O N C E

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Cada persona viene a este mundo con un destino específico, tiene algo que cumplir, algún mensaje tiene que ser entregado, algunos trabajos tienen que ser completados. No estás aquí por accidente, hay un propósito detrás tuyo.

Samuel entra a aquel conocido lugar con una ligera sonrisa, encontrándose al chico que había salvado hace un par de días y se le acerca, percibiendo una atmósfera distinta como ambiente. Sin embargo, extiende su mano para estrecharla con la del contrario.

— Hombre, ¿qué tal?

— No muy bien, la verdad.

El mayor frunce el ceño, entonces tenía razón, algo andaba mal y eso no le gustaba.

— ¿Puedo ayudar de alguna manera?

Últimamente, Samuel andaba con mejores ánimos y eso era un logro, desde hace meses había estado sumido en sus pensamientos oscuros y adicciones que ha dejado, curiosamente, desde que está a cargo de Doblas.

— Sí... Pero, esto será complejo. —El menor le observa detenidamente y Samuel gira para ver si alguien venía, al no encontrar a nadie, lo vuelve a mirar con atención.— Necesito saber si realmente trabajas en la mafia.

Hizo un paso hacia atrás, colocándose de cierta forma a la defensiva.

— ¿Qué es lo que te complica? —Tenía que evadir la respuesta, si alguien le escuchaba podía ser perjudicial de cierta forma.

— Samuel, uno de mis mejores amigos está secuestrado.

Se queda en silencio durante largos segundos, recordando.

Sentado sobre un sofá color rojo carmesí, junto a un chico de lentes y otro mucho más bajo que ambos. A su izquierda había otro chico con cabello rizado que no paraba de reír (...)

"Otro más bajo que ambos. Es Alex."

Tío, ya sé que es horrible, joder pero no te coloques igual de pálido que un papel. ¿Estás bien?

— Sí, sí. ¿Cómo se llama él? —Ignora a toda costa hablar de lo que pasaba por su cabeza y le dedica un sonrisa totalmente falsa, apoyando con suavidad sus manos sobre el mesón.

— Rubi-Digo, Rubén. Rubén Doblas. Y sinceramente, la policía es una mierda porque no sirve para nada, no está ayudando en nada.

"Por supuesto que no, está siendo sobornada... Al menos por ahora."

Y es tan frustrante porque sé que está vivo y debe estar asustado, pasando frío, tal vez sin comer... Tal vez siendo torturado todos los días.

— No, claro que no. —Las palabras de su boca salieron sin pensar y la mirada extrañada de Alex lo observaba.— Joder, que no creo que deba estar siendo torturado diariamente, vaya.

— ¿Cómo estás tan seguro de ello? ¿Tú sabes algo de Rubén? Si es así, te ruego que me digas... Esto nos está matando a todos. —Su mirada de súplica, tal vez si fuera normal le afectaría pero le daba igual.

— No sé nada, lo siento, Alex.

— ¿Podrías, podrías ver si alguno de tus colegas sabe algo...?

— Es muy complejo.

— Pero, tío... Yo por lo que sé el padre de Rubius tiene ciertos líos y quizás por eso se lo llevaron, pero él no tiene la culpa de nada. —El menor estaba con los ojos llorosos pero eso seguía sin afectar al más alto.

— No hay nada que yo pueda hacer.

— Samuel...

— ¡Apura, hostias! Llevo tres malditos días en el coche. —La aparición de Frank le hizo suspirar con profundidad, agradecía tenerlo ahí.— Hey, hola.

— Frank, este chico de aquí es Alejandro. —El mencionado se acerca para estrechar su mano con la de él y por un segundo, siente que sobra en ese momento.

— Dime Alex.

Samuel rueda los ojos cuando se quedan mirando y golpea con suavidad la espalda del contrario.

— ¿Nos vamos ya?

— Pero si acabo de llegar.

— Nos vamos ya, chaval. Hasta luego, Alex... Lo más probable es que nos volvamos a ver. —El menor asiente suavemente con la cabeza y regresa su mirada hacia Frank, quién llevaba en sus manos un montón de comida que había sacado de las repisas solamente para tener una oportunidad más de hablar con el chico.

— Déjame comprar aunque sea goma de mascar.

— Que no, que ya tengo en el coche.

— Joder, que pesado. —Frank guarda nuevamente lo que llevaba en la mano y le guiña un ojo al contrario, quien le sonríe como respuesta, recibiendo una colleja por parte del más alto.— Voy, voy.

Al salir, Samuel no puede evitar reírse por la actitud del contrario con Alex pero decide no decir más que ya le iba a reclamar y no quería perder su tiempo en discusiones absurdas.

Una vez ya dentro del coche, enciende el motor para poder conducir hasta su casa, en la cual se encontraba su rehén. Durante el camino su amigo llevaba las gafas de sol mientras fingía dormir o dormía, en realidad no estaba muy seguro pero simplemente decide hablar. Tenía que contarle a alguien y él era su único amigo.

— Alex es el mejor amigo de Rubén.

— ¿Estás de coña?

— No, ¿no lo recuerdas? Era el tío sentado a su lado el día que lo secuestramos. Quizás la única diferencia era el "largo" del cabello y que estaba de espaldas, pero es él... No había caído en ello hasta hoy, hasta que me lo dijo de frente.

— Es cierto. ¿Qué te ha dicho?

— Me quería pedir ayuda, pero no se la puedo dar. Rubén es mi rehén.

Samuel, ¿te gusta ese chico? —Frank se quita las gafas para observar fijamente al mayor, apreciando de mejor manera su reacción. La cual fue lógicamente mala.

— ¿Cómo demonios me va a gustar? ¿Con qué te has drogado?

— Niégalo todo lo que quieras, engaña a todos si quieres pero a mí, a mí chaval... A mí jamás me podrás mentir como al resto. Yo nunca podré caer en tus cuentos porque lamentablemente, te conozco como a la palma de mi mano. —Hace una pausa para abrir una botella con refresco y bebe un poco de ella, cerrándola para regresarla a su posición original.— Tú no besas a cualquier persona y menos te preocupas por alguien tanto, jamás defiendes a un rehén. Para ti era tan fácil como presionar un gatillo y listo, pero ahora es distinto, ¿verdad? ¿Qué tiene Rubén Doblas que no ha tenido el resto de tíos?

— Ni puta idea.

— Samuel De Luque tiene sentimientos... Increíble.

R E H É N • ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ ᴀᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora