Harry tiene una hermana

11. Rata escurridiza

La tensión que se sentía en la diminuta casa del pueblo de Hogsmeade era tan densa que cualquiera que entrara podría sofocarse por la falta de aire en el lugar y las dos personas que residían ahí se encontraban enfrentadas de un extremo a otro de las angostas paredes mientras sus miradas grises y brillantes se veían de distintas maneras: la mujer, con la respiración agitada no podía evitar ver a su primo de manera furiosa y no era por nada; Sirius había salido del hogar y se había tardado más de un par de horas, levantando así su preocupación hasta los máximos niveles, pero cuando llegó con la noticia de que había estado con Isabelle en su forma humana y le había pedido ciertas cosas no pudo evitar realzar su personalidad como una mujer Black; Sirius, en cambio, le devolvía la mirada con culpabilidad, pero no arrepentimiento.

—¡Es una niña! —levantó Carina la voz— ¿cómo pudiste meterla en esto?

—Al menos ya sabemos que Pettigrew sigue en el castillo —respondió como defensa— tenía que hacerlo o permaneceríamos en cero durante semanas, ¡tal vez meses!

—No tenías ningún derecho, Sirius —le acusó entre dientes mientras le apuntaba con el dedo— ¡le prometiste hablarle de su padre! ¡Él único tema en el que te pedí que no te metieras!

—¡Bueno, se merece la verdad! —gritó de vuelta— no me gusta tener que mentirle cuando sé perfectamente que mi mejor amigo es su padre.

Ambos se quedaron en silencio, tal vez para reflexionar o para tranquilizarse y así evitar que la discusión fuera para más porque ambos conocía el carácter del otro y eso no iba a terminar bien.

—No está lista para saberlo —murmuró Carina con más calma— es muy joven para entender...

—Es muy inteligente para su edad —contradijo— mientras más tiempo pase, peor serán las consecuencias y lo sabes.

Los primos volvieron a callar y no hablaron de nuevo durante el resto de la noche en donde lo único que se escuchó fue el tintineo de las tazas de té y el papel del mapa que como todos los días fue revisado de renglón a renglón. 

[...]

Isabelle nunca tuvo una sonrisa tan grande como en ese día; se movía por los pasillos dando pequeños saltos mientras seguía pensando en Sirius y en el hecho de que pronto sabría todo sobre su padre porque el señor Black se lo había prometido al ella ayudarle con su petición. Vio a lo lejos al trío de amigos de tercer año y decidió acercarse, aunque no le dirigió la mirada a Harry sí que saludó con una pequeña sonrisa a Hermione antes de dirigirse hacia Ron.

—Hola, Ron —comenzó con una sonrisa— ¿encontraste a Scabbers?

La sonrisa que el pelirrojo tenía al ver a la pequeña enseguida se borró para enviar una mala mirada a la chica a su lado.

—Te lo dije, Isabelle —contestó con rencor— el monstruo de Hermione lo ha matado.

La mencionada, a punto de comenzar otra discusión, se vio interrumpida por la pequeña cuando en una risa oculta que a veces disfrutaba de sus peleas volvió a hablar.

—No —dijo Isabelle permaneciendo con la misma expresión aún bajo la mirada de los tres— yo lo vi ayer en los jardines, estoy segura de que era él porque pasó a mi lado y vi que le faltaba un dedito.

Isabelle movió el meñique mientras decía la última palabra y vio en Ron una divertida mirada de esperanza mientras ignoraba el hecho de que Hermione le ordenaba pedirle disculpas por la falsa acusación hacia su gato. Isabelle se alejó con la misma sonrisa, a pesar de haber sentido la mirada de Harry mientras se iba, y logró escuchar los susurros de su conversación.