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Me encontraba sentada en la sala de mi casa, con el control remoto en mi mano, buscaba algo de mi agrado, estaba demasiado aburrida y era domingo. Mi papá se había ido a hacer el súper, mi mamá y hermana estaban en casa de mi abuela, o al menos eso entendí.

Sonó el timbre de la casa, se me hizo raro ya que no recordaba haber invitado a alguien y mucho menos si mi familia no estaba. Con mucho esfuerzo me levanté del sofá y me dirigí a la puerta para ver quien podría ser.

-¿Está tu papá?-preguntó el susodicho que había interrumpido mi aburrimiento. He de admitir que me quedé perpleja por un par de segundos. Era un hombre precioso. Ya sabes, de esos que nada más verías en internet, supongo que tenía la edad de papá, pero bastante "conservado".
-No, no se encuentra.- tartamudeé levemente, o al menos eso creo.-¿gusta dejar algún recado?-pregunte mientras hacía una bomba con mi goma de mascar y me recargaba del margen de la puerta.
-¿Crees que tarde mucho?
-No lo sé, tiene como unos cuarenta minutos que se fue. ¿Quiere esperarlo?
-Sí, creo que es lo más conveniente. Me urge hablar con él. Sobre el trabajo.-recalcó.
-Oh, claro. Pase- sonreí mientras me hacía a un lado para que entrara.
-¿Tú eres Jane, cierto?- preguntó mientras se sentaba justo donde yo estaba.
-Sí, ¿mi papá le ha contado sobre mi?
-Puedes hablarme de "tú". Me hace sentir menos viejo. Además, tu papá y yo somos buenos amigos.-dicho lo siguiente, entendí que él era Sebastian, papá siempre le hablaba a mamá de él, cosas buenas obviamente. Son básicamente socios o una cosa parecida que aún no logro comprender.
-Por supuesto-dije y me senté a un lado de él. Tal vez esto se vaya a mal interpretar desde un principio pero mencioné desde el inicio que yo estaba sentada ahí, así que si pensabas juzgarme desde este preciso momento, te diré que aún no es tiempo, lo mejor está por pasar.

-¿Gustas algo de tomar?- pregunté mientras seguía con lo que estaba haciendo, buscando algo en la televisión. Se que esta conducta no estuvo del todo bien, pero aquí viene mi pregunta... ¿Crees que hubieras podido mantener contacto visual con un hombre así? Digo, en mi defensa lo único prudente que pude hacer fue evitar a toda costa el contacto visual con semejante Dios del Olimpo, si no lo hacía, ¡sabrá Dios de lo que hubiese sido capaz de hacer en ese preciso momento!
-¿Tienes tequila?-me volteó a ver detenidamente y yo no pude resistir más y también lo volteé a ver. No se que clase de brujería, fallo en la Matrix, casualidad o yo que sé, había ocurrido pero ahora sentía que él estaba en la misma situación que yo. ¿Será acaso porque se me había ocurrido la brillante idea de ese mismo día no usar brasier y aparte ponerme los mini shorts que papá tanto odiaba? Sí, creo que fue eso, pero no es mi culpa, ¿de acuerdo? Estábamos en pleno verano y parecía infierno.
-Claro, ahorita te lo traigo- contesté, aunque se me hizo algo raro que pidiera tequila, a decir verdad.
-Te acompaño- dijo mientras se paraba del sofá y seguía mis pasos.

Cuando estábamos en la cocina, me dirigí a las gavetas donde estaban los licores, Sebastian se había sentado en unos taburetes que había en la barra de la cocina. Mientras yo servía el tequila sentí con me miraba. No quiero que se interprete de tal manera que me haga ver como una tipa narcisista ni mucho menos, simplemente fue una de esas veces en las que sabes perfectamente que te están viendo porque sientes una mirada penetrante.

Me voltee para darle el vaso de tequila con hielos y me recargué de la barra con un vaso para mí también, quedando frente a frente con él. Me empezó a hacer una serie de preguntas a las cuales respondí con tranquilidad, eran cosas sobre mis estudios y ese tipo de cosas, nada fuera de lo normal, pero hubo punto en el que la platica se volvió más pícara, con risas y coqueteos. Y finalmente tocó el tema que hizo que todo enloqueciera.

-Y dime, Jannie. ¿Tienes novio?- cuando hizo esta pregunta te juro que sentí como si muchas gotas de agua fría se deslizaran lentamente por mi espalda. Una sensación de adrenalina empezaba a invadir mi cuerpo, mis latidos se aceleraban cada vez más. Me sentía capaz de hacer cualquier cosa... cualquier cosa atrevida.
-No... ¿Por qué la pregunta, Sebastian?- me acerqué más a él. Juro por Dios que mi lado seductor estaba saliendo a la luz cual fiera enfurecida en busca de carne fresca.
-¿Por qué? Eres muy bella, más de uno desearía tenerte.
-No soy un objeto- me acerque más a él, sin perder el contacto visual.
-Lo sé, solo era un cumplido- se levantó del taburete y se acercó a mí. Retrocedí hasta quedar contra el fregadero, con una sonrisa perversa al igual que la suya.
-¿No crees que debes usar otro tipo de cumplidos?
-¿Cómo cuáles?- se acercó más a mi, ahora ponía sentir su respiración cerca, aunque no me molestaba en lo absoluto ya que él era más alto que yo, obviamente.
-No lo sé, piensa.- lo miré fijamente a los ojos, eran tan azules y hermosos, sus labios tan apetecibles y rosados. Te juro que estaba volviéndome loca, la manera en la que se mordía levemente el labio, sabía lo que quería y yo me moría de ganas por que ocurriera.
-No. Tal vez no sea buena idea...- y ahí fue donde perdí el control. Lo agarre de la playera y me acerqué a su oído. Me había estado provocando y ahora me dejaba con las ganas, si fuera hombre hubiera tenido un dolor fuerte ahí abajo, ya sabes a lo que me refiero.
-Creo que no fue muy buena idea que iniciaras todo esto, Seb- le dije con más confianza. Subió su mano desde mi cadera y fue subiendo hasta mi cuello, me tomó de él y me atrajo lentamente a sus labios. Oficialmente había entrado al cielo.

Empezamos a besarnos cada vez más profundo, tocábamos nuestros cuerpos con deseo y desesperación. Tomé su mano y subimos a mi recámara y cerré la puerta con llave. Me senté en la cama y se acercó a mi, continuamos besándonos cada vez con más lujuria, mientras nos quitábamos la ropa. ¡Dios mío, este hombre era un monumento! Besaba mi cuello, mis hombros e iba bajando cada vez más hasta llegar a mi pantie, para este punto, toda la situación se tornó un poco más romántica pero con mucho deseo y desespero. Sebastian separo mis piernas y comenzó a repartir besos en mi entrepierna y finalmente me empezó a hacer un oral. Sentía que estaba en las nubes, apretaba las sábanas en busca de control pero me era imposible. Aceleraba más los movimientos pero sin ser agresivo, sentía en toda mi zona íntima su lengua húmeda, era una sensación extrema de placer puro. Bien dicen que los hombres mayores son los mejores.

Se sentó en la cama y me acerqué a su bragueta y la destrabé con rapidez, estaba impaciente por que me hiciera suya. Le empecé a hacer un blow, adoraba ver su piel empapada en sudor, sus caras de satisfacción y placer que hacía mientras yo hacía movimientos con mi lengua y lamía todo su miembro. Quisiera entrar en detalles y decir que su miembro era realmente bonito, grueso y de buen tamaño para mi. Cuando terminé, me tomó de las manos y me acercó a él y me sentó arriba de él, en posición de "vaquera". ¡Diablos! Al momento de introducir su miembro dentro de mi, sentí dolor por el tamaño de su pene. Empecé a moverme lentamente mientras me acostumbraba al tamaño para después ir rápido y más intenso. Aún recuerdo las caras que hacía, podría plasmarlas en una pintura y ponerla en mi recámara.

Cada vez apretaba más mis caderas y hacía que acelerara mis movimientos. Cambiamos de posición, esta vez el arriba de mí y fue la mejor idea. Abrazaba su cadera con mis piernas mientras él iba cada vez más rápido, sus movimientos de cadera eran impresionantes. Me sostenía de sus musculosos brazos y las gotas de sudor caían en mi pecho, se acercaba a mi y nos besábamos mientras continuábamos en el coito. Finalmente terminó dentro de mi y dejó caer su peso sobre mi. Se volteó, dio un gran suspiro y me atrajo hacia él en un abrazo y yo me recosté de su pecho.

-Wow, eso estuvo increíble. -dijo mientras miraba al techo.
-Ha sido la mejor experiencia- dije, y le di un beso en la barbilla.
-Se que apenas nos conocimos y de esta forma tan loca, pero me encantaría saber más sobre ti.
-No creo que sea lo mejor, Sebastian. Por mi familia.- me separé un poco de él.
-Puede ser nuestro secreto- me miró
-Nos pueden descubrir...
-De acuerdo- se paró y se comenzó a vestir.
-Mira, en verdad lo disfruté pero no creo que sea saludable para mí estar en este tipo de situaciones y mucho menos con alguien tan cercano a mi papá.
-No solo busco sexo, si es lo que piensas.- me quede helada.

Se que era la primera vez que nos veíamos, pero ambos nos encontrábamos en la misma situación, la tensión sexual era demasiada y yo estaba dispuesta a cualquier cosa.
-Ya no diré nada, mejor tomemos una ducha y bajemos rápido porque mi papá puede llegar en cualquier momento.

Sebastian Stan ~One Shots~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora