Capítulo 32| Bruno

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-Esa niña era extraña -murmuró el pequeño y su padre esbozó una pequeña sonrisa

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-Esa niña era extraña -murmuró el pequeño y su padre esbozó una pequeña sonrisa.

-Esa niña es una pequeña guerrera -dijo su padre acariciandole la cabeza al pequeño.

-¿Por qué? -curioseó el pequeño y Ben suspiró con cansancio.

-Algún día lo entenderás, y cuando lo hagas. Recuerda siempre apoyarla tome el camino que tome, niños como ella no son niños muy sanos que digamos -dijo y el pequeño Bruno pestañeó.

-¿Está enferma? -preguntó con horror y Ben rió sacudiendole los cabellos a su hijo.

-Si hijo, está enferma -murmuró y se inclinó en su oído para susurrar -Enferma de venganza.

Aquello Bruno no lo entendería hasta unos años después cuando todo comenzó.

《...》

Sentí el hilillo de sangre bajar por mi nariz hasta mis labios. Apreté la mandíbula y volví arremeter contra ella, furiosa. Rodamos por el suelo del pasillo entre quejidos, gruñidos e insultos, hasta que la sentí subirse encima mio y golpearme la cara de un puñetazo que me dejó completamente aturdida. Aún así guié mis manos hacia donde suponía que estaban sus hombros y la empujé con toda la fuerza posible, quitandomela de encima.

Me levanté a tiempo para esquivar su siguiente ataque, por lo que su pierna golpeó el aire, aproveché eso para sostener su tobillo y tirar de ella, mandandola de espaldas contra el piso con un ruido seco. Planeaba arrojarme contra ella, pero lo que no me esperé es a que sacara una daga de su bota y me la arrojara directo a la garganta.

En aquel momento agradecí mis buenos reflejos y a papá por su entrenamiento, ya que esquivé por los pelos la daga, oyendo como se encajaba en la pared detrás mío.

-¿Pero qué mierda? -jadeé, espantada, al ver como se levantaba de un brinco y se para enfrente mío con una mirada asesina.

-Tú no deberías estar viva -siseó y aquello me desorbitó de sobremanera -Debiste haberte muerto en ese lago, así nos ahorrabamos todos estos problemas -y con eso sacó otra daga del bolsillo de su pantalón.

Ante esa declaración comencé a retroceder lentamente, sintiendo como el crudo y frío miedo trepaba por todo mi cuerpo, como una serpiente, tensandome y amenazando con asfixiarme. Sin querer aquellas palabras habían activado los recuerdos de aquella tortuosa noche, reviviendo los gritos de ayuda, de dolor y la sangre bañando el agua azulada.

Mi cuerpo sufrió un pequeño espasmo de debilidad, dandole la ventaja a mi contrincante de poder saltar encima mío y tumbarme, se ciñó a mi cintura y alzó la daga, para luego bajarla en dirección a mi cuello. Sin embargo su ataque falló al recibir un disparo en la clavícula, donde la sangre salpicó hacia mi rostro y su grito de dolor retumbó en mis oídos.

¡Adoptemos al Diablo! [Terminada ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora