Ellys Reyne se aferraba a la espalda de Daenerys Targaryen.
«Es una reina». Pensaba mientras la sentía junto a ella, volando en el frío cielo de Los Ríos.
Aquella noche, antes de partir, habría querido buscar a Jaime, arreglar las cosas y hacerle entender que esa era la única forma. Pero al igual que había hecho con Theon en el cruce de caminos, debía dejarlo atrás. Era tiempo de soltar. Debía soltar su amor a cambio de la vida, de la salvación del reino.
Podía sentir la muerte en los huesos, marchando desde el Norte, podía sentir la muerte de Bran, podía sentir tantas cosas que incluso Lorean Reyne se clavó como una daga en su pecho. Su hermano, su amante. ¿Cómo habría sido su vida de haber dejado todo para irse con él? Recordaba sus rizos suaves entre sus manos, y su miembro caliente empujando contra ella, podía sentirlo en el interior, y recordaba aquellos momentos con una mezcla de odio y gozo.
«Si hubiéramos huido, habríamos sido felices, aunque sea por un tiempo ». Los había amado. A esos hombres a los que perdió; amaba a Robb, a Lorean, a Theon y a Jaime, los había amado y perdido, los había deseado y repudiado. Al final, a cuestas de Drogon, solo se tenía a ella misma y a la criatura que podría o no estar en su vientre. Pensó en sus hijos, ¿habría reconocido Harwyn a ese padre que nunca conoció? ¿Qué habrá sentido Theon al ver a Robb en el rostro de su pequeño? Deseaba volver a verlo, preguntarle si todo su dolor valió la pena.
—¿En qué piensas? —dijo de pronto la reina de dragones— Ellys se sintió desconcertada por la pregunta. —Llevas mucho rato apretandome el costado —continuó la Targaryen.
—Lo siento, Alteza —reaccionó la Reyne— no lo había notado.
—¿Piensas en tus hijos? ¿En Jaime Lannister?
Ellys negó con la cabeza, y luego se dió cuenta que era imposible que Dany la viera.
—Pienso en todo. En los que perdí y en los que perderé después de la batalla —las palabras de Ellys se desprendieron de sus labios.
Daenerys no dijo nada por mucho rato. Acariciaba el lomo de Drogon, y trataba de buscar el Tridente en medio de la penumbra.
—Hoy recordé a mi esposo —dijo de pronto — A mi primer esposo. Mi Sol Estrellas, sentía que lo amaba y que nunca podría sentir ese tipo de conexión con otra persona, sentía que mi lugar era la muerte, junto a él. Me dejó tan sola —hubo un largo silencio y continúo— Pero el dolor de su muerte me dió tres dragones. Me trajo hasta aquí, perdí a personas que amaba, perdí a tanta gente y eso me trajo hasta aquí... La muerte no me va a derrotar hoy, o mañana. No vine hasta aquí por ellos, llegué hasta donde estoy porque voy a ocupar el Trono de Hierro.
La piel de Ellys se erizó con sus palabras. Ella la había traicionado, y si ganaba está batalla y llegaba a Kings Landing, su traición se sabría y ella y todos los que amaba estarían muertos.
Se neblina empezó a difuminarse, los árboles eran menos frondosos y empezaban a abrirse camino por un largo trecho.
—Hemos llegado al Tridente —dijo Ellys.
Drogon descendió con rapidez, sus enormes alas causaron que cayeran varias ramas hacia las aguas oscuras.
Daenerys miraba alrededor con desazón, tenía un nudo en el pecho y la extraña sensación de estar siendo observada.—Entonces fue aquí —susurró.— En este lugar el Usurpador asesinó a mi hermano y me condenó al exilio.
Encendieron una larga antorcha empapada en brea.
—Su hermano fue un gran hombre, Alteza. Todos lo dicen.
—Ojala Viserys hubiera Sido como Rhaegar —dijo Dany con tristeza— Debemos darnos prisa, ¿qué es lo que debes hacer?
Y en realidad, no lo sabía. No llevaba un instructivo sobre lo que debía hacer con la espada y el rubí. Pero sentía que debía acercarlos al agua helada. Llevó el mandoble envuelto en la pesada tela bermellón hacía la orilla. Drogon soltó una llamarada de fuego que encendió las ramas secas de varios arbustos, el lugar quedó tan iluminado como una vieja taberna. La reina la observaba con sigilo, mirando altiva alrededor. Al tratar de tocar el agua, Ellys se dió cuenta que estaba congelada. Era un enorme manto de hielo rodeado por el fuego del dragón.
«Es así como debe ser.»
Soltó los amarres del telón, y oyó la gran espada caer al frío. Se inclinó hacia ella y colocó la piedra roja en la hendidura del mango. Entonces, la piedra empezó a brillar, destellaba cómo la sangre hirviendo de un enemigo. Al voltear la vista hacia Daenerys, se encontró completamente sola.
—Su Alte... —las palabras se quedaron flotando cuando volvió la vista a la espada.
Era él quien la sostenía, y se acercaba a ella con pasos lentos, como si no hubiera prisa, como si el tiempo en el mundo entero se hubiera detenido.
De rostro firme y hermoso, con cabellos largos de color plata.—Esta siempre fue tu mision Ellys Reyne. Has errado el camino, y has traicionado a tus seres queridos. Ayudarás a culminar la larga noche, pero debes saberlo...—el principe colocó la espada entre sus manos y antes de desaparecer, le mencionó tres cosas importantes que ocurrirían.
Por su lado, Daenerys observaba el trance de Ellys Reyne, la llamaba por su nombre pero ella no respondía. Veía la espada, brillando. Podía sentir a su hermano.
—Lamento todo lo que ha tenido que pasar —era una voz masculina suave, la más dulce que había oído jamás — Quisiera haberte conocido.
Daenerys supo entonces que quien le hablaba, era Rhaegar.
—Hermano... —sollozó.
—No queda mucho tiempo —dijo él — He visto lo que viene, he visto al dragón. Puedes traer la paz a este reino, o puedes destruirlo.
—Yo solo quiero...
—Un hogar —continuó Rhaegar— El sol ha salido por el Oeste, y las montañas volarán como hojas por los aires. Y vendrá de ti aquello que traerá una nueva era. La canción de hielo y fuego ya ha sido entonada. Podrás ver la luna, pero no el amanecer.
—¿Eso qué...?
La pregunta se esfumó de sus labios cuando se dió cuenta que estaba a lomos de Drogon, por Ellys Reyne a su espalda y el gran mandoble listo para la guerra.
¿Acaso moriría? ¿Era eso lo que su hermano trataba de decir?
Estaba inmersa en sus pensamientos, y Ellys Reyne, por su parte, estaba inmersa en los suyos, con aquellas últimas palabras aún resonando en su cabeza: «es el elegido».
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Los Últimos Reyne II | Fanfic GOT
Fiksi Penggemar«Pero ahora lluvias lloran en su salón, con nadie que las escuche. Sí, ahora las lluvias lloran en su salón. Y no hay ni un alma para oír». Después de la fallida rebelión de la Casa Reyne contra los poderosos Lannister de Roca Casterly; Tywin Lannis...