Apenas abrí los ojos y me deslumbró la claridad que asomaba por las persianas, gire la mirada y aún seguía aquí, en dos años era la primera vez que pasabamos la noche juntos. Se veía tan hermoso, era la pesificación de un dios griego, con su cabello tan suave y su aspecto tan definido; era sobrehumano el efecto que este hombre tenía en mí. Y es que cada noche le he dedicado todos y cada uno de mis orgasmos, no he conocido nadie que cause tal efecto. Solo puedo pensar en sus manos recorriendo cada espacio, sus dedos inquietos explorando, tocando, acariciando. Conoce cada parte de mí, sabe como llevarme a lo más alto. Es así. Es él. Es su magia.
Sin despertarlo me levanto de la cama y sigilosamente entro al baño, prendo la regadera mientras quito la única prenda que me quedo -las medias de liga que tanto lo excitan- entro a la ducha y dejo que el agua recorra mi cuerpo. No puedo evitar pensar en su lengua explorando y llegando a los más profundo, sus manos presionando mis senos, acariciando, jugando con ellas y es que toda yo le pertenezco desde aquella primera mirada. De repente el cristal de la ducha se abre despertandome de las fantasías.
-¿Cómo es que mi niña no me despertó para ducharnos juntos?- añadió en tono picaresco. Su mirada lucía oscura. Tan perfecto como sólo él puede.
-Michael. Te veías tan sere....- ni siquiera me dejó terminar la frase. Me volteo y aprisiono contra la pared, su boca comenzó a recorrer mi cuello dejando pequeños mordiscos en el camino, su lengua jugaba con mi oreja y luego descendía en su camino hacia la parte más baja de mi espalda. No podía evitar estremecerme a su tacto. Me volví hacía él. Lo mire y me agache. Esa era mi jugada con él, siempre supe manejarlo. Estaba tan firme, tan duro, tan él. Lentamente comencé a jugar con mi lengua, montando círculos en la punta de su miembro.
Michael agarró mi cabello con sus manos y susurró: -siempre sabes cómo arreglarte las. Vamos, haz lo tuyo-
Comence dibujando circulos con mi lengua en la punta de su pene. Bajando por cada centímetro de él. Besando, laminado. Subiendo y bajando una y otra vez. Mi lengua conocía tan bien ese camino. Lentamente lo introduje en mi boca succionando suavemente, comencé a moverme lento mientras observaba su reacción, luego más rápido agregando presión en la punta. Lamí toda su longitud de arriba hacia abajo, a su alrededor, volví a chupársela como tanto le gustaba, una y otra vez… lento y suave, rápido y fuerte, lento y fuerte. Era tan delicioso, era su sabor. Necesitaba todo de él, cada parte, cada espacio, quería tenerlo para mi. Note su pulso acelerarse y su miraba aún más oscura, lo sabía, ya casi llegaba. Me levanté y percibí su sorpresa.
-Siéntate ahora- dije en voz firme.
El Simplemente obedeció. Me senté sobre él. Lo mire fijamente y comencé a introducirlo lentamente. Sentí como cada centímetro se hundía en mí, mientras meneaba lentamente. Sus brazos me rodeaban y hacían sentirme tan segura y tan pequeña. Encajamos perfectamente, el agua recorria nuestros cuerpos. Éramos uno solo. Cada vez se volvía más adictivo, aumente la velocidad de mis movimientos y su cuerpo acompañaba el mío como si estuvieran sincronizados. Primero movimientos circulares con mis caderas. Todo de él se sentía tan bien dentro de mí. Acariciaba mi cuerpo, curioso, ansioso. Chupaba mis senos, y yo aumentaba el ritmo de mis movimientos. Hacia delante y atrás. Hacia arriba y abajo. Tan lento como para sentir cada parte. El rose de su piel. Cuando me sentía llegar aumente aún más el ritmo. El me aprisionó contra su pecho, y nos vinimos en un instante. Tan llena de él, y aún así tan sedienta. Él tan ligero, tan sutil, tan adictivo.
ESTÁS LEYENDO
Recuerdos de primavera
RomanceCada relato conlleva una historia de angustia y amor, de placer y deseos encontrados... mientras más las leas, mas secretos te llevas.