Regaliz

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-Y así acercándose escuchó o bueno le pareció escuchar una voz que le llamaba, pero cuando- cerrando el libro con un golpe seco, recorrió toda su clase sorprendiéndose de encontrar a poco más de tres personas adormiladas saliendo de su estado de ensoñación. El profesor paró un momento, disculpándose miró el reloj en su muñeca izquierda- Chicos lo siento mucho, a mi también me duele pero el horario manda y os quedan diez minutos más de clase-.

-Venga profe que es última hora- gritó uno al final del salón

-Eso eso- le siguieron los demás

-Dijisteis lo mismo hace dos días por que era a primera, vuestra lógica de adolescentes cada vez me confunde más- anunció, pasando su mano por su frente, en un gesto exageradamente falso intentando demostrar fustración.- ¿Por qué no hacemos una cosa?-

-Ocho minutos-

-No, no será muy largo- dijo en voz alta, haciéndose oír- Os voy contar una historia-

-Bien yo me voy- algunos alumnos comenzaron a levantarse- y yo-

-Chicos, venga esperad- unos cuantos se giraron a prestarle atención- esta será diferente, vosotros me ayudareis a contarla-.

-Dos minutos- una persona sentada en la segunda fila y sin la menor apariencia de querer recoger sus cosas respondió- ¿Cómo nos cuentas una historia en dos minutos?- El maestro se extrañó, por no haber caído antes en la chica, tampoco le sonaba su cara. Viendo su oportunidad, escondió una sonrisa.

-Haremos un trato, cada hora de clase los últimos diez minutos os contaré la historia, por donde me haya quedado y vosotros al día siguiente me diréis vuestras teorías sobre lo que pasará a continuación.

-Vaya mierda de trato es ese- vociferaron los mismos del final dirigiéndose a la puerta

-Eso eso- siguieron a coro otra vez los demás.

-Ya vereís que os gustará, adem -una gran campanada, señal del fin del día resonó por todo el aula interrumpiendo al profesor y no a la manada de estudiantes que se dirigían a la salida.

- Mañana sera un gran día mañana lo será- habló en pleno silencio

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Asco.

Asco es lo único que piensa cualquiera para describir está situación.

Palabra muy útil.

Que asco.

Así es la mayoría del año vivir en PuertoSano.

Que de sano tiene poco.

Hogar lo llaman.

Melody comenzaba a subir cajas, mientras estas palabras surcaban por su cabeza. Una a una entraban al camión de mudanzas. Un extraño pero gran automóvil blanco con largas franjas rojizas a los lados.

-¡Mel, que es para hoy!-.Su hermana le grita desde el otro lado de la calle.

-Que si, ahora- ese "ahora" no le sonó muy convincente ni a ella misma.

-¡Pues mueve el culo!-.Melody empezaba a sentir la necesidad de estampar su cara contra el muro más cercano.

En el cielo las nubes intentaban disiparse, Melody en el ultimo vestigio de esperanza de ver algún rayo de sol, no llegó. Pero la humedad seguía impregnada al cuerpo como una segunda piel de quien estuviese en PuertoSano.

Al cabo de un rato terminaron de subir cajas. El camionero con un palillo de madera en la boca, les miraba impaciente.

-Bueno creo que eso era todo- Beth , mas conocida como la madre de Melody.El comentario iba con la intención de asegurarle al transportista que no debía desesperarse más de la cuenta. Él no parecía pensar lo mismo.

-Mire señora, que no tengo toda la mañana- dijo

-No se preocupe, si después de esto no se preocupará de trabajar nunca más- Una cosa que la caracterizaba a Beth, era su manera de decir las cosas. Directa y concisa.

Ella llevaba meses preparando la mudanza junto con su marido. Y aunque quisiera esconder sus nervios, tampoco ella conseguía estar tranquila todo el rato. Si esta oportunidad no funcionaba no les quedaría nada.

La familia White. Normal como todas, extraña como ninguna. Se formaba por; Augustus White que hacía el papel de padre, Beth White le seguía como madre, Harmon White como la hermana mayor rebelde y Melody White, que aún no tenía muy claro lo que pintaba allí.

Después de intentar buscar trabajos y estar siempre en números rojos, a Gus le ofrecieron un puesto como sastre de una familia muy cotizada de SaintLewis. El oficio de sastre no estaba tan bien visto para un hombre, aunque estuviesen en el siglo veintiuno. Por eso cuando cuando le llegó la noticia ya comenzaban a hacer las maletas.

Melody sabía que debía dejar todo en esa ciudad costera, no la amaba con su vida pero la había cogido cariño. No volvería oír el sonido de las olas chocando contra los arrecifes por las noches, y mucho menos las ferias veraniegas. Sus amigos también la echarían de menos, no se consideraba una persona muy sociable, pero al menos había conseguido hacer parte de un grupo de personas que consideraba de confianza.

-Parece que va a llover-sintió la mano de su madre apoyada en su hombro- Verás como nos quedemos atascados en medio del tráfico-

-¿Tráfico? Pero si es martes- preguntó Melody- Si pero me han dicho que los martes hay más movimiento por la carretera principal-.

-Son las seis de la tarde mamá, ni que fuera hora punta- suspiró mirándose las palmas de las manos.









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⏰ Última actualización: Jul 27, 2022 ⏰

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