Entre los años de 1980 y 2000 se dio el terrorismo en el Perú, la época más brutal de la historia peruana debido al gran número de víctimas que en su mayoría fueron gente humilde.
Remontándonos a esos años, un 13 de abril de 1982 en las calles de la Ciudad de Lima vagando se encontraba una muchacha de unos 18 años aproximadamente de cabello castaño, largo y alborotado de grandes ojos café y piel pálida junto con dos niños de 8 y 5 años quienes habían huido de Junín apostando su suerte en la capital.
No iba a ser fácil, pues ahora eran mendigos sin siquiera un lugar en donde refugiarse ni nada que comer.
La muchacha no sabía que hacer para sobrevivir cargando con sus dos hermanos sin ayuda, pero tenía que hacer algo pronto. Y así sin más comenzó a robar en cuanto tenía la oportunidad llevando en un manto las frutas tomadas para sus hermanos.
Y así estuvieron durante meses, esperando una oportunidad, un milagro para que sus vidas cambien pero poco a poco la esperanza comenzaba a apagarse y los tres mendigos comenzaron a aceptar la vida miserable que debían llevar.
En una de las veces en las que la joven tuvo que robar, creyendo que había perdido a los guardias de seguridad y al vendedor quienes la habían perseguido se detuvo a ver un collar, uno con una piedra roja irregular y brillante exhibido en una tienda de artesanías, uno que jamás iba a poder comprar incluso siendo una baratija, pero se quedó tan encantada con el que decidió quedarse a admirarlo unos segundos más. Así fue, como la sorprendieron los hombres que la habían estado persiguiendo todo el rato, ella intentó correr pero fue inútil, la tomaron de ambos brazos y la sacudieron viendo caer el manto con las frutas robadas, ella lloró suplicando piedad mientras recibía un par de golpes, en ese momento ella solo podía pensar en quién cuidaría de sus hermanos si se la llevaban por ladrona, intentó zafarse con desesperación pidiendo perdón pero enmudeció al escuchar una voz pidiendo que la dejaran en paz.
¿Acaso era el milagro que pidió incansablemente?
Las lágrimas comenzaron a caer al ver que la soltaron, se giró para mirar a los ojos a su salvador, un apuesto jovencito bastante alto de cabello negro y ondulado, ojos café,nariz respingada y bien vestido, que incluso desde lejos podía notarse que no pertenecía al lugar en donde estaba
¿Qué hacía alguien como él en un mercado?
-Ella se viene conmigo, no se preocupen, yo pagaré lo que tomó
Alegremente agradeció la gran ayuda del extraño joven y este la detuvo para preguntarle la razón por la que robaba, ella le explicó su situación y que tenía dos hermanos a los cuales alimentar.
-¿Te gustaría trabajar en lugar de robar?
-Por supuesto que sí, eh hecho muchos esfuerzos por conseguir trabajo pero no se hacer mucho, podría aprender pero nadie quiere recibirme con dos niños conmigo.
-¿Quisieras trabajar en mi casa? Mi madre está buscando una empleada
-¿En verdad? Se lo agradecería mucho, pero ¿Estas seguro de que va a recibirme?
-Yo me encargo.
Así fue como de la noche a la mañana ella y sus hermanos se encontraban en una gran casa sin poder creer las hermosas cosas que había, quien sabe como el muchacho logró convencer a su madre de contratarla, pero lo importante ahora es que tenía una oportunidad, y no podía desaprovecharla.
Y así comenzaba su nueva vida.
Una señora muy elegante que rondaba los cincuenta muy sonriente se acercó
-¿Cómo te llamas muchacha?
-Celine. Y ellos son mis hermanos, Juan José y Hernán.
- Me llamo María Luisa, y bueno ya conoces a mi hijo, Elián.
Podría parecer la típica historia de la chica humilde que es maltratada por sus patrones, incluso la misma Celine había esperado malos tratos pero dispuesta a soportar, para su sorpresa tanto la señora como su hijo eran probablemente las personas mas amables que iba a encontrar en toda su vida.
Todas las mañanas, después de regar las plantas, se sentaba al lado de la ventana para sentir el olor a la tierra húmeda mientras veía a sus hermanos jugar en lo que esperaba que el joven bajara de su habitación para ir juntos por las compras para el almuerzo, ella solía insistir al principio diciéndole que podía ir sola, pero a Elián le gustaba ir para despejarse, no le gustaba estar encerrado en casa tanto tiempo.
Después se dedicaba a limpiar cuidadosamente cada cosa de la casa mientras cantaba, Elián solo se dedicaba a mirarla en silencio mientras sonreía disimuladamente sintiéndose sorprendido de que con su sola presencia había traído alegría su casa.
Y así durante varios meses, Celine miraba a Elián como lo inalcanzable.
-Habrá una fiesta en la casa, por el cumpleaños de mi madre, tenemos que preparar todo.
- De acuerdo.
Un día más salieron juntos por las compras, pero esta vez serían mucho más grande para preparar suficiente para los invitados.
Celine se detuvo unos segundos en la tienda de artesanías para mirar, como cada día, el dichoso collar que la había dejado encantada desde la primera vez que lo vió, se sintió muy triste por que el día de hoy el collar no estaba entre las otras joyas, con un poco de timidez le preguntó a la artesana por el collar a lo que la anciana le respondió que el collar fue vendido ayer.
Desanimada regresó a lo importante, junto a Elián compró los ingredientes necesarios y aunque este le preguntó repetidas veces la razón de su desánimo no le comentó nada sobre el collar.
Y entre tantas tareas, apuros y retrasos finalmente quedó todo listo para la celebración, el salón estaba perfectamente enserado , habían muchas sillas alrededor, música agradable y deliciosos bocaditos decorando la mesa. Los invitados se veían cómodos con el ambiente, hasta ahora todo estaba saliendo muy bien.
Celine se encontraba en la cocina acomodando bandejas con más postres en lo que María Luisa entró para agradecerle.
- Todo quedo muy bien, estoy contenta con todo lo que has organizado muchacha, pero me gustaría que dejes la cocina, ya todo esta perfecto y no te quiero más aquí.
Celine la miró asustada, ¿Qué quería decir eso? ¿Ya no quería que trabaje más para ella?
-Señora, me gustaría saber qué hice mal, podría resolverlo y entonces...
Enseguida se escuchó una suave risa por parte de la señora.
-Claro que no muchacha, no me refería a eso, quise decir que quiero que te arregles y seas una invitada más.
Ahora estaba confundida, no estaba segura si era una buena idea, ademas no tenía ropa elegante ni siquiera zapatos, intentó explicarle a su señora que no tenía los recursos para entrar como invitada a esa fiesta, pero María Luisa tenía un vestuario preparado para ella y para sus hermanos.
-Sabes algo Celine...Siempre quise una hija mujer, lastimosamente nunca tuve la dicha y aunque amo mucho a mi hijo estoy contenta de que estés aquí.
Celine tenía un sentimiento muy extraño, se sentía en familia, había deseado tanto tener una madre y ahora tenía una oportunidad.
Emocionada vistió y arregló a sus hermanos y luego se arregló, un hermoso vestido azul largo y zapatos negros, se recogió el cabello y salió tímidamente de su habitación, para su sorpresa Elián la estaba esperando.
-Te ves hermosa, pero siento que te falta algo.
-¿Qué crees que me falte?
-Un collar, pero descuida, te compre uno.
Celine estaba en lágrimas, no era cualquier collar, ¡era ese collar! ese que se había pasado mirando cada día.
- ¿Cómo lo supiste?
-Tendría que estar ciego para no darme cuenta como lo mirabas.
Ella solo sonrió, sentía que vivía un sueño y si era así entonces no quería despertar.
-¿Lista para bailar?