El romance de Durandarte

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Durandarte era un caballero al que hieren en la guerra y, antes de morir, se lamenta por no ver más a su amada, por lo que Durandarte le dice a su primo Montesinos que, cuando haya muerto, le lleve su corazón a Belerma.

Durandarte era un caballero al que hieren en la guerra y, antes de morir, se lamenta por no ver más a su amada, por lo que Durandarte le dice a su primo Montesinos que, cuando haya muerto, le lleve su corazón a Belerma

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Después de lo mucho que le costó sacarle el corazón a Durandarte, Montesinos lo envolvió en una suave tela y lo metió en una pequeña bolsa. Antes de marcharse echó una última ojeada al rastro de sangre que había dejado su primo antes de morir; y, sin parar de llorar, se prometió a sí mismo que no pararía hasta entregarle el corazón a Belerma.

Cogió su caballo color perla y cabalgó sin descanso durante dos días y una noche hasta que se vio obligado a parar y a reconocer que él y su caballo estaban al límite de sus fuerzas.

Durmió un par de horas y continuó el camino. No sabía cuánto le faltaba para llegar y no tenía sentido del tiempo, pero, por la luz solar, debía ser medio día. Así pues, se internó en el bosque a lomos de su caballo y después de cuatro horas, vio a lo lejos el pueblo donde vivía Belerma.

En la montaña más alta se divisaba el majestuoso castillo donde la dama residía.

Se aproximó rápidamente hasta llegar al portón de la fortaleza. Un caballero le abrió la puerta y Montesinos con el corazón en un puño —literalmente— deseó hablar con Belerma.

El caballero, tras ver las grandes ojeras de Montesinos y la desesperación que traía, aceptó extrañadamente y fue a buscarla.

Tras unos largos minutos, una voz que Montesinos reconoció como la de Belerma dijo:

—¿Qué hacéis vos aquí?

Montesinos se armó de valor e intentó relatarle todo lo sucedido.

Belerma lo escuchaba atentamente sin acabar de creerse lo que le decía.

—Él me pidió que le trajera su corazón —dijo Montesinos haciendo ademán de entregárselo.

La dama se hallaba en shock mirando a Montesinos que estaba a punto de caerle una lágrima.

De repente, a Belerma empezó a oscurecérsele la vista y cayó al suelo desvanecida. De tal forma que se dio un fuerte golpe contra el suelo muriendo en el acto.

Montesinos intentó reanimarla pero no lo consiguió. Así que, por su mente pasó la idea de enterrar los dos corazones juntos. Y eso es lo que hizo: le arrancó a Belerma el corazón del pecho y se adentró en el bosque por el que había venido. Cabó un pequeño agujero en un árbol y allí enterró los dos órganos para que permanecieran siempre juntos.

Hoy en día dicen que, si vas a Francia y te adentras en ese bosque, puedes encontrar una extraña planta con un fino tallo y unos pétalos de color rojo. Es ahí donde Montesinos sepultó los corazones de Belerma y Durandarte.

ElenaLane, 2015

ElenaLane, 2015

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