Todo empezó el 2 de junio del 2017. Recuerdo que desde pequeño le tuve miedo a las alturas, me ponía sumamente incómodo subir a montañas rusas, edificios, trampolines, etc. Un día Me arme de valor con mi amigo Julián y decidí subir al edificio abandonado que están a punto de demoler, en ese momento pensé que era la peor decisión de mi vida ya que si por mi fuera, jamás hubiera estado a menos de setenta metros de esa atrocidad, pero Julián insistió, es una persona muy convincente cuando de malas decisiones se trataba. El edificio tiene un aspecto sumamente descuidado, se ve que antes eran unas especies de oficinas en las cuales gordos hombres de traje se sentaban a ver porno o engañar a sus esposas con la secretaria, me gusta pensar en la idea de que era un buffet de abogados importante o una especie de Lobo de Wall Street mexicano lleno de hombres dispuestos a engañar a cuanto hombre llamaran, es lindo imaginar que algún día ese sitio tuvo vida aunque fuera una vida llena de pecados y adicciones, aunque eso es vida ¿no?. El lugar huele a una humedad que nos dice que ya ha visto muchas tormentas y que no han pagado el agua en muchos años, el lobby nos habla sobre cómo la naturaleza regresa a donde debería de estar y su fachada que me grita que Dios se olvidó de ese lugar hace ya mucho rato, Julián quería usar el elevador lo cual era una reverenda estupidez, ¿cómo un lugar así podría tener electricidad? o siquiera la seguridad de que el elevador no se desplomaba apenas pusieras tu peso ahí.
-Usemos las escaleras- Dije apurado y molesto
-Nos va llevar una eternidad- Dijo Julián
-Tratemos de ver si funciona-.
Presiono el botón cuatro veces en breves pausas, esperando un sonido que le dijera que no tendría que recorrer los más cincuenta pisos que conformaban el gigante melancólico, lo presiono otra vez y nada.
- ¿ves? te lo dije tendremos que subir las escaleras-. Dije Aliviado
En eso el elevador sonó.
-después de usted -. Dijo Julián Sarcásticamente
-déjate de mamadas y sube-. Dije molesto.
En el elevador se veían rasguños grandes llenos de óxido, como si un loco hubiera asesinado con una sierra a alguien y nadie lo hubiera querido siquiera limpiar por temor de que él o lo que sea que fuese volviera para reclamar otra víctima, no voy a mentir, el horror me carcomía, el simple hecho de pensar que en cualquier momento eso se podría caer era horrible, sentía e imaginaba cómo se rompían los cables que los sostenían y caía a mi inevitable muerte, hubiera podido jurar que en algún punto el olor a hierro y el color del óxido me hacía pensar que era sangre salpicada, estaba de una manera tan uniforme, como pintor expresionista, podía imaginar como un loco era artista, usando el cuerpo como paleta, la sangre como pintura y la escena siendo su nefasto lienzo.
-henos aquí, ¿listo?-. Dijo Julián sacándome de mi burbuja de pánico
-no entiendo que estoy haciendo aquí en serio-.
-estás combatiendo tus demonios, ándale sólo asómate-. Dijo señalando la puerta de cristal que daba a la terraza.
Mire y me carcomió un miedo impensable, quería bajar, pero el simple hecho de pensar que si quería salir rápido tenía que usar otra vez ese maldito elevador me congelo.
-Julián ya no quiero, enserio ya no quiero, sácame de aquí ya-.
-ok está bien tranquilo ya bajamos no te preocupes-.
Llamo al elevador y en eso sonó como las vigas que lo sostenían se trozaron y lo dejaban caer hacia su suerte, en ese momento supe que pude haber tenido el mismo destino, morir y quedar atrapado con el sin número de almas en pena que yacían ahí.