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Cuando sintió su mano doler decidió terminar sus deberes de escritura colocando su bolígrafo sobre la libreta ya cerrada; antes de pasar sus apuntes a los cuadernos correspondientes Laura le preparó ejercicios de caligrafía básicos, de esos que se hacen en preescolar para aprender a escribir, planas de espirales, círculos, barras inclinadas en ambos sentidos, según Laura eran con el fin de calentar sus articulaciones y que no le costará tanto transcribir lo que Kai preparó para ella. Entonces pasaron dos horas donde Leth escribía, al ver el resultado esperaba algo peor y menos estético. Su letra no era la más bonita pero era limpia y cursiva. Bueno, tal vez si era un poco linda. Recordó sus primeros ejercicios, sí existía una notable diferencia a lo que realizó con anterioridad.

Tratando de distraerse, la chica tomó su celular y al ver la hora supo que sus amigos estarían en el primer receso, mandó un mensaje a Kai, Trevor y Cameron, los cuales no tardaron en ser respondidos, Cameron en su respuesta anexó también una fotografía de los tres en la biblioteca. Los chicos mostraban una amplia sonrisa la cual era encantadora de ver. ¿Cómo podían verse así de bonitos dentro de una biblioteca? Estar rodeados de libros les daba un toque más atractivo a su parecer.

Aunque pretendía hacerlo, Leth se limitó en preguntar por Raziel, Kae o Elián, entendía que no era un acto que pudiese verse como bueno y sintió a su corazón estrujarse; a esas alturas deseaba rebobinar el tiempo y contarles la verdad en condiciones ideales y no por verse orillada por un absurdo rumor que involucraba a su viejo amor. Provocando una situación bastante caótica, la jovencita no dejaba de preguntarse cómo habría sido la reacción de los chicos si les contaba en un momento más tranquilo y oportuno... ¿La habrían apoyado o no?

Tratando de no agobiarse por un hecho inexistente, Leth suspiró, se escucharon dos golpecitos a la puerta, siendo segundos después que Amelia entraba a la habitación. La niña dejó su celular en la mesa en la que trabajaba, sonrió con emoción al ver a su amiga entrar.

— Hola, Maddie. — La jovencita la recibió con un abrazó aunque Amelia trató de no apretujarla tanto a petición de su padre.

Madeleine está frágil por salir de la cápsula, ten cuidado para no lastimarla. Fue lo que su padre advirtió antes de dejarla ser afectiva con su amiga. Al alejarse, la modelo sonrió con los ojos lagrimeando, estaba feliz de verla bien, no parecía faltarle algo o estar débil. Eso era paz para Amelia.

— Sé que no puedes hablar. — Arleth creó un mohín al asentir.

Amelia se burló, no era tan necesario escuchar la voz de Arleth para entender perfectamente lo que deseaba transmitir, la chiquilla se expresaba perfectamente con sus gestos.

— Te hice el almuerzo. — Amelia le mostró la gran lonchera que traía con ella. ¿Cuánto preparó? — Uno muy italiano, Maddie.

Arleth se apresuró a levantar sus libretas de la mesa para dejar que Amelia colocara los aperitivos que trajo consigo. De esa forma ambas se instalaron en la cama, Amelia se sentó en los pies de niña, teniendo la mesita entre ambas.

La esencia de AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora