—Hasta aquí puedo dejarte, supongo... —habló Ben al estacionarse en la esquina.
Amelia descendió de la motocicleta con cuidado.
—Sí, está bien aquí...—murmuró entregándole el casco.
—No queremos que el Sugar Daddy se ponga de malas, ¿verdad? —musitó divertido.
—No digas tonterías...
Ben solo sonrió mientras se ajustaba el broche del casco.
—Lamento que no hayamos avanzado en nada... me pongo muy sentimental cuando recuerdo cosas... lo siento...
—Está bien, no te preocupes... fue divertido en cierto sentido... aprendí cosas que... no podría haber aprendido en ningún otro lugar...
La mujer asintió silenciosa.
—Y gracias por el almuerzo...
—Fue solo una pizza... no tienes que agradecerme nada... —murmuró él—. De hecho... yo quiero... agradecerte... ya sabes... por... hablar...
Ella lo miró con una pequeña sonrisa en su rostro.
Se divertía montones cuando Benedict hablaba mal. Ver a un hombre como él, tan seguro al expresarte, e inteligente con los números, tartamudeando por "simples e inútiles emociones", como las llamaba él, era algo invaluable.
—No te rías de mí... —pidió negando con la cabeza, a la vez que se impedía sonreír.
—Me río contigo...
Ben soltó una carcajada, que precedió a un pequeño silencio por parte de ambos.
—¿Cuál es tu color favorito? —preguntó mirándola.
Ella lo miró raro.
—El rojo...
—Te debe gustar mirarte al espejo, ¿no?
—¿Por qué lo dices?
—Mírate, todo en ti grita rojo, debí haberlo imaginado...
—Hay días y días, no todos son iguales... —respondió abrazándose a sí misma.
—Sí, nos pasa a todos...
Amelia apretó el tirante de su mochila, ese que estaba más gastado que el contrario, ya que era el que siempre colgaba en su hombro.
—Debes irte... se hace tarde y Nelly debe extrañarte...
—Sí, tienes razón... —murmuró mirando el tablero de su moto—. Adiós, Amelia...
—Adiós Ben...
Benedict encendió su motocicleta y dio la vuelta en la dirección contraria, volviendo a casa, pero esta vez a una velocidad más prudente.
Amelia caminó a la residencia de Tom con las manos en los bolsillos.
—¡Estoy en casa! —vociferó al hablar.
Nadie respondió.
Decidió caminar a la cocina.
—Hola Jane... —saludó al ver a la chica—. ¿Cómo estás?
—Bien, señorita... ¿qué necesita?, ¿gusta un té? —ofreció la muchacha.
—No, acabo de beber un par de tazas... —respondió—. ¿Has visto a Tom?
—El señor no ha salido de su estudio el día de hoy...
—¿Cómo que no ha salido? —interrogó extrañada.

ESTÁS LEYENDO
Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...