espejo. Pude ver que tenía facciones bien marcadas, ojos bien rasgados, pómulos altos, barbilla que destacaba y labios, si bien pequeños, pero eran más o menos carnosos. ¿Este tipo siquiera era de aquí? — ¿Podrías al menos decirme una palabra? Me estás poniendo más nerviosa de lo que ya estoy.

Dijo algo, lo escuché claramente, habló fuerte, sin embargo no pude entender. ¿Me estaba hablando en otro idioma?

Mi cara de confusión debió ser grandiosa, porque elevó una de las comisuras de sus labios, se asomaron un poco sus dientes y de su boca salió una pequeña risa. Tiene una voz agradable, y ni hablemos de lo que hizo recién.

Habló otra vez, y esta vez su mano derecha lo acompañaba, señalaba el lugar donde yo estaba apoyada. La izquierda, con la que me había sostenido, estaba en su pantalón. Parece que hacía eso para estar relajado, o sólo para tener las extremidades ocupadas. Lo pude oír, perfectamente, y seguía sin entenderlo. Claramente, me estaba hablando en otro idioma, era extranjero sin duda.

Entendí que quería lavarse, así que quise separarme del mármol pero él bloqueaba el único paso. Avancé, chocando un poco con su cuerpo bien vestido para el lugar y la ocasión, y murmurando apenas un "perdona".

Balbuceaba, y balbuceaba como si yo pudiera comprenderlo. Parece que se estaba burlando de mí, entendía lo que le decía, eso lo daba por hecho. No me ocurría lo mismo a mí, trataba de poder aunque sea identificar en que idioma me hablaba, estando sobria lo sacaría al instante.

No despegó su mirada de mí en ningún momento, yo ya ni sabía que estaba haciendo y porque permanecía acá si ya mí objetivo estaba cumplido. Tomar aire para poder irme del club. No sé le escapó absolutamente nada, veía de reojo como pasaba sus dedos por sus palmas, el dorso y hasta sus muñecas. Pude notar que llevaba anillos de plata, gruesos.

Se enjuagaba, y se secaba con los papeles insulsos que te ofrecen en lugares públicos. No podía dejar de mirarlo, y es que tenía unos ojos tan bonitos. Nadie quería perderse una belleza como aquella.

Hasta que me dio la espalda para irse, no sin antes decir un "gracias", que pude entender a pesar de no hablar la misma lengua.

love talk » xdjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora