Martes 7 de diciembre, no puedo dejar de pensar en Cristian.
Como cada mañana, me levanto, hago mis necesidades matutinas, me ducho... Pero hoy noto algo diferente. Hay alguna cosa que ha cambiado dentro de mí y me da la sensación de que mi nuevo amigo Cristian tiene algo que ver.
Me montó en el coche de mi madre para que me lleve al colegio y noto que me mira con una sonrisa pícara
– ¿Estás contenta por algo en especial?
– ¿Por qué debería estarlo?
Cuando responda a una pregunta con otra pregunta y me pongo a la defensiva, es porque realmente me pasa algo y mi madre eso lo sabe.
– Ya lo sé, estás enamorada– Me dice mirándome fijamente sin haber encendido el motor.
– ¡Mamá! – Grito, sonrojándome.
–Cariño, no es por ser entrometida, pero te acabas de poner roja y como te conozco, sé que eso significa que hay algo que todavía no me has contado.
Mi madre y yo tenemos una relación muy buena, ella es mi mejor amiga. Siempre se lo cuento todo y es la que mejor me conoce. Por eso acabo explicándole todo, desde el extraño encuentro con Álex antes del examen, hasta la despedida con su primo Cristian. Mi madre me aconseja que no vaya muy rápido y que sobre todo, tenga las cosas claras antes de empezar algo con él, aunque yo solo quiero centrarme en mis estudios.– ¡Cloe! – Me llama Lucy cuando me bajar del coche –. ¿Que hiciste ayer petarda, que no me cogías las llamadas?
– Nada importante, la verdad. –Digo. Opto por no explicarle nada, ya que eso implicaría contarle desde lo de Álex, hasta que estaba comprando su regalo de cumple, y se supone que es sorpresa.
– Ah... Bueno, mucha suerte en el examen guapa –. Me dice dándome un cálido beso en la mejilla.
– ¡Hostia, el examen!–. Me había olvidado completamente de repasar cuando llegué a casa.
– A Cloe Martín se le ha olvidado estudiar. No me lo puedo creer –Dice intentando animarme–. Tranquila petarda, tu media es de excelente, podrías sacar un tres en el examen y mantener una media de notable.
Entre todo lo que pasó ayer, no me acordé del examen. Supongo que Lucy tiene razón, pero yo no quiero un siete de media, quiero un puto diez, y no puedo tentar a la suerte de esta manera.
Mientras yo bebo agua, Lucy va entrando en el aula. Cuando yo llego, solo queda un sitio libre, detrás de Alex.
Que suerte.
—¿Que tal ayer con mi primo?, me dijo que os lo pasasteis bien—Me dice con una expresión seria.
—Muy bien, pero parece que te moleste.—digo, siendo sincera.
—Y, ¿porque debería molestarme?
—Tú sabrás.—Respondo igual de borde que él.
—Necesito hablar contigo de una cosa muy importante. —me dice con cara de preocupación.
—¡Shhh¡ —nos hace callar el profesor.
—Búscame en el patio.—Le susurro.
La verdad es que me preocupa lo que tenga que decir, no sé de qué se tratará, pero algo grave seguro, ya que llevo bastante tiempo con él, y lo máximo que nos hemos dicho es un hola. Me acuerdo que hace un par de años, todas las chicas estaban enamoradas de él, y sigo sin entenderlo. Alex es guapo, pero no es nada comparado con su primo Cristian.
Ayyyy, Cristian otra vez.A la hora del patio no me dice nada, está ahí con sus amigos, como si nada, y yo no me quiero acercar porque estoy con Lucy y puede que le moleste.
—Tía, no podemos seguir así, te hablo, y tú estás empanada mirando Dios sabe que.
—Tienes razón, estoy súper dispersa. No sé qué me pasa.—respondo. Pero si lo sé, y tiene nombre y apellidos. Cristian Napoli.Después de las siguientes clases, me voy a comer con mis amigas, como de costumbre. Hoy, Cassandra, nuestra otra mejor amiga, también se sienta con nosotras. Ella es una chica simpatica y agradable, aunque es la que peor carácter tiene de las tres.
—Me ha ido fatal el examen. La profesora se ha pasado con la dificultad de este global.—dice Lucy.
—Sí, la verdad es que me ha costado mucho y no creo que pase del cinco.—comenta Cassandra, o Cassey, como la llamamos nosotras.
—Bueno, no era para tanto chicas. Yo pensaba que sería muchísimo más difícil.—Digo con una ligera expresión de superioridad.
—Cloe, ya sabemos que vas a sacar un 10, como siempre. No hace falta que nos lo restriegues bonita.—Comenta Lucy, dándome un puñetazo en el brazo.
Lucy y Cassey se empiezan a reir y yo me uno a ellas, aunque durante tan solo unos segundos, ya que Alex se acerca como una flecha en llamas hasta nuestra mesa.
—Hola chicas.—dice sonriendo.
Mis amigas lo saludan casi al unísono y yo procuro no levantar la mirada de mi plato de macarrones.
—Cloe, podemos hablar un segundo porfavor.—Dice buscando mi mirada.
—Claro Alex, dime.
—En privado mejor, es importante.
Sin mirar a Lucy, sé que me está mirando con una expresión atónita, pero yo levanto la vista hacia Alex y accedo.
Nos sentamos dos mesas más allá de donde estaba primeramente sentada y noto a mis dos amigas mirándome, sin entender la situación.
—Alex, sabes que cuando vuelva Cassey y Lucy me van ha hacer un interrogatorio sobre lo que me vas a decir. ¿No había otro momento, mmm, a solas?
—Lo sé, pero créeme cuando te digo que es muy importante.—Me dice, sin bajar la mirada.
—Me estás asustando, dímelo ya.—Le digo subiendo mi tono de voz.
—Es sobre Cristian. Me dijo que hoy iría a verte, por eso no había otro momento para hablar.
—¿Qué sucede?—Le pregunto con el corazón a medio salir de mi pecho.
—A ver, él no es quien dice ser. Te explico, cuando él, mi prima y mis tíos se mudaron a Francia, Cristian no conocía a nadie de por allí. Lo pasó muy mal, ya que no tenía amigos, y al no saber ni siquiera el idioma, pues le costó mucho adaptarse.
A los dos meses, se empezó a juntar mucho con un tío que se llamaba Will. Este, le presentó a sus amigos, y poco a poco, fue integrándose en el grupo.
—Una historia muy conmovedora, y ahora, me voy a comer con mis amigas, que tengo hambre.—Realmente no sé porqué me cuenta esto.
—Déjame acabar.—Dice, con desesperación. —Will y Cristian empezaron a ser como uña y carne, y cuando mi primo confió lo suficiente en Will y en su banda, le hicieron una propuesta que no era del todo legal.
Le dijeron, que cuando viniera de vacaciones aquí, trajera un kilogramo y medio de cocaína y heroína, y otros setecientos gramos de marihuana. Al principio, obviamente él se negó, pero Robbin, el mejor amigo de Will, empezó a mandarle indirectas amenazadoras a Cristian. Él, no tuvo más remedio que cumplir lo que Will le había mandado, y así fue. Por suerte, no hubo ningún problema, pero al volver a Francia, se enteró de que a Robbin, lo habían arrestado y la fianza era superior a los tres mil euros, así que Will, obligó a Cristian ha hacer unas entregas de droga para poder pagar la fianza. Casi le pillan un par de veces, por eso decidió rebelarse ante Will y su grupo, creando otra banda más grande y más peligrosa. Al principio todo iba bien, su viejo amigo y su banda no le volvieron a molestar. Pero poco a poco, su grupo iba creciendo y cada vez era peor; Se metían en peleas callejeras, transportaban y consumían drogas de todo tipo, hacían carreras ilegales en las cuales murieron dos chicos por participar... Y lo peor fue cuando empezaron a ser conocidos, porque entonces muchas bandas de todo el país, se aliaron contra la de mi primo. Cristian, para vengarse, decidió robar la mercancía de droga a dos bandas cercanas, y desde entonces, Will y esas dos bandas a las que mi primo le robó la droga, le buscan a él, y a toda su banda, pero como mi primo es el líder, todas las amenazas van hacia él y hacia las personas que le rodean. Por eso no quiero que te acerques a él.—explica.
La verdad es que no sé qué decir, no me imaginaba que la cosa fuera para tanto, y ahora mismo estoy flipando con la historia supuestamente cierta que me ha contado Alex, así que opto por apartar la mirada y quedarme callada.
—Mira Cloe, te voy a ser sincero. Llevo en la misma clase que tú más de cinco años, y aunque no hemos hablado mucho, no creo que merezcas meterte en todo este lío, nadie se lo merece, y menos tú...—me dice sonrojándose.
No sé a qué se refería con la última frase, pero no le pregunto.
—La verdad es que no sé qué decir. Es mucho para asimilar en un momento.—digo intentando no tartamudear más de la cuenta.
Sin querer, se me escapa una lágrima de los ojos y me doy cuenta de que ya no tengo hambre.
—Alex, gracias por contármelo. ¿Te importa quedarte aquí conmigo? La verdad es, que no me apetece mucho volver con mis amigas.
—No hay problema.—Me dice tiernamente, secándome con su dedo pulgar la lágrima que quedaba en mi mejilla.—¿Quieres hablar del tema?
—No, tranquilo. Estoy bien.—Pero después de escupir estas palabras, algo en mi se rompe y empiezo a llorar.
—Ya está...—Me dice mientras me da un abrazo cariñoso.
Ahora mismo me da igual todo. No pienso en nada ni en nadie, ni siquiera me importa si a Lucy le va a molestar este acercamiento con Alex. Solo pienso en sus brazos rodeando mi torso y en lo segura que me siento a su lado. Estoy confundida, por Cristian y por Alex, aunque si soy sincera, ahora mismo me confunde más como mis sentimientos han reaccionado ante el abrazo de Alex.
—No te preocupes por él, sabe apañárselas.
—No lloro por él.
—Y entonces, ¿porque lloras?
—No lo sé. Supongo que todo esto me supera. Ahora mismo me siento débil y pequeña y no sé porque.—Me sincero, cuando de repente me mira a los ojos y me dice:
—Cristian no es mala persona, pero ahora mismo no nos conviene ni a mi ni a ti, estar cerca suyo. Con el tiempo todo se arreglará.—Dice. Aunque no lo veo muy convencido, le vuelvo a abrazar.
—Pero si tú sabías todo esto, porque lo mandaste a que me trajera la cartera?
—Porque... bueno... supuse que la necesitarías, y en ningún momento me imaginé que ibais a pasar la tarde juntos y a volver a quedar. De haberlo sabido, creeme que no se me habría ocurrido decírselo.—afirma sin despegarse de mí.
Me gusta la sensación que me provoca su cuerpo. Es una mezcla de seguridad, fortaleza y calor.
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La inercia de un te quiero
RomanceCloe es una adolescente adinerada, con buenas notas y bastante atractiva, con una vida fácil, hasta que Christian, el primo de un compañero de clase de Cloe, Alex, aparece en su vida. Pronto atravesará una serie de problemas, relacionados con la dro...