Punto de vista de Alex.
Tras finalizar el partido que perdimos porque a mi equipo no le dio la gana hoy de jugar bien me dispuse a entrar en los vestuarios. Miré a las gradas donde vi a Sam conversar con Ariadna y Teresa animadamente mientras sonríe y sonrío yo de verla feliz. A pesar de todo lo que hacemos y de que no haya sentimientos en lo nuestro, quiero verla feliz, es importante para mí.
— Alex — me giro a ver a mi hermana que ha bajado al terreno. — ¿podemos hablar un momento?
—Claro, dime.
— Okay. Respeto vuestra rara relación de "solo sexo" pero por favor te lo pido, no le hagas daño — conforme las palabras de Gia van saliendo más extraño me siento — si se llega a enamorar de ti, tú en eso del amor eres un verdadero capullo, y le harás daño.
—Gia, no se va a enamorar de mi — le digo.
— Eso no lo sabes — suspiro — y no me gustaría tener que arrancarte esos ojos verdes tan bonitos que tienes, de veras que no.
— Está bien. — le doy un beso en la mejilla y entro finalmente en el vestuario. No se enamorará ninguno de los dos somos tan tontos como para perder algo tan guay como lo que tenemos con unos sentimientos que de nada valen.
Abrí la ducha y sentí como mis músculos se relajaban al sentir el agua tibia pasar por ellos, recordando el buen momento en los baños privados sonrío al recordarlo. Salgo de la ducha enrollado en una toalla por la cintura y al quitarla voy colocándome la ropa.
Pantalones rasgados, camiseta blanca y la chaqueta de cuero sin la que no voy a ningún lado. Salgo del campus camino a casa debía de terminar de arreglarme antes de ir a cenar con Sam.
¿Si lo nuestro es solo sexo por qué la invito a cenar? Pues quizá porque tampoco es necesario que todo todo sea solo sexo, también está bien conversar y compartir momentos.
Miro el reloj, las 8:39 p.m tengo que ser puntual, Sam es una maniática de la puntualidad, así que salí de casa hacia la suya y llegué justo.
Llamé a la puerta y una súper Samantha con un vestido negro escotado hasta las rodillas que dejaba a la vista su espalda y unos tacones negros altos fue la que me abrió.
— impactado eh Morgan — levanta las cejas dos veces.
— acostumbrado a verte con tus vaqueros a todas horas, bueno a todas horas no pero quiero decir no es momento de hablar de eso solo que emmm — me puse nervioso y no sabía lo que decía— estás preciosa.
— Gracias—sonríe y yo hago lo mismo. Cierra la puerta tras ella y montamos en el coche hacia el restaurante donde reservé anoche. En el viaje hubo un silencio pero no un silencio incómodo sino un silencio con alguna que otra mirada de reojo por parte de ambos. — Es mi restaurante favorito. ¿Cómo supiste?
— intuición masculina. — digo halagado por haber acertado.
— Te lo ha dicho Gia.
— No, enserio que no.
— Me quieres ver la cara de tonta Alex — dice riendo y tomándome la mano para entrar más rápido al restaurante, ¿porque fue para eso?
No entiendo como podía gustarle este restaurante sino tenía nada de especial, era normal con sus paredes amarillas y sus múltiples cuadros los cuales desconozco, sus mesas cuadras y otras rectangulares y la comida pues la típica de un restaurante, esto lo puedes encontrar en cualquiera de Miami. La velada en sí había sido increíble, cuando acabamos decidí llevarla a lo alto de un paraje en donde se podía contemplar toda la ciudad de Miami.
—Cuéntame, ¿por qué te mudaste a Miami? — ella agacha su mirada y se le cristalizan los ojos, bien hecho Alex, has tocado tema delicado. — No tienes por qué contarme si no quieres. — si la única a la que se lo contó fue Gia sus motivos tendrá.
— No, estoy tratando de hablar de ello sin ponerme a llorar pues ya hace como trece años y es hora de que aprenda a sobrellevarlo. — suspira y me mira — cuando tenía cinco años al borde de los seis mi padres y yo decidimos hacer un viaje a Madrid porque mi sueño siempre había sido conocer Madrid y sus pequeños lugares de interés. El viaje en sí había sido increíble, pero la vuelta a Sevilla no tanto, al llegar a mi ciudad natal mi padre perdió el control del coche porque llovía y volcamos en un barranco — sus ojos se habían vuelto cristalizar y presentía que iba a llorar en cualquier segundo y yo solo quería abrazarla — Al principio no quería creerlo pero cuando me vi vestida de negro y diciéndoles un adiós que era eterno no me quedó más remedio que hacerlo, la única familia que me quedaban eran mis abuelos y ellos vivían aquí así que no me quedó más opción que mudarme.
— ven aquí — la senté encima mía y la abracé lo más fuerte que pude la noté sollozar en mi hombro. — Mi padre nos abandonó cuando Gia nació — me miró a los ojos — al parecer estaba cansado de mí, mi mamá, de Julia y Gia llegó a fastidiar todo un poco más. Prácticamente nos abandonó cuando yo era un bebé y Gia una nena de días. — no sé lo que es tener un referente paterno.
— ¿Y lo extrañas?
— No se extraña lo que nunca se tuvo — rodea sus brazos alrededor de mi cuello mientras me mira a los ojos y me besa, sus manos se enredan en mi pelo y se sienta a horcajadas encima de mí. Voy subiendo poco a poco su vestido para que no haya impedimentos de nada y voy acariciándola suavemente mientras ella vuelve a gemir, me gusta tanto que gimotee por mí.
Sus besos van viajando desde mi boca a mi cuello dejando pequeñas mordidas en él. Poco a poco desabrocha el cierre de mi pantalón y ya sé lo que eso significa y lo que está buscando. No alargo más el sufrimiento de ninguno y entro suavecito, pues está visto y comprobado que así lo disfrutamos mucho más, ella se mueve a la misma vez que yo y jadea una y otra vez mientras que una ola de calor me invade completamente, acaricio su cintura y se estremece.
— Ahora — dice y vuelvo a aumentar la velocidad para acabar a la misma vez que lo hace ella, como hasta ahora habíamos estado haciendo. Su respiración es más pesada que de costumbre y se apoya en mi pecho y noto su respiración en mi cuello. Siento que me podría quedar así de por vida y que nada más me haría falta.
No tienes de qué preocuparte Gia, no sé cuál de los dos se va a enamorar, si ella o yo.
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El Que Se Enamora Pierde [EN EDICIÓN]
Teen Fiction«Ten cuidado con jugar con el fuego, porque te puedes quemar o enamorar, y si te enamoras... ¡Pierdes!» Samantha era una chica que aparentemente estaba sola, lo único que le quedaban eran sus abuelos. En su penúltimo año de universidad el chico de...