Primera parte.

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~Errores masivos ~


— ¡Estoy ciego! –Gritó con terror, a la vez que comenzaba a desesperarse–, ¡Ayuda!

Quiso levantarse de la camilla, pero al hacerlo cayó al suelo dándose un buen golpe en la cabeza.

No entendía lo que pasaba, ni porqué no podía ver, pero el hecho de estar así lo ponía frenético. Al estar a los gritos pelados, una enfermera vino a su auxilio tratando de acostarlo en la camilla, pero él se resistía, no quería que una extraña lo tocara, quería irse, recuperar su visión e irse a casa. Ese hombre no sabía la gravedad de su condición, ni tampoco parecía darse cuenta, o al menos ser consciente de ello lo único que podía hacer era desesperarse y gritar. Era un necio sin remedio.

Al no tranquilizarse, los médicos le aplicaron un calmante, y el hombre cayó rendido en un profundo sueño, lo que ayudo bastante para poder colocarle los cables que tenían que ser conectados a su cuerpo, sin olvidar el suero «Puros tecnicismos médicos». Mientras tanto los médicos hablaban entre sí para seguir evaluando la situación médica del paciente ingresado de gravedad. Dilucidaban diferentes tratamientos, hasta se pensaba la posibilidad de operarle.

Mi nombre es Helena Díaz. Tengo 28 años, los cumplí el mes pasado un nueve de Octubre; Soy libra, aunque no entienda muchas cosas sobre los signos del zodíaco. Soy soltera, por elección y por qué nadie parece suficientemente bueno para mí. No, en realidad estoy jugando, estoy soltera por qué nadie me soporta ¡Lo siento!

Vivo en un bonito departamento en Palermo, a unas cuadras del restaurante donde trabajo; Madame Curie, sobre la calle Scalabrini Ortiz. Soy la chef de ese elegante lugar, que a decir verdad me va muy bien y siempre tengo comensales que van a diario, y casi siempre tengo que salir a escuchar sus felicitaciones. La típica; «¿Usted es la chef? Es qué... es tan joven para su edad...», y así sucesivamente, las personas siempre quieren marcar su autoridad ante mí, dando a entender que son importantes. Aunque poco me importa, porque en mí cocina mando yo.

Volviendo a lo importante; Son las 12:00 p.m. del 12 de Octubre, y aquí me encuentro, en la sala de espera de un hospital, esperando que todo sea un mal sueño. Tratando de entender todo lo que está sucediendo en mi vida.

¿Cómo pasó todo esto?

Ni siquiera puedo recordarlo con claridad, porque entre en un estado de shock nervioso. Lo único que recuerdo, es a mí gritando tan asustada y llena de miedo, al verlo tirado al filo de la escalera, con la cabeza sangrante y los ojos cerrados. Al principio, creí que estaba muerto, pero cuando vino Gabriel (el mozo de turno) y le tomo él pulso, confirmo que seguía con vida.

Mis manos estaban atadas, nada podía hacer, debía hacerme responsable y acompañarlo al hospital. Cuando los médicos me dijeron que subiera a la ambulancia, y al verlo allí tan frágil e indefenso, mi corazón dio un vuelco impresionante. Tuve miedo, mucho miedo de que algo malo le hubiera sucedido, como si no quisiera que muriera por mi culpa.

Todo pasó tan rápido; Ahí me encontraba, en un rincón de esa ambulancia, viéndolo todo; como por ejemplo, cuando ponían una mascarilla de oxígeno en su rostro, y como trataban de reanimarlo. Decían cosas que no entendía, pero me calme al escuchar que su pulso estaba medianamente estable, y que no le hacía falta las compresiones en su pecho. Llegado al hospital, los médicos casi saltaron de la ambulancia, colocándolo con suavidad y rapidez en una camilla, mientras los enfermeros y otros doctores, lo conducían a un área restringida. No podía ver nada, porqué nadie me dejaba pasar y sus ventanas estaban difuminadas por un vidrio de colores.

Así me encuentro ahora, rezando por su vida, por alguien que creía que no volvería a atormentarme jamás, pero así fue.

***

Ceguera nocturna (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora