𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 20

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Leven miraba fijamente las nubes y los pájaros revoloteando por el cielo mientras descansaba tirada en el suelo, con el pequeño ciervo descansando sobre su abdomen.

Habían pasado cuatro días desde el incendio y aún sentía ese vacío en su corazón, mucho más al saber que no podría llevar a cabo su ceremonia.

Recordaba que cuando era pequeña, y algún miembro de su pueblo moría por pelear con algún animal mucho más grande, le adornaban el cuello con las flores más hermosas que se encontraran, todos se adentraban en el mar, y al llegar a una zona profunda, se tomaban de las manos alrededor del cuerpo.

Se besaba su frente en despedida de quien alguna vez amaron, y finalmente, se le colocaba una roca en el pecho, para que se hundiera y descansara en el hogar de los muertos.

En su pueblo se creía, que una vez tu cuerpo llegara al fondo, tu alma se unía al resto de muertos enterrados ahí en forma de flor marina y convivían allí abajo en paz por el resto de la eternidad.

Leven lo hizo con todos y cada uno de los pocos cuerpos que logró encontrar en el arrecife y la playa, lo hizo con cada uno de los animales que vió morir.

Incluso al encontrar cualquier hueso, lo dejaba en el mismo lugar, para que su alma no estuviese sola.

Leven no había podido llevar ahí a su hermanito, ni a ninguno de los animales fallecidos en el incendio, ella misma se encargó de reunir los cuerpos y construir una pequeña lancha con troncos caídos y lianas para facilitar su traslado.

Pero tenía la mala suerte de que el cementerio marino se encontraba hacia el sur, unos cien metros justo frente a la playa que los piratas usaban.

Intentó ir durante la noche, pero solo se encontró con que habían dos vigías, dispuestos a sacar sus armas.

Tendría que pensar en algo, pues no quería pensar en lo que le pasaría a las almas de sus amados animalitos si no tocaban el fondo del mar.

Un ruido a su izquierda la alertó, no dudó en sentarse rápidamente tomando su lanza, el pequeño ciervo solo levantó la cabeza.

Un humano pequeño de ojos azules y cabello oscuro la miró con ojos cristalizados.

-Señorita, ¿has visto al señor Dirk?-Leven lo miró confundida.

¿Y ese quien era?

Leven negó, su rostro se entristeció al notar las lágrimas caer por sus rosadas mejillas.

La pelinegra le hizo una seña con la mano para que se acercara a ella, el pequeño caminó temeroso.

Leven le sonrió hermosamente, cruzando sus piernas.

-¿Perdido?-preguntó con voz dulce, el pequeño asintió, Leven palmeó el lugar frente a ella.

-El señor Dirk dijo que jugaríamos al escondite, así que corrí en la selva, aunque me dijeron que no, ahora no se como volver.-explicó haciendo un puchero.

Leven le sonrió, acariciando sus húmedas mejillas, limpiando las lágrimas.

-Leven te cuida.-susurró dulce, el menor la miró confundido.

-¿Leven?-preguntó

La nombrada asintió, señalándose a si misma.

-Yo Leven.-susurró con una pequeña sonrisa.

The Pirate 🏴‍☠️ [l.h] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora