La guerra está por empezar

208 17 18
                                    


El fin de semana había llegado, el sol ya asomaba en aquella mañana de sábado por toda la mansión Vongola. Mientras todos dormían plácidamente luego de una noche llena de jugueteos, Tsuna se encontraba corriendo por las calles de Sicilia con sus auriculares puestos. Tuvo que dormir a algunos guardias que no le quisieron dejar salir por su seguridad, sí como no seguridad, él podía cuidarse solo además no quería verse como un inútil con un montón de guardias detrás suyo. Siguió recorriendo las calles de su olvidada Italia, cuando era niño apenas si le dejaban salir todo por su bendita seguridad además de sumarle el hecho de que era un maldito asustadizo, sonrió al recordar aquellos momentos. Iba enfrascado recordando cada lugar que veía al correr que ni se dio cuenta que ya había pasado una hora por lo que decidió volver a la mansión, allí le esperaban los guardias con una mirada reprobatoria.

-Tsunayoshi-sama sabe que no debe salir solo –le dijo uno de ellos-

-Lo siento, pero es que me gusta correr solo y francamente dudo que aguanten mi ritmo –dijo y sonrió mientras tomaba su botella de agua y bebía del preciado líquido-

Tsuna dejó la discusión con las guardias entonces se dirigió a su recámara, entró en ella y salió al balcón que esta tenía, la vista daba justamente a una parte de los jardines de la mansión se sorprendió de ver a Fon ejercitándose sin una camisa o polera, sus abdominales resaltaban mientras el pelinegro hacía movimientos delicados pero con fuerza, Tsuna lo sabía mejor que nadie ver luchar a Fon era como ver una danza magnífica, delicada pero con una fuerza implacable que destrozaba a cualquier enemigo. Todavía recordaba cuando le conoció

************

Flashback

Tenía 8 años cuando vio por primera vez a todos los amigos de Reborn, él lo había llevado porque tenían una reunión importante por una misión, él no entendía mucho de ello, pero igual fue arrastrado por el hitman más poderoso del mundo.

Tsuna estaba sentado en los jardines que poseía esa mansión al estilo japonés, estaba admirando las preciosas flores que allí crecían, pronto sintió que no estaba solo. Se dio la vuelta y allí estaba él, se parecía tanto a Hibari-san que aquello le petrificó por un momento.

-¿Hi-hibari-san?-preguntó tímido.

-¿Uhm? Mi nombre es Fon pequeño –le dijo él muy amablemente y se acercó, pero Tsuna se puso en guardia desconfiando de aquel sujeto- ¿Cuál es tu nombre?

-No te interesa saberlo-replicó el más pequeño haciendo que el mayor sonriera dulcemente- ¡No te rías o te ataco aquí mismo! –le dijo con seguridad-

-Vamos, tranquilo. Soy amigo de Reborn –le respondió extendiendo su mano, pero cuando Tsuna iba a tomarla, una explosión y muchos disparos tomaron lugar en la mansión. Fon de inmediato saltó a proteger al pequeño que en ese momento se encontraba demasiado asustado-

-¡Fon, protégele a toda costa! ¡Si tiene un solo rasguño te mataré! ¿ENTENDISTE? –gritó Reborn desde dentro disparando a diestra y siniestra. Fon sonrió y asintió, entonces cargó a Tsuna y se dispuso a escapar del lugar, pero ni bien había salido de la zona más peligrosa, quince sujetos le interceptaron nada difícil aún así tenía al niño junto a él, por lo que tuvo que idear en su mente una estrategia para que el pequeño no saliera lastimado.

Tsuna temblaba al ver a esos sujetos, Fon le dijo que todo estaría bien que confiara en él y el castañito asintió, le dijo que se quedara detrás de él y que por nada del mundo se moviera. De inmediato se puso a pelear con los sujetos, ya tenía a diez caídos en menos de cinco minutos, iba a por los otros cuando notó que aparecían más. Definitivamente tendría que moverse, pero eso significaba dejar a Tsuna al descubierto, arriesgándose a que Reborn le asesinara tuvo que dejar al castañito y vencer a los tipos lo más rápido que podía, casi se le fue el alma cuando vio que dos sujetos iban a dispararle al niño, corrió hacia él para protegerle entonces las balas le dieron una en el hombro izquierdo y la otra cerca de la zona del estómago, la sangre empezó a emanar de su cuerpo. Tsuna sólo podía ver como el suelo se manchaba de aquel líquido color carmesí, las lágrimas ya corrían libres por su rostro, aquella persona se había sacrificado por él. Estaba tan asustado y todo empeoró cuando los dos sujetos que habían intentado dispararle tomaban a Fon de su preciada trenza tirándolo al piso haciendo que sus heridas se abrieran más y que el pelinegro profiriera un grito desgarrador, fue entonces que Tsuna con todas sus fuerzas gritó

Nuestro complicado y loco amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora