Maniobra política

241 28 20
                                    

Hola, aquí estoy de nuevo con un capitulo que recién acabo de terminar de pulir. Este capitulo se centrara exclusivamente en lo que pasa en Karmaland, pero en mi opinion no tiene desperdicio. Digan lo que opinan en los comentarios, son alimento de escritores :3

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Sus pisadas producían un sonido poco silencioso entre charcos y barro mientras exploraban la pradera y los bosques cercanos al pueblo. Si bien el día había sido más luminoso de lo normal para estar aun nublado Vegeta, sabiendo bien los peligros que podían esperarles debajo de los árboles o en las cuevas, estaba muy atento mirando los alrededores mientras el pequeño grupo que le seguía, que consistía en dos hombres jóvenes y una mujer, se dedicaban a buscar comida de donde pudieran sacarla.

-No se separen- ordenó, espada en mano, a los tres jovencitos -No me hare responsable del que no me haga caso-

Con una gran baja en la cantidad de comida disponible y un alza de idiotas que nunca habían sostenido una espada en su vida saliendo solo para morir, había tenido que hacerse cargo personalmente del problema. Un día buscaba comida solo, al otro acompañaba a aquellos empeñados en salir (ya fueran voluntarios para llevar alimentos a aquellos que no pueden como personas que lo necesitaban para sus familias), y al siguiente tenía que rescatar a varios cuando esto salía mal, y no era rara vez la ocasión en que tenía que lidiar con las tres cosas juntas. De ser posible quería que quedara gente en el pueblo para cuando todo esto terminara, Merlon contaba con ellos.

Bajo la lluvia la visibilidad se dificultaba entre las gotas, pero mientras había un relativo descanso de la tormenta se tenía que aprovechar el tiempo lo mejor posible para ir y buscar comida. Las semanas que transcurrieron desde que inicio esa tormenta fueron una completa pesadilla para Karmaland y para él, ya que tras el incidente del que no se enteró hasta que fue tarde, Vegeta no había querido pasar ni un día sin ir al pueblo al menos una vez para comprobar. Cuando el miedo a otra invasión y la paranoia se exacerbaron entre la gente, prácticamente se había adueñado de la casa del alcalde como hogar temporal. Lolito no estaba para reclamarle por la ocupación, ni siquiera era suya técnicamente, solo era una casa vieja que había estado desde antes de que llegaran al pueblo y cuyo dueño había desaparecido hace mucho tiempo. Nadie recordaba quien fue alcalde antes, ni siquiera como era, puesto que en esos tiempos no se registraba tanto en libros como ahora.

Extrañaba la paz, las noches con sus lobos, tener todo a la mano en sus cofres y la seguridad de estar rodeado de quinientas mil torretas, pero pasar por esas penurias era lo menos que podía hacer tras ser tan inútil cuando realmente se lo necesitó. Vigilaba el pueblo por su lado primero, pero después había tenido que unirse a los guardias que quedaban para ayudar en la defensa cada vez más complicada cuando llegaba la noche. Tuvo que colaborar con la policía también, pero cabe aclarar que solo oía y obedecía a Fargan con cierto recelo porque sabía bien como era, pero para variar estaba tomándose en serio la situación.

Algo bueno es que al menos con todo esto, y sus amigos ocupados cada uno en lo suyo, los atentados explosivos se habían reducido a cero y no había tenido que volver a reparar su puerta ¿Casualidad? No lo creía.

-¡Encontré comida!-

Tanto él como los otros dos que le acompañaban fueron corriendo a donde escucharon al joven, viendo muy pronto a lo que se refería cuando encontraron al que gritó allí, acorralando a un cerdo contra unas rocas. Estaba tratando de agarrarlo, pero el animal se sacudía y lo golpeaba con sus patas.

-¿Necesitas ayuda?- preguntó uno, con una sonrisa burlona en sus labios.

-¿Qué te parece, idiota?- gruñó el otro.

Lluvia EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora