5 ||PACTO||

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ZAHARA EVANS;

La sangre en mi interior hervia, me temblaba el pulso de querer lanzarle un extintor a la cabeza y mi cerebro imaginaba mil maneras de estragunlarle a la luz del día.

Hablar con él no merecía la pena, solo perdía mi tiempo, era como dirigirse a un niño con un cuerpo de diablos.

Miré a Victoria furiosa, la miré como si fuera a matarla después de esto, de que les hubiera dejado entrar aquí sin mi permiso. Esta solo cambió la facción de su cara completamente y se marcha de mi despacho sin decir nada.

—Tú, Azatriel.—Levanto la voz dirigiéndome al hermano mediano, este levanta la cabeza y me mira, me mira como si está situación le importara una mierda.—Pareces él más normal de aquí.¿Por qué habéis venido?

Vuelve a bajar la mirada, se apoya en la mesa y no dice nada,  ni siquiera se ha dignado a contestarme.

—Te estoy hablando.—Farfullé.

—No hablo con humanas.—Contesta seco.

—¿Estás de coña?.—Mi enfado cada vez se iba multiplicando a medida que los conocía un poco más.

Eran egocéntricos, creídos, orgullosos, bipolares y unos malditos imbéciles. Era como si solo existieran ellos en el mundo, como si su vida solo se basara en ellos mismos y la gente que tenían alrededor se la sudaban completamente.

Esta vez me mira, me mira con unos ojos asesinos y se levanta, al hacerlo me sentí intimidada, cada jodido rincón de sus cuerpos era como si fueran sacados de páginas porno. Camina hacia mi dirección como si su vida dependiera de ello y añade:

—No, no estoy de coña. Tal vez mis hermanos te hayan dado bola, pero no esperes nada de mí, yo no soy como ellos.—Hace una pausa y me mira a los ojos fijamente. Sus ojos eran negros, negros como la noche, alrededor de la pupila tenía unos puntos rojos. Rojo vivo como una llama del infierno.

¿Llevará lentillas?

No pestañea, no lo hace ni una jodida vez, simplemente se queda así, como si pestañear fuese algo que le impidiera ver el mundo una milésima de segundo.—Como te dijo mi hermano, ten cuidado. Tal vez no seamos monstruos, pero seguimos siendo diablos.
Y eso a veces es sinónimo de destrucción.—Susurró.

¿Me estaba amenazando?

Me deja con la palabra en la boca y se marcha sin decir nada más, solo se marcha dejando a sus hermanos aquí.

Me quedo unos cuantos instantes pensando y miro a mi alrededor, noto que solo se encontraba Adirael mirándome burlón. Agares, sin embargo, ya no se encontraba sentado en mi mesa.

—¿Y tu hermano?

—Se ha marchado.—Comenta despreocupado mientras se sienta en una silla.

—¿Como?

—Ha saltado por la ventana.

—¿Qué?—Reaccioné al instante y fui directamente a ver la ventana, miré abajo y no encontré nada.

No encontré su cuerpo tirado como presentía. ¿Como lo habrá hecho? Estabamos en la planta 12.

—Tranquila, siempre lo hace.

—¿Es que ninguno de vosotros es normal?

—Define normal.

Ignoré su comentario y me acerqué a mi mesa, me senté intentando tragarme lo que acababa de pasar.

No me creía que tuviera que lidiar con esta gente.

—¿A qué has venido Adirael?

Este solo me mira y apoya sus dos brazos en la mesa, acerca su rostro al mío dejando escasos centímetros y siento un escalofrío dentro de mí.

|ENTRE CAÍDOS|©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora