El sol y la luna

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El bosque era denso y oscuro, pero eso no la detuvo, no le importo, solo seguía el distante jaleo de aquel hilo rojo que la unía a él.

Ella sumergida en encontrar muy pronto a aquel que jalaba del otro extremo, se vio distraída de esa criatura que la custodiaba. En un momento ella frenó en seco, porque sintió el hilo tensarce, el agarre se aflojó, al instante algo venía a una velocidad estridente, una silueta que aún no tomaba forma y entonces cuando su vista logró enfocar aquello que se avecinaba, el impacto la sometió.

En medio de un extraño peso que axfisiaba su pecho, revolotean sus párpados en busca de enfocar y observar lo que esta sucediendo, se percata de la gran figura  arraigada sobre su cuerpo, él, de piel tostada, con rizos desordenados cayendo por un costado del rostro y transmitiendo una paz con el suave descanso de sus pestañas en aquellos pómulos, notó la gran diferencia entre aquel chico y ella, su piel tan luminosa tirando a un color grisáceo, su cabello blanco tal cual como la suave llovizna de un nevar próximo; después de su análisis, una extraña fuerza los tomo y los enredo en unos hilos espesos, aquellos empezaron a iluminarse.
Con temor ella comenzó a forcejear, pero todos y cada uno de sus movimientos eran en vano, observó a aquel moreno frente a ella que parecía estar apacible en la inconsciencia, cansada de el fuerte aprieto en el que se encontraba, sin poder resistir nada más, dejo que se la llevaran las sombras.

Una suave brisa, casi intangible, rozaba su mejilla, en el instante en el que logró despertar, un par de ojos enigmáticos se hallaban posados en ella, debido a la cercanía en la que se encontraban, sus alientos se mezclaron, un pequeño frío recorrió su espalda. Allí sin decir nada, atados tanto en físico como en corazón. Entre más indagaba en lo profundo de su mirada aquel hilo rojo desprendía suaves caricias en su pecho, aterrada pero extasiada a la vez, el tirón que antes exigía ser seguido, ahora pide quietud...

Sus rostros se empezaron a acercar en el momento menos pensado, tal vez se dejaron guiar por aquel choque de intensidad, que se afianzaba en el hilo y recorría cada terminación nerviosa de sus cuerpos, las cuerdas que antes los ataban afianzaron su agarre, pero era demasiado tarde como para notarlo, sus labios se rozaron y con este fino toque, una tenue luz, salió del principal enfoque de aquel enredo de cuerpos, las cuerdas desaparecieron, sintiendo más libertad profundizaron aquel beso, cada segundo su intensidad se iba aferrando, dejandose llevar por el dulce pero ajetreado jalar del hilo de su pecho; aquel que pedía más unión, todo sucedió de una manera sútil y dedicada, consumaron aquel amor, que a pesar de ser dos extraños sabían el destino que con lleva su amor, un amor apasianado, guíado por constantes atajos de un hilo rojo amarrado a sus corazones.

Mientras fundían y quemaban todas y cada una de sus pasiones, aquella criatura que custodiaba a la chica, los observaba, desde lejos, en silencio y con un atajo de indignación. Tras aquel suceso,  este ser arremete contra ellos, citando: "han conlcuído, eso que esta prohíbido, las almas gemelas fueron separadas, por el atajo que contraían ellas. La humanidad fue condenada a buscar desesperadamente a su sengunda parte. Ningún alma logrará llegar a su otra mitad, no escucharan el constante llamar del mayor amor ansioso en el que podrán explotar. El que atienda el teléfono de este llamado y logré sellarlo, será condenado a no volver a amar, si no a sufrir en soledad y desolación, deseando al único ser que lo llenará." 

Los jóvenes asustados, se abrazaron , en un intento de soltar el terror y el miedo, pero aquello no apaciguo nada. Un grito desgarrador, perforó sus oídos: "Uno de ustedes será condenado a reinar en la luz, su tortura vendrá a ser, ver el constante caminar de parejas que derrochan amor y dulces palabras; el otro se condenará a dirigir la oscuridad, se tortura con el suave murmurar de las voces de aquellos amantes, que buscan refugio en el corazón de su amado/a. Así pues fue dicho y así se estipulará." 

Un gran tornado se formó alrededor de la pareja, desagarrando y agarrotando sus músculos en el proceso de intentar separarlos, ya sien fuerzas para seguir peleando, su manos se soltarón, en aquel instante murmuros infinitos sonaron, susurros que decían "Te amo".

Ahora son dos luces incandecentes, en un mismo firmamento, pero condenados a estar sujetos a ciertos espacio, con demasiada distancia entre ellos. La chica veía el amor florecer cada mañana, y su amado veía el constante correteo de escapes furtivos que era llevados acabo solo por amor. Tal y como fue dicho, no pudieron amar, se encontraban rodeados de una espesa masa que se interponía y solo los dejaba en la cruel y despiadada soledad.

La historia de aquellos corazones, fue desgarradora, pero sus corazones jamás dejaron de crear llamaradas de fuego ardiente y ferviente que los consumía, sin importar sus limitaciones siguieron amando, en soledad y penumbra... Y así nació la frase "la luna siempre espera el día"


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